La
"Lectio Divina" es un método para leer, meditar, rezar, actuar y
encarnar la Palabra de Dios en la vida diaria. El método consiste en 10 pasos
progresivos muy fáciles de realizar y que permiten a cada cristiano entender y
realizar la Voluntad de Dios.
1°. ORACIÓN
DE PREPARACIÓN:
Señor,
¿cómo corresponder a tanto amor? ¿Cómo conservar en el corazón la alegría con
la que colmas mi vida? ¡Ven, Espíritu Santo, lléname de tu amor para que pueda
cumplir en todo tu voluntad, viviendo el mandamiento supremo de la caridad. Amén
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Juan. 15, 9-11
A la Hora
de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: “Como el Padre me
amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis
mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi
Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de
ustedes, y ese gozo sea perfecto”.
Palabra del
Señor.
A. COMENTARIO
DE INTRODUCCIÓN
- Con la metáfora de la vid y los sarmientos Jesús invitaba ayer a «permanecer en Él», para poder dar fruto.
- Hoy continúa el mismo tema, pero concretando en qué consiste este «permanecer» en Cristo: se trata de «permanecer en su amor, guardando sus mandamientos».
- La fuente y origen de todo es el amor del Padre.
- El Padre ama a Jesús y Jesús al Padre.
- Jesús ama a los discípulos y éstos deben amar a Jesús y permanecer en su amor, guardando sus mandamientos, lo mismo que Jesús permanece en el amor al Padre, cumpliendo su voluntad.
- La ley del amor que Jesús comunica es su propia experiencia de amor con Dios Padre.
- No existe amor a Jesús sin compromiso con los demás.
- Los mandamientos del Padre a Jesús son en orden a realizar la misión de salvar a la humanidad.
- El criterio objetivo de la relación con Jesús y con el Padre es el amor puesto en obra; esto demuestra la autenticidad de la experiencia interior.
- El amor vivido cotidianamente con fidelidad no puede menos que llevarnos a la alegría plena.
- Uno de los frutos más característicos de la Pascua debe ser la alegría. Y es la que Cristo Jesús quiere para los suyos. Una alegría plena, auténtica, no superficial ni etérea. La misma alegría que llena el corazón de Jesús, porque se siente amado por el Padre.
- Es como la alegría de los amigos o de los esposos, que supone muchas veces renuncias y sacrificios.
- O la alegría de una mujer que da a luz: lo hace con dolor, pero siente la alegría inmensa de haber traído una nueva vida al mundo.
- La alegría que brota del amor no se cierra sobre sí misma: se tiene que compartir con los demás, especialmente con aquellos que se sienten solos, fracasados, abandonados; con los enfermos, los desahuciados, los que han sido rechazados por la sociedad y excluidos, los encarcelados, los pobres. Con todos aquellos que merecen experimentar el amor liberador de Dios para ser felices.
«Queridas
familias, el Señor conoce nuestros cansancios, los conoce y los pesos de
nuestra vida. Pero conoce también nuestro deseo profundo de hallar la alegría
del alivio. ¿Se acuerdan? Jesús dijo: ´Vuestra alegría sea plena´. Jesús quiere
que nuestra alegría sea plena.
Lo dijo a los apóstoles, y hoy lo repite a todos nosotros. Así, esta es la primera cosa que quiero compartir con ustedes en esta tarde, y es una palabra de Jesús: ´Venid a mí, familias de todo el mundo -dice Jesús- y yo les aliviaré para que vuestra alegría sea completa´.
Y esta palabra de Jesús llévenla a casa, en el corazón, compártanla en familia, él nos invita a ir hacia él para darnos a todos la alegría.
La segunda palabra, la tomo del rito del matrimonio. En este sacramento, quien se casa dice: ´Prometo serte fiel, amarte y respetarte, en la alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad, y de honrarte y amarte todos los días de nuestra vida´. En aquel momento, los esposos no saben qué sucederá, no saben cuáles son las alegrías y las tristezas que les esperan. Parten, como Abrahán; se ponen juntos en camino. Esto es el matrimonio, partir y caminar juntos, de manos dadas, entregándose en la mano grande del Señor. Mano en la mano por toda la vida y sin hacer caso de esta cultura de lo provisorio que nos corta la vida a pedazos.
Con esta confianza en la fidelidad de Dios, todo se enfrenta, sin miedo, con responsabilidad. Los esposos cristianos no son ingenuos, conocen los problemas y los peligros de la vida. Pero no tienen miedo de asumir la propia responsabilidad, delante de Dios y de la sociedad. Sin huir ni aislarse, sin renunciar a la misión de formar una familia y traer al mundo hijos.» (Papa Francisco, discurso en la Jornada Mundial de la Familia, 26 de octubre de 2013).
Lo dijo a los apóstoles, y hoy lo repite a todos nosotros. Así, esta es la primera cosa que quiero compartir con ustedes en esta tarde, y es una palabra de Jesús: ´Venid a mí, familias de todo el mundo -dice Jesús- y yo les aliviaré para que vuestra alegría sea completa´.
Y esta palabra de Jesús llévenla a casa, en el corazón, compártanla en familia, él nos invita a ir hacia él para darnos a todos la alegría.
La segunda palabra, la tomo del rito del matrimonio. En este sacramento, quien se casa dice: ´Prometo serte fiel, amarte y respetarte, en la alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad, y de honrarte y amarte todos los días de nuestra vida´. En aquel momento, los esposos no saben qué sucederá, no saben cuáles son las alegrías y las tristezas que les esperan. Parten, como Abrahán; se ponen juntos en camino. Esto es el matrimonio, partir y caminar juntos, de manos dadas, entregándose en la mano grande del Señor. Mano en la mano por toda la vida y sin hacer caso de esta cultura de lo provisorio que nos corta la vida a pedazos.
Con esta confianza en la fidelidad de Dios, todo se enfrenta, sin miedo, con responsabilidad. Los esposos cristianos no son ingenuos, conocen los problemas y los peligros de la vida. Pero no tienen miedo de asumir la propia responsabilidad, delante de Dios y de la sociedad. Sin huir ni aislarse, sin renunciar a la misión de formar una familia y traer al mundo hijos.» (Papa Francisco, discurso en la Jornada Mundial de la Familia, 26 de octubre de 2013).
Señor, que tu Iglesia viva en el
amor
y del amor, que hable de tu ternura,
que transpire caridad y compasión.
Que el Espíritu nos injerte en tu
vida
para no dejar de dar frutos.
Queremos en lo secreto de nuestra
oración
traer a todos los hombres
que construyen un mundo más fraterno
y más humano,
a todos los que sin aflojar,
construyen, ya desde hoy,
una tierra nueva.
Amén
6°.
CONSOLACIÓN: Es sentir íntimamente el "gusto" de la Palabra de Dios.
7°.
DISCERNIMIENTO: Pensar y Discernir la Palabra.
¿Cómo trato de permanecer en el amor
de Dios?
¿Qué lugar le doy a mi vida
espiritual?
¿Es sólo el momento de intimidad de
oración o se trasluce en el reto de mi quehacer en la vida diaria?
8°.
COMPARTIR: Comparto la Palabra.
9°.
DELIBERACIÓN: Tomo una decisión concreta iluminado por la Palabra.
10. ACCIÓN
CONCRETA: Propósito del día.
Pediré al
Espíritu Santo que me contagie de la misma "alegría" de Jesús y que
aleje de mi corazón toda tristeza y pesimismo.
SANTOS DE
HOY - PIDAMOS LA INTERCESIÓN DE TODOS ELLOS
-Santa
Eufrosina y Teodora, mártires, Roma, 99.
-San
Juvenal, mártir.
-Santos
Flavio, Augusto y Agustín, hermanos, Nicomedia, s. III.
-San
Cuadrato, mártir, Nicomedia, s. III.
-San
Benedicto II, papa. Roma, 685.
-San
Juan de Bevérley (8 mayo), obispo de York, 721. Puede ser considerado como
un precursor del benedictino Pedro Ponce de León, inventor del método de hacer
hablar a los sordomudos. Cuenta de él su biógrafo que llegó a hacer hablar a un
sordomudo, enseñándole la vocalización paciente e ingeniosamente.
-San Pedro,
obispo de Pavía (Italia), 738.
-San
Domiciano, obispo de Maéstrich (Holanda), 560.
-San
Valeriano, obispo de Auxerre (Francia).
-San
Sereno, abad, Chateau-Thierry (Francia), s. VIII.
-Santa
María, madre de Santiago y Salomé, Evreux (Francia), s. I.
-Santos
Euvaldo y Sixto, mártires, Gerona, s. IV.
-San
Alberto el labrador, nacido en Ogna y muerto en Cremona, cuyos campos santificó
con su trabajo humilde y amoroso. Fue contemporáneo de San Isidro, el labrador
de Castilla, 1190.