La "Lectio Divina" es un método para leer,
meditar, rezar, actuar y encarnar la Palabra de Dios en la vida diaria. El
método consiste en 10 pasos progresivos muy fáciles de realizar y que permiten
a cada cristiano entender y realizar la Voluntad de Dios.
1°. PREPARACIÓN:
Creo en Ti, Señor, y te
amo, por eso, parafraseando al Papa Francisco, «pido al Padre misericordioso
que pueda vivir plenamente la fe que he recibido como un regalo en el día de mi
bautismo para ser capaz de dar un testimonio alegre, libre y valiente de mi
fe». (Papa Francisco, 20 marzo de 2013).
2°. LECTURA:
Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo según san Juan. 15, 26-16, 4
A la Hora de pasar de
este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Paráclito
que yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad que proviene del
Padre, él dará testimonio de mí. Y ustedes también dan testimonio, porque están
conmigo desde el principio. Les he dicho esto para que no se escandalicen.
Serán echados de las sinagogas, más aún, llegará la hora en que los mismos que
les den muerte pensarán que tributan culto a Dios. Y los tratarán así porque no
han conocido ni al Padre ni a mí. Les he advertido esto para que cuando llegue
esa hora, recuerden que ya lo había dicho. No les dije estas cosas desde el
principio, porque yo estaba con ustedes”.
Palabra del Señor.
3°. MEDITACIÓN:
A. COMENTARIO INTRODUCTORIO
El tono va a cambiar porque Jesús quiere
prevenir a sus discípulos de la lucha que conocerán frente al rechazo del
mundo.
Serán odiados por el mundo, porque
el mundo ama a los suyos, y los discípulos de Jesús aunque «están en» el
mundo, «no son del» mundo.
Este sufrimiento de los cristianos se ve como
una continuación del sufrimiento del mismo de Cristo, a quien tampoco lo aceptó
el mundo.
A ellos también los perseguirán....y Jesús
quiere que cuando llegue esa hora no se tambalee su fe, sino que «se
acuerden de lo que les había dicho».
Serán marginados y llegarán a
darles muerte. Sin embargo, Dios defenderá a los suyos.
Jesús envía otro ‘Defensor”: su Espíritu.
El Espíritu de verdad que procede
del Padre, dará “testimonio” de mí.
El Espíritu descubrirá la verdad sobre los
acontecimientos de la vida de Cristo. Y los Apóstoles también darán testimonio
de Cristo ya que estuvieron con El desde un principio.
Es misión del Espíritu Santo revelar a los
Apóstoles toda la verdad.
Este Espíritu de la Verdad dará testimonio de
Jesucristo, es decir, hará que muchos hombres, a lo largo de los siglos,
aceptemos su Palabra, confesemos esta verdad, recibamos su salvación, nos
integremos a la comunidad de sus discípulos con todas las consecuencias que
esto conlleva: exponerse, arriesgarse, dar la cara, sufrir.
Dar testimonio de Cristo en nuestro ambiente,
siendo de palabra y de obra fieles a su estilo de vida y a sus enseñanzas, es
hacer de la vida, historia de salvación. El Espíritu Santo está con nosotros.
Es Él quien nos da la fuerza que necesitamos.
El Espíritu Santo, entonces, como promete Jesús, nos guía
"en toda la verdad"; nos lleva no solo al encuentro con Jesús,
plenitud de la Verdad, sino que nos guía "en" la Verdad, es decir,
nos hace entrar en una comunión siempre más profunda con Jesús, dándonos la
inteligencia de las cosas de Dios. Y esta no la podemos alcanzar con nuestras
fuerzas. Si Dios no nos ilumina interiormente, nuestro ser cristianos será
superficial. La Tradición de la Iglesia afirma que el Espíritu de la verdad
actúa en nuestros corazones, suscitando aquel "sentido de la fe" (sensus
fidei), a través del cual, como afirma el Concilio Vaticano II, el Pueblo de
Dios, bajo la guía del Magisterio, indefectiblemente se adhiere a la fe
transmitida, la profundiza con un juicio recto y la aplica más plenamente en la
vida. Probemos a preguntarnos: ¿estoy abierto a la acción del Espíritu Santo,
le pido para que me ilumine, y me haga más sensible a las cosas de Dios?
Esta es una oración que tenemos que rezar todos los días:
Espíritu Santo, haz que mi corazón esté abierto a la Palabra de Dios, que mi
corazón esté abierto al bien, que mi corazón esté abierto a la belleza de Dios,
todos los días. Me gustaría hacerles una pregunta a todos ustedes: ¿Cuántos de
ustedes rezan cada día al Espíritu Santo?»(Homilía de S.S. Francisco, 15 de
mayo de 2013).
Señor, todo
cristiano está llamado a dar testimonio de fe, de amor y de santidad. Ojalá que
quien se acerque a nosotros se quede marcado para siempre, no por nuestra
personalidad o nuestras cualidades, sino porque somos reflejo del amor de Ti al
hombre, a todo hombre. Que se diga de nosotros lo mismo que se decía sobre los
primeros cristianos: «¡Miren, cómo se aman!». Amén
La coherencia
(a propósito de Juan Pablo II)
(a propósito de Juan Pablo II)
La coherencia no se compra,
la coherencia no se estudia en ninguna
carrera.
La coherencia se va labrando
en el corazón con la adoración,
con la unción al servicio de los demás
y con la rectitud de conducta.
Sin mentiras, sin engaños, sin doblez.
Jesús dijo de Natanael una vez
cuando venía caminando:
«Aquí tienen a un israelita derecho,
sin doblez».
Creo que lo podemos decir de Juan Pablo,
el coherente.
Pero era coherente porque se dejó cincelar
por la voluntad de Dios.
Se dejó humillar por la voluntad de Dios.
Dejó que creciera en su alma
esa actitud obediencial que tuvo
nuestro padre Abraham
y desde allí todos los que lo siguieron.
Recordamos a un hombre coherente
que una vez nos dijo que este siglo
no necesita de maestros,
necesita de testigos,
y el coherente es un testigo…
Amén.
5°. CONTEMPLACIÓN: Silencio ante la Palabra.
6°. CONSOLACIÓN: Es sentir íntimamente el
"gusto" de la Palabra de Dios.
¿MI
fe se opaca o atemoriza ante la incomprensión de los demás?
¿Me
animo a mostrarme cómo testigo de Cristo?
¿Me
mantengo firme en mi credo aunque el entorno no me acepta y no me entienda?
9°. DELIBERACIÓN: Tomo una decisión concreta iluminado por
la Palabra.
10. ACCIÓN CONCRETA: Propósito del día.
Espíritu Santo, ayúdame, hoy, a creer en Ti por los que no creen, a amarte
por los que no te aman, y a confiar en Ti por los que no esperan en tu Palabra.
-San Antimo, mártir, Roma, s. IV.
-San Evelio, mártir, Roma, s. I.
-Santos Máximo, Baso y Fabio, mártires, Roma, 304.
-San Anastasio y compañeros mártires, Camerino (Italia), s.
III.
-Santos Sisinio, Dioclecio y Florencio, mártires, Oscimo
(Italia) s. IV.
-San Gangulfo, mártir, Varennes (Francia), 760.
-San Mamerto, obispo de Viena, instituyó las rogativas que
preceden a la Ascensión, 477.
-San Iluminado, confesor, San Severino (Italia).