(Radio Vaticano).-
“Es feo ver a un cristiano” que quiere “seguir a Jesús y a la mundanidad”.
Es la exhortación del Papa en su homilía de la Misa matutina
celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. En efecto el Pontífice
subrayó que en su vida, un cristiano, debe hacer una elección radical, por lo
que no puede existir “un cristianismo a medias”, no es posible tener “el cielo
y la tierra”.
Pedro pregunta
a Jesús qué habrían recibido los discípulos al seguirlo, una pregunta planteada
después de que el Señor había dicho al joven rico que vendiera todos sus bienes
en favor de los pobres. Francisco desarrolló su homilía a partir de
este diálogo que es de gran actualidad.
Un
cristiano no puede tener el cielo y la tierra, no hay que apegarse a los bienes
El Santo
Padre observó que Jesús responde de una manera diversa de la esperada por los
discípulos: no habla de riquezas, sino que en cambio promete la herencia del
Reino de los cielos “pero con la persecución y con la cruz”:
“Por esto,
cuando un cristiano está apegado a los bienes, hace el papelón de un cristiano
que quiere tener las dos cosas: el cielo y la tierra. Es la piedra de toque,
precisamente, es esto que dice Jesús: la cruz, las persecuciones. Esto quiere
decir negarse a sí mismo, padecer cada día la cruz… Los discípulos tenían esta
tentación, de seguir a Jesús pero después ¿cuál será la recompensa, al final,
de este buen negocio? Pensemos en la mamá de Santiago y de Juan, cuando pidió a
Jesús un lugar para sus hijos: ‘Ah, a éste me lo haces primer ministro y a éste
ministro de economía…’, y surgió el interés mundano de seguir a Jesús”.
Pero
después – subrayó Francisco – “el corazón de estos discípulos fue purificado”,
en Pentecostés, cuando “entendieron todo”. Y añadió que “la gratuidad en el
seguir a Jesús es la respuesta a la gratuidad del amor y de la salvación
que nos da Jesús”. Y cuando “se quiere ir tanto con Jesús como con el mundo,
tanto con la pobreza como con la riqueza – dijo – esto es un cristianismo a
medias, que quiere una ganancia material. Es el espíritu de la mundanidad”.
Riquezas,
vanidad y orgullo nos alejan de Jesús
Aquel
cristiano – afirmó el Papa evocando al profeta Elías, “cojea de las dos
piernas” porque “no sabe lo que quiere”. Y añadió que para entender esto
es necesario recordar que Jesús nos anuncia que “los primeros serán los últimos
y los últimos serán los primeros”, es decir “aquel que cree o que es el más
grande” se debe convertir en “el servidor, en el más pequeño”:
“Seguir a
Jesús desde el punto de vista humano no es un buen negocio: es servir. Lo dijo
Él, y si el Señor te da la posibilidad de ser el primero, tú debes comportarte
como el último, es decir en el servicio. Y si el Señor te da la posibilidad de
tener bienes, tú debes comportarte en el servicio, o sea por los demás.
Son tres cosas, tres escalones que nos alejan de Jesús: las riquezas, la
vanidad y el orgullo. Por esto las riquezas son tan peligrosas, porque te
llevan inmediatamente a la vanidad y te crees importante. Y cuando te crees
importante te la crees y te pierdes”.
Un
cristiano mundano es un contra-testimonio
El camino
que indica el Señor – dijo también el Papa Bergoglio – es el del
“despojamiento”, como hizo Él: “Quien es el primer de entre ustedes se haga
siervo de todos”. Y agregó que a Jesús “este trabajo” con los discípulos “le
costó tanto, tanto tiempo, porque no entendían bien”. Y entonces – dijo –
“también nosotros debemos pedirle: ‘¿Nos enseñas este camino, esta
ciencia del servicio? ¿Esta ciencia de la humildad? ¿Esta ciencia de ser los últimos
para servir a los hermanos y a las hermanas de la Iglesia?”:
“Es feo ver
a un cristiano, independientemente que sea laico, consagrado, sacerdote,
obispo, es feo cuando se ve que quiere las dos cosas: seguir a Jesús y los
bienes, seguir a Jesús y la mundanidad. Y esto es un contra-testimonio, y aleja
a la gente de Jesús. Ahora continuamos la celebración de la Eucaristía pensando
en la pregunta de Pedro. ‘hemos dejado todo: ¿cómo nos pagarás?’, y pensando en
la respuesta de Jesús. El precio que Él nos dará es la semejanza a Él. Este
será el ‘sueldo’. ¡Gran ‘sueldo’, asemejarse a Jesús!”