UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL


«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

Benedicto XVI, 16 septiembre 2005


HISTORIA Y PASOS DE LA LECTIO DIVINA




INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO





martes, 26 de mayo de 2015

Homilía (texto y video) de Papa Francisco en Santa Marta del Martes 26 de mayo 2015: Es feo ver cristianos mundanos


(Radio Vaticano).- “Es feo ver a un cristiano” que quiere “seguir a Jesús y a la mundanidad”. Es la exhortación del Papa en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. En efecto el Pontífice subrayó que en su vida, un cristiano, debe hacer una elección radical, por lo que no puede existir “un cristianismo a medias”, no es posible tener “el cielo y la tierra”.
Pedro pregunta a Jesús qué habrían recibido los discípulos al seguirlo, una pregunta planteada después de que el Señor había dicho al joven rico que vendiera todos sus bienes en favor de los pobres. Francisco desarrolló su homilía a partir de este diálogo que es de gran actualidad.
Un cristiano no puede tener el cielo y la tierra, no hay que apegarse a los bienes
El Santo Padre observó que Jesús responde de una manera diversa de la esperada por los discípulos: no habla de riquezas, sino que en cambio promete la herencia del Reino de los cielos “pero con la persecución y con la cruz”:
“Por esto, cuando un cristiano está apegado a los bienes, hace el papelón de un cristiano que quiere tener las dos cosas: el cielo y la tierra. Es la piedra de toque, precisamente, es esto que dice Jesús: la cruz, las persecuciones. Esto quiere decir negarse a sí mismo, padecer cada día la cruz… Los discípulos tenían esta tentación, de seguir a Jesús pero después ¿cuál será la recompensa, al final, de este buen negocio? Pensemos en la mamá de Santiago y de Juan, cuando pidió a Jesús un lugar para sus hijos: ‘Ah, a éste me lo haces primer ministro y a éste ministro de economía…’, y surgió el interés mundano de seguir a Jesús”.
Pero después – subrayó Francisco – “el corazón de estos discípulos fue purificado”, en Pentecostés, cuando “entendieron todo”. Y añadió que “la gratuidad en el seguir a Jesús  es la respuesta a la gratuidad del amor y de la salvación que nos da Jesús”. Y cuando “se quiere ir tanto con Jesús como con el mundo, tanto con la pobreza como con la riqueza – dijo – esto es un cristianismo a medias, que quiere una ganancia material. Es el espíritu de la mundanidad”.
Riquezas, vanidad y orgullo nos alejan de Jesús
Aquel cristiano – afirmó el Papa evocando al profeta Elías, “cojea de las dos piernas” porque “no sabe lo que quiere”. Y  añadió que para entender esto es necesario recordar que Jesús nos anuncia que “los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros”, es decir “aquel que cree o que es el más grande” se debe convertir en “el servidor, en el más pequeño”:
“Seguir a Jesús desde el punto de vista humano no es un buen negocio: es servir. Lo dijo Él, y si el Señor te da la posibilidad de ser el primero, tú debes comportarte como el último, es decir en el servicio. Y si el Señor te da la posibilidad de tener bienes, tú debes comportarte en el servicio, o sea por  los demás. Son tres cosas, tres escalones que nos alejan de Jesús: las riquezas, la vanidad y el orgullo. Por esto las riquezas son tan peligrosas, porque te llevan inmediatamente a la vanidad y te crees importante. Y cuando te crees importante te la crees y te pierdes”.
Un cristiano mundano es un contra-testimonio
El camino que indica el Señor – dijo también el Papa Bergoglio –  es el del “despojamiento”, como hizo Él: “Quien es el primer de entre ustedes se haga siervo de todos”. Y agregó que a Jesús “este trabajo” con los discípulos “le costó tanto, tanto tiempo, porque no entendían bien”. Y entonces –  dijo –  “también nosotros debemos pedirle: ‘¿Nos enseñas este camino, esta ciencia del servicio? ¿Esta ciencia de la humildad? ¿Esta ciencia de ser los últimos para servir a los hermanos y a las hermanas de la Iglesia?”:

“Es feo ver a un cristiano, independientemente que sea laico, consagrado, sacerdote, obispo, es feo cuando se ve que quiere las dos cosas: seguir a Jesús y los bienes, seguir a Jesús y la mundanidad. Y esto es un contra-testimonio, y aleja a la gente de Jesús. Ahora continuamos la celebración de la Eucaristía pensando en la pregunta de Pedro. ‘hemos dejado todo: ¿cómo nos pagarás?’, y pensando en la respuesta de Jesús. El precio que Él nos dará es la semejanza a Él. Este será el ‘sueldo’. ¡Gran ‘sueldo’, asemejarse a Jesús!”