UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL


«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

Benedicto XVI, 16 septiembre 2005


HISTORIA Y PASOS DE LA LECTIO DIVINA




INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO





jueves, 7 de mayo de 2015

Homilía (video-texto) de Papa Francisco en Santa Marta del jueves 7 de mayo 2015: Los criterios del amor verdadero.

El Papa Francisco centró su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta en los criterios del amor verdadero que  – dijo – debe ser concreto y capaz de comunicarse. Por eso destacó que también los monjes y las monjas de clausura, en realidad no se aíslan, sino que comunican y mucho.
El amor verdadero es concreto y constante
En el Evangelio del día Jesús “nos pide que permanezcamos en su amor”. “Hay dos criterios – afirmó el Papa Bergoglio –  que nos ayudarán a distinguir el amor verdadero del no verdadero”. Y explicó que el primer criterio es que el amor está “más en los hechos que en las palabras”: no es “un amor de telenovela”, “una fantasía”, historias que “hacen que el corazón palpite un poco, pero nada más”. Está “en los hechos concretos”. “Jesús prevenía a los suyos: ‘No aquellos que dicen ‘¡Señor! ¡Señor!’ entrarán en el Reino de los Cielos, sino aquellos que han hecho la voluntad de mi Padre, que han observado mis mandamientos’”:
“Es decir, el verdadero amor es concreto, está en las obras, es un amor constante. No es un simple entusiasmo. Incluso, muchas veces es un amor doloroso: pensemos en el amor de Jesús llevando la cruz. Pero las obras del amor son aquellas que Jesús nos enseña en el pasaje del capítulo 25 de San Mateo. Pero quien ama hace esto: el protocolo del juicio. Tenía hambre, me diste de comer, etcétera. Concreción. También las bienaventuranzas, que son el ‘programa pastoral’ de Jesús, son concretas”.
El Papa subrayó que “una de las primeras herejías en el cristianismo fue la del pensamiento gnóstico” que hablaba de un “Dios lejano… y carecía de concreción”. En cambio, el amor del Padre “fue concreto, envió a su Hijo… hecho carne para salvarnos”.
Los monjes y las monjas de clausura comunican mucho
El segundo criterio del amor – prosiguió explicando el Papa – es que “se comunica, no permanece aislado. El amor da de sí mismo y recibe, se hace esa comunicación que existe entre el Padre y el Hijo.Comunicación que es obra del Espíritu Santo”:
“No existe el amor sin comunicarse, no existe el amor aislado. Pero alguno de ustedes podría decirme: ‘Pero Padre, los monjes y las monjas de clausura están aislados’. Pero comunican... y tanto: con el Señor, también con quienes van a encontrar una palabra de Dios… El verdadero amor no puede aislarse. Si está aislado, no es amor. Es una forma espiritualista de egoísmo, de permanecer encerrado en sí mismo, buscando el propio beneficio… Es egoísmo”.
Simple, pero no fácil, porque el egoísmo nos atrae
El Papa Francisco también afirmó que “permanecer en el amor de Jesús significa hacer” y “capacidad de comunicarse, de diálogo, tanto con el Señor como con nuestros hermanos”:
“Es tan simple esto. Pero no es fácil. Porque el egoísmo, el propio interés nos atrae, y nos atrae para no hacer, y nos atrae para no comunicarnos. ¿Qué dice el Señor de aquellos que permanecerán en su amor? ‘Les he dicho estas cosas para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena’. El Señor que permanece en el amor del Padre es gozoso, ‘y si ustedes permanecerán en mi amor, su alegría será plena’: una alegría que tantas veces viene junto a la cruz. Pero aquella alegría  – Jesús mismo nos lo ha dicho  – nadie nos la podrá quitar”.
El Pontífice concluyó su homilía pidiendo al Señor que “nos dé la gracia de la alegría, aquella alegría que el mundo no puede dar”.

(Fuente: Radio Vaticano).