(RV).-
“Camino, servicio, gratuidad”. Son las tres palabras en torno a las cuales el Papa
Francisco desarrolló su homilía de la Misa matutina
celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Pontífice subrayó
que un discípulo está llamado a caminar para servir y
anunciar el Evangelio gratuitamente, venciendo el engaño de que “la
salvación viene de las riquezas”.
El
Evangelio de la Salvación
“Camino,
servicio, gratuidad”. El Santo Padre articuló su homilía sobre estos
tres puntos, comentando el pasaje del Evangelio del día, en que Jesús envía a
los discípulos a anunciar la Buena Nueva. Y recordó que el Señor los envía a
hacer un camino que no es “un paseo”, sino que los envía con “un mensaje:
anunciar el Evangelio, salir para llevar la Salvación, el Evangelio de la
Salvación”.
Llevar la
Buena Nueva a través de un recorrido interior
El Papa
Bergoglio explicó que la tarea que Jesús da a los discípulos es llevar la Buena
Noticia. Mientras si un discípulo se queda detenido y no sale, no da a los
demás lo que ha recibido en el Bautismo, no es un verdadero discípulo de Jesús,
puesto que le falta el carácter misionero, le falta salir de sí mismo para
llevar algo bueno a los demás”:
“El
recorrido del discípulo de Jesús es ir más allá para llevar esta buena noticia.
Pero hay otro recorrido del discípulo de Jesús: el recorrido interior, el
recorrido dentro de sí, el recorrido del discípulo que busca al Señor todos los
días en la oración, en la meditación. También ese recorrido el discípulo debe
hacerlo, porque si no busca siempre a Dios, el Evangelio que lleva a los demás
será un Evangelio débil, diluido, sin fuerza”.
Un discípulo
de Jesús que no sirve no es cristiano
“Este doble
recorrido – dijo el Papa– es el doble camino que Jesús quiere de sus
discípulos”. Después está la segunda palabra: “Servir”. “Un discípulo que no
sirve a los demás – añadió Francisco – no es cristiano. El discípulo debe
hacer lo que Jesús ha predicado en aquellas dos colonias del cristianismo: lasBienaventuranzas y
después el ‘protocolo’ sobre el cual nosotros seremos juzgados, Mateo,
(capítulo) 25”. Estas dos columnas – advirtió el Santo Padre – “son el marco
propio del servicio evangélico”:
El servicio
a Cristo en los demás
“Si un
discípulo no camina para servir no sirve para caminar. Si su vida no es para el
servicio, no sirve para vivir como cristiano. Y allí se encuentra la tentación
del egoísmo: ‘Sí, yo soy cristiano, para mí estoy en paz, me confieso, voy a
Misa, cumplo los mandamientos’. ¡Pero el servicio! A los demás: el servicio a
Jesús en el enfermo, en el encarcelado, en el hambriento, en el desnudo. ¡Lo
que Jesús nos ha dicho que debemos hacer porque Él está allí! El servicio a
Cristo en los demás”.
Servir
gratuitamente, contrastar el engaño de las riquezas
La tercera
palabra es “gratuidad”. “Gratuitamente han recibido, gratuitamente den”, es la
admonición de Jesús. “El camino del servicio es gratuito – subrayó
Francisco – porque hemos recibido la salvación gratuitamente, pura
gracia: ninguno de nosotros ha comprado la salvación, ninguno de nosotros la ha
merecido. Es pura gracia del Padre en Jesucristo, en el sacrificio de
Jesucristo”:
“Es triste
cuando se encuentran a cristianos que se olvidan de esta Palabra de Jesús:
‘Gratuitamente han recibido, gratuitamente den’. Es triste cuando se encuentran
comunidades cristianas, ya sean parroquias, congregaciones religiosas,
diócesis, independientemente de las comunidades cristianas que sean, que se
olvidan de la gratuidad, porque detrás de esto y debajo de esto está el
engaño (de presumir) que la salvación viene de las riquezas, del poder
humano”.
Tres
palabras – reafirmó el Papa – “camino como un envío para anunciar.
Servicio: la vida del cristiano no es para sí mismo, sino para los demás, como
fue la vida de Jesús. Y tercera: “gratuidad. Nuestra esperanza está en
Jesucristo que nos envía así una esperanza que no decepciona jamás”. Pero –
advirtió – “cuando la esperanza está en la propia comodidad en el camino o la
esperanza está en el egoísmo de buscar las cosas para sí mismos y no para
servir a los demás, o cuando la esperanza está en las riquezas o en las
pequeñas seguridades mundanas, todo esto se derrumba. El Señor mismo lo hace
caer”.
(María
Fernanda Bernasconi - RV).