Al enfrentar, como hijos de Dios, nuestros áridos desiertos,
nuestras colinas y montañas, en el peregrinar de nuestra vida, recordemos que
Dios nos creó para luchar y vencer, no para ser vencidos. Toda adversidad es
una oportunidad para probar nuestra firmeza, nuestra fe y confiar más en Él. No
podemos olvidar jamás la presencia poderosa y constante del Espíritu Santo en
nuestro corazón para fortalecernos, guiarnos y ayudarnos a lograr lo
necesario...lo posible y Dios mediante y la Virgen acompañante...lo imposible.
Amén.
UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL
«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»
Benedicto XVI, 16 septiembre 2005