Lectio Divina:
Domingo, 9 Agosto, 2015
El pan de la vida
Oración inicial
Shadai, Dios de la montaña,
que haces de nuestra frágil vida
la roca de tu morada,
conduce nuestra mente
a golpear la roca del desierto,
para que brote el agua para nuestra sed.
La pobreza de nuestro sentir
nos cubra como un manto en la obscuridad de la noche
y abra el corazón para acoger el eco del Silencio
para que el alba
envolviéndonos en la nueva luz matutina
nos lleve
con las cenizas consumadas por el fuego de los pastores del Absoluto
que han vigilado por nosotros junto al Divino Maestro,
el sabor de la santa memoria.
que haces de nuestra frágil vida
la roca de tu morada,
conduce nuestra mente
a golpear la roca del desierto,
para que brote el agua para nuestra sed.
La pobreza de nuestro sentir
nos cubra como un manto en la obscuridad de la noche
y abra el corazón para acoger el eco del Silencio
para que el alba
envolviéndonos en la nueva luz matutina
nos lleve
con las cenizas consumadas por el fuego de los pastores del Absoluto
que han vigilado por nosotros junto al Divino Maestro,
el sabor de la santa memoria.
1. Lectio
a) El texto: Evangelio según San Juan 6, 41-51. :
41 Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo.» 42 Y decían: «¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?» 43Jesús les respondió: «No murmuréis entre vosotros. 44 Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. 45 Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. 46 No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. 47 En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de vida. 49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; 50 este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. 51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.»
41 Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo.» 42 Y decían: «¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?» 43Jesús les respondió: «No murmuréis entre vosotros. 44 Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. 45 Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. 46 No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. 47 En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de vida. 49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; 50 este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. 51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.»
Palabra del Señor
Continúa
b) Clave de lectura:El sexto capítulo del evangelio de Juan presenta un carácter unitario que desarrollándose en torno al tema de la fiesta de la Pascua, análogamente se articula a través de un prodigio ( 5, 1-9a 6,1-15) a quien sigue un discurso (5,16-47; 6,22-59). Presenta una parte de la actividad de Jesús en Galilea y precisamente el momento culminante: Jesús se autorevela como pan de vida para ser creído y comido para poder ser salvos. En los vv. 1-15 encontramos el gran signo de la multiplicación de los panes cuyo significado viene desvelado por el discurso del día siguiente en los vv. 26-59: el don del pan para el hambre del pueblo prepara las palabras sobre el pan de la vida eterna. Entre los vv. 16-21 tenemos la narración del camino de Jesús sobre las aguas. En los v. 60-71 Jesús invita a los discípulos a decidirse, ya conociendo su incredulidad (vv. 60-66), ya solicitando la fe de los doce (vv. 66-71).
El discurso completo sobre el pan de vida (6,25-71) presenta semejanzas con algunos testimonios judaicos, de modo particular de Filón.
El discurso completo sobre el pan de vida (6,25-71) presenta semejanzas con algunos testimonios judaicos, de modo particular de Filón.
c) Momento de silencio:Dejamos que la voz del Verbo resuene en nosotros.
2. Meditatio
a) Algunas preguntas:- Murmuraban de él: ¿cuántas voces de murmuración cuando se trata de Dios?
- Yo soy el pan bajado del cielo: ¿dónde tomamos el pan que comemos cada día?
- Ninguno puede venir a Mí, si no lo trae el Padre que me ha enviado: ¿el Padre nos atrae o más bien vamos tras sus pasos criticando lo que dice a nuestra vida de cada día?
- Si uno come de este pan, vivirá para siempre: nosotros nos alimentamos de la Palabra de Dios y del Pan repartido, una vez a la semana o a lo mejor todos los días...¿por qué no corre la vida eterna en nuestras palabras y en nuestra experiencia humana?
a) Algunas preguntas:- Murmuraban de él: ¿cuántas voces de murmuración cuando se trata de Dios?
- Yo soy el pan bajado del cielo: ¿dónde tomamos el pan que comemos cada día?
- Ninguno puede venir a Mí, si no lo trae el Padre que me ha enviado: ¿el Padre nos atrae o más bien vamos tras sus pasos criticando lo que dice a nuestra vida de cada día?
- Si uno come de este pan, vivirá para siempre: nosotros nos alimentamos de la Palabra de Dios y del Pan repartido, una vez a la semana o a lo mejor todos los días...¿por qué no corre la vida eterna en nuestras palabras y en nuestra experiencia humana?
b) Clave de lectura:Murmurar. ¿Qué mejor instrumento para no vivir profundamente lo que el Señor nos pide? Miles de razones, plausibles...miles justificaciones, válidas...miles motivaciones, lícitas...para no masticar una Palabra que rompe toda razón, toda justificación, toda motivación para dejar ecos nuevos de un cielo no lejano que habita en los corazones de los hombres.
v. 41. Murmuraban de Él los judíos porque había dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo". Jesús apenas había afirmado: Yo soy el pan de la vida (v.35) y he bajado del cielo (v.38) y esto provoca desacuerdo entre la gente. Judíos, término teológico en Juan, podemos considerarlo como su homónimo: los incrédulos: En realidad se trata de Galileos que se llaman Judíos a causa de su murmuración contra Cristo, porque sus palabras sobrepasan las categorías usuales. Un lenguaje familiar el del pan bajado del cielo. Los hijos de Israel conocían el pan de Dios, el maná, que en el desierto había saciado el hambre, y la precariedad de un camino de horizontes que se recorrían sin un final. Cristo, maná del hombre que en el desierto de su hambre inapagada invoca al cielo como sostén de su caminar. Único pan que quita el hambre. Las palabras de los judíos son objeciones contra la persona de Jesús y al mismo tiempo paso para introducir el tema de la incredulidad. En relación con otros pasajes en los cuales el pueblo “bisbisea” (7,12.32)) en este capítulo tenemos sobre Jesús un “murmurar” sobre lo que Él dice, o sea sobre sus palabras. Este murmurar claramente deja ver la incredulidad y la incomprensión.
v. 42. “¿No es éste Jesús el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Pues cómo dice: Yo he bajado delcielo? La ironía es sutil. Los incrédulos conocen los orígenes terrenos de Cristo, conocen ciertamente al hijo de José, pero no al Hijo de Dios. Sólo los creyentes conocen su origen transcendente por intervención directa de Dios en la Virgen Santísima. El pasaje de un lenguaje netamente material, un pan de agua y harina, a un lenguaje espiritual, un pan para el alma humana. Como otra vez en el desierto, los judíos murmuraban: no comprenden el origen ni el don de Jesús: Como en otro tiempo los padres rechazaron el maná, porque era un alimento muy ligero, ahora los hijos rechazan al Verbo hecho carne, pan bajado del cielo, pero de origen terreno. Los judíos toman de lo que Jesús había dicho, sólo la afirmación:Yo he bajado del cielo (V.38). Porque es ésta lo que da fundamento a los precedentes anuncios, al ser el pan de la vida(V.35). La pregunta. ¿No es quizás éste... está presente, en un contexto de estupor, en los evangelios sinópticos. En Mateo o en Lucas el lector a través de la narraciones de la infancia ya ha tenido conocimiento de la concepción virginal de María. En Juan los Judíos tienen delante a quien declara que ha bajado del cielo sin poner en discusión su naturaleza humana. Hijo de José, quiere decir entonces ser un hombre como todos (cfr 1,45).
v. 43-44. Jesús respondió: “No murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a mí si el Padre que me ha enviado no le trae; y yo lo resucitaré en el último día”. Jesús no parece firmarse sobre su origen divino, pero subraya que sólo el que es traído del Padre puede ir a Él. La fe es pues un don de Dios que tiene como condición la apertura de parte del hombre, la escucha... pero, ¿qué quiere decir que el Padre lo trae? ¿Es que no es libre el hombre en su caminar? La atracción es sólo en la trayectoria de un deseo escrito en aquellas tablas de carne que todo hombre lleva consigo. Es por tanto libertad plena, adhesión espontánea a la fuente del propio existir. La vida no puede ser atraída sino por la vida, sólo la muerte no se deja traer.
v. 45. En los Profetas está escrito: «Y serán todos enseñados de Dios». Todo el que oye a mi Padre y recibe su enseñanza, viene a mi. El seguimiento está determinado por un orden bien preciso. No es una invitación, es un imperativo. La palabra de Dios creadora, en vez de llamar a la luz y a las otras criaturas de la nada, llama a su imagen a participar de la nueva creación. El seguimiento no brota de una decisión autónoma o personal, sino del encuentro con la persona de Jesús y su llamada. Es un acontecimiento de gracia, no una elección del hombre. Jesús no espera una libre decisión, sino que llama con autoridad divina, como llamaba Dios a los Profetas en el Antiguo Testamento. No son los discípulos quienes eligen al Maestro como sucedía con los “rabbi” del tiempo, sino es el Maestro quien escoge los discípulos como depositarios de la herencia de Dios que es más que una doctrina o enseñanza. La llamada comporta el abandono de los familiares, de la profesión, un cambio total de existencia por una adhesión de vida que no admite espacios al autocentralismo. Los discípulos son hombres del Reino. La llamada para convertirse en discípulos de Jesús es una “llamada escatológica”. La frase del profeta del destierro babilónico dice textualmente: “y todos serán sus hijos [de Jerusalén]” en referencia a los hebreos. El uso de:“todos serán” es una expresión de la universalidad de la salvación de la que Cristo es el cumplimiento.
v. 46. No que alguno haya visto al Padre, sino sólo el que está en Dios, ése ha visto al Padre. Sólo Jesús, que viene de Dios, ha visto al Padre y lo puede revelar definitivamente. El hombre es llamado a venir de Dios. El conocimiento de Dios no es una conquista, es una proveniencia. El movimiento no es externo. Si yo busco la proveniencia externa puedo decir que tengo un padre y una madre, criaturas del mundo creado. Si yo busco la proveniencia profunda de mi significado existencial puedo decir que vengo del Padre, Creador de toda vida.
v. 47. En verdad, en verdad os digo: El que cree tiene la vida eterna. Creer a la palabra de Jesús, a su revelación, es condición para obtener la vida eterna y poder ser “amaestrado por el Padre”. Creo, me apoyo en una roca. La estabilidad no está en mi límite de creatura, ni en la realización de mi perfectibilidad humana. Todo es estable en Aquel que no tiene enganches naturales. ¿Cómo puede una criatura apoyarse sobre sí misma, cuando no es dueño de un solo instante de su vida?
v. 48. Yo soy el pan de vida. Se vuelve a presentar el tema del pan de vida que enlaza con el de la fe, y el de la vida eterna. Jesús es el verdadero pan de vida. Este versículo está ligado al 51. “Yo soy el pan vivo”. Sólo el que se alimenta de este pan, el que asimila la revelación de Jesús como pan vital, podrá vivir.
v. 49. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron. v. 50 Este es el pan que baja del cielo, para que el que lo coma no muera. El pan que baja del cielo es contrapuesto al maná que alimenta a los padres sin preservarlos de la muerte. Este pan que da la vida eterna y proviene de lo alto es el Verbo Encarnado de Dios. El tema eucarístico apuntado en algunas expresiones precedentes, ahora se convierte en central. La experiencia de la muerte terrena no contradice esta experiencia de vida si se camina por las sendas de lo transcendente. El límite no es un límite para el que se alimenta de Él.
v. 51. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre y el pan que yo le daré mi carne, para la vida del mundo. Alimento vital para el creyente será la “carne” de Jesús. El término carne (sàrx) que en la Biblia indica la frágil realidad de la persona humana de frente al misterio de Dios, ahora se refiere al cuerpo de Cristo inmolado sobre la cruz y a la realidad humana del Verbo de Dios. No es un pan de vida metafórico, o sea la revelación de Jesús, porque el pan es la misma carne del Hijo. Para la vida del mundo indica en favor y pone de relieve la dimensión sacrificial de Cristo donde por el mundo expresa la salvación que de esta dimensión brota.
c) Reflexión:Murmurar. Si nuestra murmuración fuese como la de un viento ligero haría de acompañamiento armonioso a las palabras eternas que se hacen nuestra carne: Yo soy el Pan vivo bajado del cielo.Qué sorpresa entonces, sabiendo que este Pan eterno no es un extraño, sino Jesús, el hijo de José, un hombre del que conocemos el padre y la madre. Porque el que come de este pan vive para siempre. Un Pan que nace de un amor de Padre. Estamos invitados a escuchar y a aprender para llegar a Él sobre la senda de la atracción, sobre la huella de aquella fe que permite ver. Pan con pan, Carne con carne. Sólo aquel que viene de Dios ha visto al Padre. El hombre lo ha visto cuando ha hecho de su carne el pesebre del Pan vivo. Desierto y muerte, cielo y vida. Un dulce connubio que se cumple en cada Eucaristía...sobre cada altar, aquel altar del corazón en el cual la vida del Soplo divino consuma la arcilla desfigurada del hombre perdido.
3. Oratio
Salmo 33 (32)
Por la palabra de Yahvé fueron hechos los cielos,
por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
mete en depósitos los océanos.
por el aliento de su boca todos sus ejércitos.
Él recoge, como un dique, las aguas del mar,
mete en depósitos los océanos.
Yahvé frustra el plan de las naciones,
hace vanos los proyectos de los pueblos;
pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
sus decisiones de generación en generación.
Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
sobre los que esperan en su amor,
para librar su vida de la muerte
y mantenerlos en tiempo de penuria.
hace vanos los proyectos de los pueblos;
pero el plan de Yahvé subsiste para siempre,
sus decisiones de generación en generación.
Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos,
sobre los que esperan en su amor,
para librar su vida de la muerte
y mantenerlos en tiempo de penuria.
4. Contemplatio
La experiencia del alimento que aleja del corazón el hambre, me recuerda, Señor, que podré andar de la imperfección al cumplimiento para ser espejo tuyo no anulando el hambre, sino interrogándola para no encontrar jamás en ella un homo sapiens, que no se interroga nunca, que vive sin intereses, que no quiere ver ni sentir, que no se deja tocar, que vive en el miedo, superficialmente más que en profundidad y en los sucesos se muestra quedando en posición horizontal, dormitando, o destrozando todo lo que encuentra...sino como homo vigilans, que está siempre presente a sí mismo y a los demás, capaz de apagarse en el trabajo y servicio, aquél que responsablemente no se acaba en lo inmediato, sino que sabe madurar en la larga y paciente espera, aquél que expresa todo lo que es en cada trozo de su vida, aquél que no tiene miedo de sentirse vulnerable, porque sabe que las heridas de su humanidad pueden transformarse en hendiduras a través de la cuales la vida llega con el fluir del tiempo, una Vida que, pudiendo realizar finalmente su Fin, canta al Amor con su “corazón llagado” envuelto en una “llama que consuma y no da pena” y además de encontrarlo definitivamente está dispuesta a “romper la tela”. El hambre ya no es hambre. Porque queda como dulce peso del límite, protegido por la deliciosa llaga y siempre abierto al dulce encuentro que saciará todo deseo: “Mi Amado, las montañas, los valles solitarios nemorosos, las ínsulas extrañas, los ríos sonorosos... .es como noche calma, música silenciosa, soledad sonora...¿quién podrá sanar este mi corazón llagado?... Es llama que consuma y no da pena... ¡Oh Amado rompe la tela de este dulce encuentro!