LECTIO
DIVINA DEL EVANGELIO DE LA 19ª SEMANA DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO. VIERNES
14 DE AGOSTO 2015.
SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA.
"Nosotros
Católicos aceptamos como dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de
Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta
en cuerpo y alma a la gloria del Cielo"
El método
de la Lectio Divina consiste en la lectura-escucha-meditación -orante de la
Palabra de Dios para encarnarla en la vida diaria.
1°.
ORACIÓN DE PREPARACIÓN:
María, madre de Jesús y madre mía, tú escuchaste
siempre a tu Hijo. Estrella de la mañana, refugio de los pecadores, asunta al
cielo, háblame de Él y muéstrame, por medio de esta Lectio Divina, el camino
para seguir a Cristo por el camino de la fe. Amén
2°. LECTURA DEL EVANGELIO:
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña
de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el
saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del
Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es
el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a
visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz
de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del
Señor”. María dijo entonces: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi
espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad
la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán
feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es
santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquéllos
que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de
corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de
bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió
a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido
a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre”.
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
3°.MEDITACIÓN DEL EVANGELIO:
A.
COMENTARIO INTRODUCTORIO
- Buscamos seguridad, pero a menudo experimentamos soledad y angustia. ¿Y qué decir de la muerte? Aunque lo enfoquemos de diversas formas, según la cultura y las creencias que tengamos, aunque lo evadamos en nuestro pensamiento, aunque tratemos de prolongar nuestros días en la tierra con todos los medios posibles a nuestro alcance, todos tenemos una necesidad grande de esa esperanza cierta de inmortalidad. A causa de esta necesidad se ha logrado colar la creencia en la re-encarnación y otras tantas teorías similares.
- La Asunción de María es un acontecimiento que nos afecta de cerca
- La Fiesta de la Asunción de la Virgen nos asegura que la muerte no tiene la última palabra.
- Esta fiesta nos invita a vivir en el presente el futuro prometido por Dios y adelantado en la Virgen.
- María encarnó todos aquellos valores que nos permiten comprender como el futuro de Dios se puede manifestar en las limitaciones de nuestro presente.
- La Asunción es una señal y promesa de la gloria que nos espera, cuando en el fin del mundo, nuestros cuerpos resuciten y sean reunidos con nuestras almas.
- «Hoy sube al cielo la Virgen llena de gloria, y colma de gozo a los ciudadanos celestes». « ¡Qué regalo más hermoso envía hoy nuestra tierra al cielo! Con este gesto maravilloso de amistad —que es dar y recibir— se funden lo humano y lo divino, lo terreno y lo celeste, lo humilde y lo sublime. El fruto más granado de la tierra está allí, de donde proceden los mejores regalos y los dones de más valor. Encumbrada a las alturas, la Virgen Santa prodigará sus dones a los hombres». San Bernardo
B.
REFLEXIÓN DEL PAPA FRANCISCO
«Queridos
hermanos y hermanas en Cristo:
En unión
con toda la Iglesia celebramos la Asunción de Nuestra Señora en cuerpo y alma a
la gloria del cielo. La Asunción de María nos muestra nuestro destino como
hijos adoptivos de Dios y miembros del Cuerpo de Cristo. Como María, nuestra Madre,
estamos llamados a participar plenamente en la victoria del Señor sobre el
pecado y sobre la muerte y a reinar con Él en su Reino eterno. Ésta es nuestra
vocación.
Hoy, venerando a María, Reina del Cielo, nos dirigimos a ella como Madre de la Iglesia. Le pedimos que nos ayude a ser fieles a la libertad real que hemos recibido el día de nuestro bautismo, que guíe nuestros esfuerzos para transformar el mundo según el plan de Dios....Que rechacemos los modelos económicos inhumanos, que crean nuevas formas de pobreza y marginan a los trabajadores, así como la cultura de la muerte, que devalúa la imagen de Dios, el Dios de la vida, y atenta contra la dignidad de todo hombre, mujer y niño.
Con esta celebración, nos unimos a toda la Iglesia extendida por el mundo que ve en María la Madre de nuestra esperanza. Su cántico de alabanza (en el Evangelio de hoy)nos recuerda que Dios no se olvida nunca de sus promesas de misericordia (cf. Lc 1,54-55). María es la llena de gracia porque «ha creído» que lo que le ha dicho el Señor se cumpliría (Lc 1,45). En ella, todas las promesas divinas se han revelado verdaderas. Entronizada en la gloria, nos muestra que nuestra esperanza es real; y también hoy esa esperanza, «como ancla del alma, segura y firme» (Hb 6,19), nos aferra allí donde Cristo está sentado en su gloria.
Hoy, venerando a María, Reina del Cielo, nos dirigimos a ella como Madre de la Iglesia. Le pedimos que nos ayude a ser fieles a la libertad real que hemos recibido el día de nuestro bautismo, que guíe nuestros esfuerzos para transformar el mundo según el plan de Dios....Que rechacemos los modelos económicos inhumanos, que crean nuevas formas de pobreza y marginan a los trabajadores, así como la cultura de la muerte, que devalúa la imagen de Dios, el Dios de la vida, y atenta contra la dignidad de todo hombre, mujer y niño.
Con esta celebración, nos unimos a toda la Iglesia extendida por el mundo que ve en María la Madre de nuestra esperanza. Su cántico de alabanza (en el Evangelio de hoy)nos recuerda que Dios no se olvida nunca de sus promesas de misericordia (cf. Lc 1,54-55). María es la llena de gracia porque «ha creído» que lo que le ha dicho el Señor se cumpliría (Lc 1,45). En ella, todas las promesas divinas se han revelado verdaderas. Entronizada en la gloria, nos muestra que nuestra esperanza es real; y también hoy esa esperanza, «como ancla del alma, segura y firme» (Hb 6,19), nos aferra allí donde Cristo está sentado en su gloria.
Esta
esperanza, queridos hermanos y hermanas, la esperanza que nos ofrece el
Evangelio, es el antídoto contra el espíritu de desesperación que parece
extenderse como un cáncer en una sociedad exteriormente rica, pero que a menudo
experimenta amargura interior y vacío. Esta desesperación ha dejado secuelas en
muchos de nuestros jóvenes. Que los jóvenes que nos acompañan estos días con su
alegría y su confianza no se dejen nunca robar la esperanza.
Dirijámonos
a María, Madre de Dios, e imploremos la gracia de gozar de la libertad de los
hijos de Dios, de usar esta libertad con sabiduría para servir a nuestros hermanos
y de vivir y actuar de modo que seamos signo de esperanza, esa esperanza que
encontrará su cumplimiento en el Reino eterno, allí donde reinar es servir.
Amén».
(Asunción
de la Virgen María - Daejeon, Estadio de la Copa del Mundo - Corea - 15 de
agosto de 2014
La Virgen espera tendida en su lecho
Con gran Amor la reciba su Hijo
Los apóstoles no pueden ocultar su desolación.
Y a los pies de la cama imploran su bendición.
La Madre los calma y les dice con gran emoción.
Amados hijos, ¿crees que los voy a olvidar?
¿Los ha olvidado su Señor... y mi querido hijo?
Intercederé por todos, con todo el amor de mi Corazón.
Proclamaré que mi hijo, es El Rey y Señor, y no hay otro.
Con detalle Él se lo enseñó, con su Vida, con su
Con gran Amor la reciba su Hijo
Los apóstoles no pueden ocultar su desolación.
Y a los pies de la cama imploran su bendición.
La Madre los calma y les dice con gran emoción.
Amados hijos, ¿crees que los voy a olvidar?
¿Los ha olvidado su Señor... y mi querido hijo?
Intercederé por todos, con todo el amor de mi Corazón.
Proclamaré que mi hijo, es El Rey y Señor, y no hay otro.
Con detalle Él se lo enseñó, con su Vida, con su
Muerte en Cruz, y su Sangre
derramada.
Hagan lo que Él les diga, escucharlo, y obedecer.
Evangelizar todos los pueblos, para salvar a mis hijos.
El Espíritu Santo los guíe, como lo hizo conmigo.
Me anonadé del Portento, y la Grandeza.
De la sublime, transcendencia. Qué el Padre, nos envió
Quedando mi Alma con una gracia singular...
No habiendo otra igual, en toda la humanidad.
Al ensalzarme, a tanta Gracia y Dignidad.
Bendito sea, mi Padre y mi Señor, alabado por toda la Eternidad.
Subo entre Querubines, a la Casa de Dios Padre, mi Hijo, con los Ángeles y los Santos salen al encuentro...
Con toda su Majestad, al encuentro, de su Madre, y la Esclava del Señor.
La Bienaventurada... ¡Inmaculada Concepción!
Hagan lo que Él les diga, escucharlo, y obedecer.
Evangelizar todos los pueblos, para salvar a mis hijos.
El Espíritu Santo los guíe, como lo hizo conmigo.
Me anonadé del Portento, y la Grandeza.
De la sublime, transcendencia. Qué el Padre, nos envió
Quedando mi Alma con una gracia singular...
No habiendo otra igual, en toda la humanidad.
Al ensalzarme, a tanta Gracia y Dignidad.
Bendito sea, mi Padre y mi Señor, alabado por toda la Eternidad.
Subo entre Querubines, a la Casa de Dios Padre, mi Hijo, con los Ángeles y los Santos salen al encuentro...
Con toda su Majestad, al encuentro, de su Madre, y la Esclava del Señor.
La Bienaventurada... ¡Inmaculada Concepción!
5°.
CONTEMPLACIÓN: Silencio ante la Palabra.
6°.
CONSOLACIÓN: Es sentir íntimamente el "gusto" de la Palabra de Dios.
7°.
DISCERNIMIENTO: Pensar y Discernir la Palabra.
¿Cómo
ilumina mi fe la realidad de la muerte?
¿Qué lugar
le doy a la Virgen en mi esperanza?
La Asunción
de la Virgen ¿Qué le aporta a mi experiencia de fe?
8°.
COMPARTIR: Comparto la Palabra.
9°.
DELIBERACIÓN: Tomo una decisión concreta iluminado por la Palabra.
10°. ACCIÓN
CONCRETA: Propósito del día.
Qué María
santísima, asunta hoy al cielo, sea siempre nuestra Madre, nuestra guía,
nuestra protectora y abogada, nuestra reina y nuestra compañera de camino en
esta vida hasta la eternidad!