UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL


«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

Benedicto XVI, 16 septiembre 2005


HISTORIA Y PASOS DE LA LECTIO DIVINA




INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO





domingo, 15 de diciembre de 2013

Lectio Divina : Lunes, 16 de Diciembre, 2013 : Evangelio según San Mateo 21,23-27. : (Tercera Semana del Tiempo de Adviento - Ciclo A)


Lectio Divina : 
  Lunes, 16 Diciembre, 2013  
Tercera semana de Adviento
1) Oración
Dios, creador y restaurador del hombre, que has querido que tu Hijo, Palabra eterna, se encarnase en el seno de María siempre Virgen, escucha nuestras súplicas y que Cristo, tu Unigénito, hecho hombre por nosotros, se digne hacernos partícipes de su condición divina. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelios según Mateo 21,23-27.
Llegado al Templo, mientras enseñaba se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo diciendo: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te ha dado tal autoridad?» Jesús les respondió: «También yo os voy a preguntar una cosa; si me contestáis a ella, yo os diré a mi vez con qué autoridad hago esto. 
El bautismo de Juan, ¿de dónde era?, ¿del cielo o de los hombres?» Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: `Del cielo', nos dirá: `Entonces ¿por qué no le creísteis?' Y si decimos: `De los hombres', tenemos miedo a la gente, pues todos tienen a Juan por profeta.» Respondieron, pues, a Jesús: «No sabemos.» Y él les replicó asimismo: «Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.» 
Palabra del Señor
  
Continúa
3) Reflexión
• El evangelio de hoy describe el conflicto que Jesús tuvo con las autoridades religiosas de la época después de haber echado a los vendedores del Templo. Los sacerdotes y los ancianos del pueblo quieren saber con qué autoridad Jesús hacía esas cosas al punto de entrar en el Templo y expulsar a los vendedores (cf. Mt 21,12-13). Las autoridades se consideraban dueños de todo y pensaban que nadie poder hacer nada sin su permiso. Por eso, perseguían a Jesús y trataban matarle. Algo semejante estaba aconteciendo en las comunidades cristianas de los años setenta-ochenta, época en que se escribió el evangelio de Mateo. Los que resistían a las autoridades del imperio eran perseguidos. Había otros que, para no ser perseguidos, trataba de conciliar el proyecto de Jesús con el proyecto del imperio romano (cf. Gál 6,12). La descripción del conflicto de Jesús con las autoridades de su tiempo era una ayuda para que los cristianos siguieran firmes en las persecuciones y no se dejaran manipular por la ideología del imperio. Hoy también, algunos que ejercen el poder, tanto en la sociedad como en la iglesia y en la familia, quieren controlar todo como si fueran ellos los dueños de todos los aspectos de la vida de la gente. A veces, llegan hasta perseguir a los que piensan de forma diferente. Con estas ideas y problemas en la cabeza, vamos a leer y meditar el evangelio de hoy.
• Mateo 21,23: La pregunta de las autoridades religiosas a Jesús. “Llegado al Templo, mientras enseñaba se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo diciendo: ¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te ha dado tal autoridad?" Jesús circula, de nuevo, en la enorme plaza del Templo. Luego aparecen algunos sacerdotes y ancianos para interrogarlo. Después de todo lo que Jesús había hecho, la víspera, ellos quieren saber con qué autoridad hace las cosas. No preguntan por la verdad ni por la razón que le llevó a Jesús a expulsar los demonios. Preguntan de dónde le viene la autoridad (cf. Mt 21,12-13). Piensan que Jesús tiene que rendirles cuenta. Piensan que tienen derecho a controlarlo todo. No quieren perder el control de las cosas.
• Mateo 21,24-25ª: La pregunta de Jesús a las autoridades. Jesús no se niega a responder, pero muestra su independencia y libertad y dice: “También yo os voy a preguntar una cosa; si me contestáis a ella, yo os diré a mi vez con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿de dónde era?, ¿del cielo o de los hombres?” Pregunta inteligente, simple come una paloma, y ¡astuta como una serpiente! (cf. Mt 10,16). La pregunta va a revelar la falta de honestidad de los adversarios. Para Jesús, el bautismo de Juan venía del cielo, venía de Jesús. El mismo había sido bautizado por Juan (Mt 3,13-17). Los hombres del poder, por el contrario, habían tramado la muerte de Juan (Mt14,3-12). Y así mostraron que no aceptaban el mensaje de Juan y que consideraban su bautismo como cosa de hombres y no de Dios.
• Mateo 21,25b-26: Razonamiento de las autoridades. Los sacerdotes y los ancianos se dieron cuenta del alcance de la pregunta y razonaban entre si de la siguiente manera: "Si decimos: `Del cielo', nos dirá: `Entonces ¿por qué no le creísteis?' Y si decimos: `De los hombres', tenemos miedo a la gente, pues todos tienen a Juan por profeta”. Por esto, para no exponerse, respondieron: “No sabemos”. Respuesta oportunista, fingida e interesada. El único interés de ellos era no perder su liderazgo ante la gente. Dentro de sí, ya lo habían decidido todo: Jesús debía de ser condenado a muerte (Mt 12,14).
• Mateo 21,27: Conclusión final de Jesús. Y Jesús les dijo: “Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto”. Por su falta total de honestidad, no merecen la respuesta de Jesús.
4) Para la reflexión personal
• ¿Te has sentido alguna vez controlado/a u observado/a, indebidamente, por las autoridades, en casa, en el trabajo, en la Iglesia? ¿Cuál ha sido tu reacción?
• Todos y todas tenemos alguna autoridad. También en una simple conversación entre dos personas, cada una ejerce algún poder, alguna autoridad. ¿Cómo uso el poder, cómo ejerzo la autoridad: para servir y liberar o para dominar y controlar?

5) Oración final
Muéstrame tus caminos, Yahvé,
enséñame tus sendas.
Guíame fielmente, enséñame,
pues tú eres el Dios que me salva.
En ti espero todo el día. (Sal 25,4-5)