Al contrario de lo que se cree comúnmente, el Carnaval, en su origen, era una festividad eminentemente cristiana y contenía un profundo sentido teológico. Ese espíritu festivo de unión y fraternidad era lo que la Iglesia propugnaba en los inicios del Carnaval durante la Edad Media. Su deseo era que toda la población de una ciudad participara de la fiesta sin distinciones de clases ni de sexo.
En efecto, para la Iglesia, el hombre es ontológicamente un ser pecador por llevar en su interior el pecado original. Y esta condición ocasionó que se eligiese alegóricamente los tres días anteriores a la Cuaresma como símbolos del triunfo del pecado. Por este motivo, el Carnaval comienza el domingo de quincuagésima, prosigue el lunes y martes de carnestolendas, y finaliza el miércoles de Ceniza, primer día de la Cuaresma, donde el pecador debe iniciar su arrepentimiento.
El término carnaval proviene del latín medieval "carnelevarium", que significaba "quitar la carne" y que se refería a la prohibición religiosa de consumo de carne durante los cuarenta días que dura la cuaresma
Pero como el hombre no sólo es pecador, sino reincidente, la Iglesia señalizaba este hecho permitiendo que el primer domingo de Cuaresma se reanudara el Carnaval. Ese día se recuerda, además, las tentaciones que sufrió Jesucristo por parte del demonio y se lo denomina Domingo de Tentación.
Luego del Domingo de Tentación, continúa la Cuaresma, en la cual el hombre cristiano debía efectuar una vida de contrición con ayunos y abstinencias hasta llegar a la Semana Santa y, por último, al Domingo de Resurrección, donde finaliza la Cuaresma y comienza la liturgia del triunfo de Cristo.
El Carnaval surgió en Italia y tuvo su época de esplendor entre el Renacimiento y el siglo XVIII. Se caracterizaba por el uso de disfraces y máscaras, lo cual servía para que varones y mujeres pudiesen alegrarse y desbordarse con mayor libertad. Los pecados que en ella se ensalzaban eran comprensiblemente los más naturales, y teológicamente, los menos graves: la gula y la lujuria. Con el protestantismo, el Carnaval quedó enérgicamente censurado, ya que fue calificado de diversión pagana. Por ello, en la mayoría de los países europeos donde primó la Reforma ha quedado extinguido. Pero continuó la festividad en el orbe católico.
Al continente americano, el Carnaval llegó con la "invasión" española y portuguesa y tomó características muy peculiares de cada país latino con su cultura y tradición.
Actualmente el carnaval presenta profundas diferencias en su celebración en el mundo, su característica común lamentablemente es la de ser un período de permisividad y total descontrol.
Que la alegría del carnaval nunca apague la presencia del Espíritu Santo en nosotros.
UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL
«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»
Benedicto XVI, 16 septiembre 2005