UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL


«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

Benedicto XVI, 16 septiembre 2005


HISTORIA Y PASOS DE LA LECTIO DIVINA




INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO





viernes, 7 de marzo de 2014

Benedicto XVI concede primera entrevista tras renuncia y comparte sus memorias sobre Juan Pablo II

ROMA, 07 Marzo - El diario italiano Corriere della Sera publica el 7 de marzo algunos extractos de la entrevista que Benedicto XVI, concedió al vaticanista polaco Wlodzimierz Redzioch, en la que habla de su antecesor el Beato Juan Pablo II.
Esta es la primera entrevista que concede después de su renuncia al pontificado, y forma parte del libro “Junto a Juan Pablo II. Sus amigos y colaboradores nos cuentan”, que publica en estos días en Italia la editorial Ares de cara a la Canonización del Beato Juan Pablo II el próximo 27 de abril. 
Benedicto XVI accedió a responder por escrito a las preguntas que le fueron enviadas al Vaticano el pasado mes de noviembre. Esta entrevista se muestra en el primer capítulo del libro, y es seguida por testimonios de colaboradores y amigos cercanos del Papa Juan Pablo II.
ACI Prensa tradujo al español algunos extractos publicados por el diario Corriere della Sera: 
Santidad, los nombres de Karol Wojtyla y Joseph Ratzinger están ligados de diversas maneras al Concilio Vaticano II. ¿Se conocieron durante el Concilio?
El primer encuentro consciente entre el Cardenal Wojtyla y yo ocurrió solamente durante el cónclave en el que fue elegido Juan Pablo I. Durante el Concilio ambos habíamos colaborado en la Constitución sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo, todavía en secciones distintas, de manera que no nos habíamos encontrado. [...]. Por supuesto, había oído hablar de su obra como filósofo y como pastor, y desde hacía tiempo deseaba conocerlo. Wojtyla por su parte, había leído mi Introducción al Cristianismo, donde yo citaba los ejercicios espirituales que él predicó para Pablo VI y la Curia durante la Cuaresma en el año 1976. Por eso es como si interiormente, los dos esperásemos encontrarnos.
Desde el principio sentí una gran veneración y una cordial simpatía por el Metropolita de Cracovia. Durante el pre-cónclave en 1978 él analizó para nosotros de manera increíble la naturaleza del marxismo. Pero sobre todo, percibí enseguida con fuerza, su fascinación por lo humano que emanaba de él, y por como oraba, advertí lo profundamente unido que estaba a Dios.
¿Qué sintió cuando el Santo Padre Juan Pablo II lo llamó para confiarle la dirección de la Congregación para la Doctrina de la Fe?  Juan Pablo II me llamó en 1979 para nombrarme Prefecto de la Congregación para la Educación Católica. Habían transcurrido solo dos años desde mi consagración episcopal en Múnich [...]. Le rogué al Papa que pospusiera este nombramiento [...]. En 1980 me dijo que me quería nombrar al final de 1981 Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, como sucesor del Cardenal Seper.  Como no dejaba de sentirme en la obligación de asistir a mis diócesis, para la aceptación del encargo me permití poner una condición, que además me parecía inviable. Le dije que sentía el deber de continuar publicando trabajos teológicos. Solo habría respondido afirmativamente si esto era compatible con la tarea del Prefecto. El Papa, que conmigo siempre era muy bueno y comprensivo, me dijo que se informaría sobre esas cuestiones para hacerse una idea. Cuando posteriormente lo visité, me explicó que las publicaciones teológicas eran compatibles con el trabajo como Prefecto; también el Cardenal Garrone, me dijo, había publicado trabajos teológicos cuando era Prefecto de la Congregación para la Educación Católica. De manera que acepté el encargo, consciente de la seriedad de la tarea, y sabiendo que la obediencia al Papa en ese momento requería de mi un “sí”.