(RV).- «Yo soy la
puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su
alimento. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en
abundancia» (Jn 10, 9.10b). En la catequesis del miércoles dieciocho de
noviembre, en la cercanía del Jubileo de la Misericordia, el Papa centró
su reflexión en el sentido de la puerta santa.
Familias e iglesia salgan
al encuentro con el Señor
Manifestando su deseo de
reflexionar en el umbral del Año de la Misericordia sobre el sentido de la
puerta santa, “una puerta que se abre en la Iglesia para salir al encuentro de
aquellos que por tantas razones se encuentran lejos”, el pontífice hizo presente
que también las familias están invitadas “a abrir sus puertas para salir al
encuentro de Jesús, que nos espera paciente, y que quiere traernos su bendición
y su amistad”.
Recordó que en el mundo
hay lugares en los que las puertas no se cierran con llave y que también los
hay en donde las puertas blindadas son normales, e invitó a no rendirnos a la
idea “de tener que aplicar este sistema a toda nuestra vida”, y menos aún, a la
vida de la Iglesia. “Una Iglesia que no fuera hospitalaria o una familia cerrada
en sí misma sería una realidad terrible, que mortifica el Evangelio y hace más
árido el mundo”.
La puerta es para proteger
no para rechazar
“La puerta abierta nos
habla de confianza, de hospitalidad, de acogida, -reflexionó Francisco. La
puerta es para proteger pero no para rechazar, y además no puede ser forzada,
pues la hospitalidad brilla por la libertad de la acogida. Jesús siempre llama,
siempre pide permiso. Al mismo tiempo, la puerta debe abrirse frecuentemente,
aunque sólo sea para ver si hay alguien que espera y que no tiene el valor ni
la fuerza para llamar”.
Así es como la puerta dice
muchas cosas de la casa, y también de la Iglesia. La gestión de esta puerta,
“necesita de un atento discernimiento” y al mismo tiempo, “debe inspirar una
gran confianza”.
La Iglesia es la portera
de la casa del Señor, no la patrona.
Nosotros mismos somos los
guardianes y los siervos de la Puerta de Dios que es Jesús, siguió explicando
el Papa; es Él quien elige las ovejas, no las elige el guardián, porque también
éste, obedece a la voz del Pastor. En el Evangelio de san Juan, Jesús se
compara con la puerta del redil, en el que encontramos seguridad. “Una puerta
por la que podemos entrar y salir sin temor. La Iglesia debe colaborar con
Cristo como el guardián del que habla el evangelio, escuchando la voz del
Pastor y dejando entrar a todas las ovejas que Él trae consigo”.
Concluyendo la catequesis
impartida en italiano, el Pastor de la Iglesia Universal alentó a las familias
cristianas a hacer del umbral de sus hogares, “un pequeño gran signo de la
Puerta de la misericordia y de la hospitalidad de Dios”. “Es así como la
Iglesia deberá ser reconocida en cada rincón de la tierra: como la custodia de
un Dios que llama a la puerta, como la hospitalidad de un Dios que no te cierra
la puerta con la excusa de que no eres de casa”.
Encomendarse a la familia
de Nazaret
En sus saludos dirigidos a
los peregrinos de lengua española el Obispo de Roma invitó a pedirle a la
Sagrada Familia “que supo lo que significa encontrar una puerta cerrada, que
ayude a los hogares cristianos a ser un signo elocuente de la Puerta de la
Misericordia, que se abre al Señor que llama y al hermano que viene. Que Dios
los bendiga”.