(RV).- El
Pontífice exhortó a no resistirse a la misericordia del Señor, creyendo más
importantes los propios pensamientos o una lista de mandamientos que hay que
observar.
El profeta
Jonás se resiste a la voluntad de Dios, pero al final aprende que debe obedecer
al Señor. Francisco desarrolló su homilía partiendo de la Primera Lectura,
tomada del Libro de Jonás y observó que la gran ciudad de Nínive se convierte,
precisamente, gracias a su predicación.
“Verdaderamente
hace el milagro, porque en este caso él ha dejado de lado su terquedad, ha
obedecido a la voluntad de Dios y ha hecho lo que el Señor le había mandado”.
Nínive, por
lo tanto, se convierte y ante esta conversión, Jonás, que es un hombre “no
dócil al Espíritu de Dios, se enoja”: “Jonás – dijo el Papa Bergoglio –
experimentó gran dolor y fue desdeñado”. E, incluso, “reprocha al Señor”.
Si el
corazón es duro, la misericordia de Dios no puede entrar
Por tanto,
la historia de Jonás y Nínive – explicó Francisco – se articula en tres
capítulos: el primero “es la resistencia a la misión que el Señor le
encomienda”; el segundo “es la obediencia, y cuando se obedece se hacen
milagros. La obediencia a la voluntad de Dios, y Nínive se convierte”. En el
tercer capítulo, “está la resistencia a la misericordia de Dios”:
“Estas
palabras, ‘Señor, ¿acaso no era esto lo que decía cuando yo estaba en mi país?
Porque Tú eres un Dios misericordioso y piadoso’, y yo he hecho todo el trabajo
de predicar, he hecho mi oficio bien hecho, ¿y Tú los perdonas? Es el corazón
con aquella dureza que no deja entrar la misericordia de Dios. Es más
importante mi predicación, son más importantes mis pensamientos, es más
importante todo ese elenco de mandamientos que debo observar, todo, todo, todo,
que la misericordia de Dios”.
A Jesús no
se lo entendía a causa de su misericordia
“Y este
drama – recordó el Santo Padre Francisco – también Jesús lo ha vivido con los
Doctores de la Ley, que no entendían por qué Él no dejó que lapidaran a aquella
mujer adúltera, por qué Él iba a cenar con los publicanos y los pecadores: no
entendían. No entendían la misericordia. ‘Tú eres misericordioso y piadoso’”.
El Salmo con el que hoy hemos rezado – añadió el Obispo de Roma – nos sugiere
“esperar al Señor porque con el Señor está la misericordia, y grande es con Él
la redención”.
No a los
ministros de la rigidez, el Señor nos pide misericordia
“Donde está
el Señor – afirmó Francisco – está la misericordia. Y San Ambrosio
añadía: ‘Y donde está la rigidez están sus ministros’. La testarudez que
desafía a la misión, que desafía a la misericordia”:
“Cercanos
al inicio del Año de la Misericordia, oremos al Señor para que nos haga
comprender cómo es su corazón, qué significa ‘misericordia’, qué es lo que
significa cuando Él dice: ‘¡Misericordia quiero, y no sacrificio!’. Y por esto,
en la oración Colecta de la Misa hemos rezado tanto con aquella frase tan
bella: ‘Derrama sobre nosotros tu misericordia’, porque sólo se comprende la
misericordia de Dios cuando ha sido derramada sobre nosotros, sobre
nuestros pecados, sobre nuestras miserias…”