UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL


«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

Benedicto XVI, 16 septiembre 2005


HISTORIA Y PASOS DE LA LECTIO DIVINA




INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO





viernes, 31 de enero de 2014

Homilía de Papa Francisco en la Casa de Santa Marta del Viernes 31 de Enero 2014 : Cuando el amor de Dios disminuye, se pierde el sentido del pecado

Ciudad del Vaticano, 31 de enero de 2014 (Zenit.org) 
Cuando disminuye la presencia de Dios entre los hombres, “se pierde el sentido del pecado” y así puede suceder que le hagamos pagar a otros el precio de nuestra “mediocridad cristiana”. Lo ha afirmado este viernes el papa Francisco, en la homilía de la misa matutina que ha celebrado en Santa Marta. Pidamos a Dios, ha exhortado el Papa, la gracia de que en nosotros nunca disminuya la presencia de “su reino”. 
 Un pecado grave, como por ejemplo es el adulterio, disminuido a “un problema para resolver”. La opción que elige el rey David, narrada en la primera lectura de hoy, se vuelve el espejo delante al cual el papa Francisco pone la conciencia de cada cristiano. 
David se deslumbra con Betsabé, la esposa de Urías, su general, se la apropia y envía al marido a primera línea de batalla, causándole la muerte y de hecho perpetrando un asesinato. Y a pesar de ello ni el adulterio, ni el homicidio lo afectan. “David se encuentra delante a un enorme pecado, pero el no lo siente como un pecado”, observa el Papa. “No le pasa por su mente pedir perdón. Lo que le viene en mente es: ¿cómo resuelvo ésto?”:
“A todos nosotros nos puede suceder ésto. Todos somos pecadores y todos estamos sujetos a la tentación que es el pan nuestro de cada día. Si alguno de nosotros dijese: “Yo nunca tuve tentaciones”, o eres un querubín o un poco tonto, ¿no? Se entiende... Es normal en la vida la lucha y el diablo nunca se queda tranquilo, él quiere su victoria. Pero el problema más grave -el problema más grave en esta citación- no es tanto la tentación y el pecado contra el noveno mandamiento, sino el modo en el que actúa David. Y David aquí no habla de pecado, habla de un problema que tiene que resolver. ¡Esto es un signo! Cuando el reino de  Dios disminuye, uno de los signos es que se pierde el sentido del pecado”.
Cada día, al rezar el “Padrenuestro”, nosotros le pedimos a Dios “Venga a nosotros tu Reino…”, lo que -explica el papa Francisco- quiere decir “crezca Tu Reino”. Cuando se pierde el sentido del pecado, se pierde también “el sentido del Reino de Dios” y en su lugar -subraya el Papa- emerge “una visión antropológica súper potente”, la del “yo lo puedo todo”:
“¡La potencia del hombre en lugar de la gloria de Dios! Este es el pan de cada día. Por esto la oración de todos los días a Dios ‘Venga tu Reino, crezca tu Reino’, porque la salvación no vendrá de nuestras astucias, de nuestra inteligencia al hacer negocios. La salvación vendrá de la gracia de Dios y del entrenamiento cotidiano que nosotros hacemos de esta gracia en la vida cristiana”.
“El pecado más grande de hoy es que los hombres han perdido el sentido del pecado”. El Santo Padre cita esta célebre frase de Pío XII y después centra su atención en Urías, el hombre inocente mandado a la muerte por la culpa de su rey. Urías, dice el Papa, se convierte en el emblema de todas las víctimas de nuestra inconfesada soberbia:
“Yo os confieso, cuando veo estas injusticias, esta soberbia humana, también cuando veo el peligro de que a mí mismo me suceda esto, el peligro de perder el sentido del pecado, me hace bien pensar en los muchos Urías de la historia, en los muchos Urías que también hoy sufren nuestra mediocridad cristiana, cuando nosotros perdemos el sentido del pecado, cuando nosotros dejamos que el Reino de Dios caiga… Estos son los mártires de nuestros pecados no reconocidos. Nos hará bien rezar hoy por nosotros, para que el Señor nos dé siempre la gracia de no perder el sentido del pecado, para que el Reino no disminuya en nosotros. También llevar una flor espiritual a la tumba de estos Urías contemporáneos, que pagan la cuenta del banquete de los seguros, de aquellos cristianos que se sienten seguros”.

(31 de enero de 2014) © Innovative Media Inc.