Ciudad del Vaticano,  (Zenit.org

El verdadero sacerdote, ungido por Dios para su pueblo, tiene una relación estrecha con Jesús: cuando esto falta, el sacerdote se convierte en "grasiento", un idólatra, devoto del 'dios Narciso'. Lo ha afirmado esta mañana el papa Francisco en la misa de Santa Marta. Le han acompañado el cardenal Angelo Bagnasco y un grupo de sacerdotes de la archidiócesis de Génova concelebrando la misa.
La homilía del papa Francisco la ha dedicado por entero a los sacerdotes. Comentando la primera carta de san Juan, allí donde dice que tenemos la vida eterna porque creemos en el nombre de Jesús, el papa se ha preguntado cómo es la relación de los sacerdotes con Jesús, porque "la fuerza de un sacerdote está en esta relación". Así, ha observado el Santo Padre que "Jesús, cuando crecía en popularidad, iba donde el Padre", se retiraba "a lugares desiertos para rezar". "Esta es un poco la referencia para nosotros sacerdotes - ha afirmado - si vamos o no vamos a encontrar a Jesús; ¿cuál es el lugar de Jesucristo en mi vida sacerdotal? Una relación viva, de discípulo a Maestro, de hermano a hermano, de hombre pobre a Dios, ¿o es una relación un poco artificial... que no viene del corazón?"
Francisco ha recordado que "nosotros estamos ungidos por el Espíritu y cuando un sacerdote se aleja de Jesucristo puede perder la unción. En su vida, no: esencialmente la tiene...pero la pierde. Y en vez de ser ungido termina por ser 'grasiento'. ¡Y cuánto mal hacen a la Iglesia los sacerdotes grasientos! Los que ponen su fuerza en las cosas artificiales, en la vanidad, en una actitud...en un lenguaje poco natural... Pero, cuantas veces se escucha decir con dolor: 'Pero, este es un sacerdote-mariposa!' porque siempre está en las vanidades... Este no tiene una relación con Jesucristo! Ha perdido la unción: es un grasiento".
Por tanto, el Papa ha añadido: "Nosotros sacerdotes tenemos muchos límites: somos pecadores, todos. Pero si vamos donde Jesucristo, si buscamos al Señor en la oración - la oración de intercesión, la oración de adoración - somos buenos sacerdotes, aunque si somos pecadores. Pero si nos alejamos de Jesucristo, debemos compensar esto con otras actitudes...mundanas. Y así, todas estas figuras... también el sacerdote-de negocios, el sacerdote- emprendedor... Pero el sacerdote que adora a Jesucristo, el sacerdote que habla con Jesucristo o que se deja buscar por Jesucristo: este es el centro de nuestra vida. Si no hay esto, perdemos todo. ¿Y qué daremos a la gente?"
Francisco ha pedido que "nuestra relación con Jesucristo, relación de ungidos para su pueblo crezca en nosotros sacerdotes cada día más".
El Santo Padre ha finalizado subrayando que "es bonito encontrar sacerdotes que han dado la vida como sacerdotes, de verdad, y de los que la gente dice: 'Pero, sí, tiene carácter, tiene esto, tiene aquello...pero es un sacerdote!''Y la gente tiene olfato! Sin embargo, cuando la gente ve los sacerdotes - por decir una palabra - idólatras, que en vez de tener a Jesús tienen pequeños ídolos... pequeños... algunos devotos del 'dios Narciso', también...Cuando la gente ve a estos, la gente dice: '¡Pobrecillo!' Lo que nos salva de la mundanidad y de la idolatría que nos hace grasientos, lo que nos conserva en la unción, es la relación con Jesucristo. Y hoy, a vosotros que habéis tenido la gentileza de venir a concelebrar aquí, conmigo, os deseo esto: perded todo en la vida, ¡pero no perdáis esta relación con Jesucristo! Esta es vuestra victoria. Y ¡adelante con esto!"
Texto traducido y adaptado de Radio Vaticano por Rocío Lancho García