San Ignacio de Loyola
1491 – 1556 . La cualidad primordial de San Ignacio de
Loyola fue el equilibrio en medio de la grandeza: equilibrio superior de las
facultades y equilibrio del hombre de acción y contemplativo.
Las etapas principales de la vida de Ignacio jalonan el
itinerario de la acción profunda que ejerció sobre su tiempo: el nacimiento en
el País Vasco de una antigua familia de caballeros hacia el 1493; la herida de
Pamplona (1521); la fundación de la Compañía de Jesús en París en la colina de
Montmartre (1534); la aprobación romana (1540), que señala el comienzo de una
actividad fuertemente coordinada hacia la resistencia ofrecida al
Protestantismo, y, sobre todo, hacia el trabajo en servicio de la Reforma católica,
la expansión misionera de la Iglesia y la educación cristiana de la
juventud. Mas, en la base de toda esta actividad, se
encuentran los indecibles recuerdos místicos de Manresa (1523) y toda la
experiencia espiritual, cuya imagen queda plasmada en los Ejercicios y en la
pasión que sentía Ignacio por la mayor gloria de Dios, su amor varonil a Jesús
y a Dios nuestro Señor y su entrega incondicional a la Iglesia y al
pontífice romano.
Con estos sentimientos moría Ignacio en Roma el 31 de julio
de 1556. Todos podernos hacer nuestra la oración que él dirigía con frecuencia
a Cristo: «Que te conozca íntimamente a fin de amarte con mayor amor y seguirte
con más diligencia». San Ignacio de Loyola, nacido en
Loyola-Azpeitia (España), proyectó originalmente ser soldado, pero cuando un
cañonazo francés destrozó su pierna, su carrera militar terminó abruptamente.
Digamos de pasada que su pierna fue recompuesta tan mal en
un principio que tuvo que ser rota de nuevo y otra vez recompuesta, sin el
beneficio de un anestésico. Aunque San Ignacio sea el
patrón de los soldados, también sería un buen patrón para los estudiantes
reiterativos, pues tenía más de treinta años cuando volvió a la escuela y no se
licenció hasta los cuarenta y tres.
Volver a la escuela no es tan raro hoy como en tiempos de
Ignacio. Los estudiantes más viejos tienen muchas ventajas sobre
los más jóvenes. Como desean estar en la escuela, tienden a trabajar más y a
aplicarse con mayor diligencia. Se toman en serio sus estudios porque se toman
en serio a sí mismos.
Si San Ignacio pudo asistir a clases con estudiantes a los
que doblaba en edad, para luego, además, fundar la Compañía de Jesús, una de
las órdenes religiosas más importantes del mundo, todavía tienes tiempo para
ser lo que deseas...
Oremos
Señor Dios, que suscitaste en tu Iglesia a San Ignacio de
Loyola para que extendiera más la gloria de tu nombre, concédenos que, a
imitación suya y apoyados en su auxilio, libremos tambien en la tierra el noble
combate de la fe, para que merezcamos ser coronados juntamente con él en el
cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.