San Pedro Crisólogo
San Pedro Crisólogo («Palabra de oro»), nació probablemente
en Imola hacia el 380. Cuando fue elegido como obispo de Rávena (entre 424 y
431), la antigua ciudad se hallaba en el apogeo de su grandeza imperial, bajo
el gobierno de Gala Placidia. El obispo
Pedro dio pruebas de ser un político de valer, permaneciendo
totalmente fiel a las tareas de su oficio pastoral.
Predicó mucho. Han llegado hasta nosotros cerca de 180 de
sus sermones. Se trata de breves exhortaciones (Pedro predicaba menos de un
cuarto de hora), de homilías acerca de la Escritura o del año litúrgico,
preparadas para instruir con sencillez e impulsar al pueblo cristiano a vivir
conforme al Evangelio.
No se advierten ellas ni la inspiración literaria de
Agustín, ni la teología de León Magno - los dos contemporáneos de Pedro -, pero
el pueblo de Rávena, altos dignatarios de la corte o marinos del puerto de
Classe, veían en ellas unas palabras henchidas del calor adecuado a la vez que
una enseñanza que nunca se apartaba de su vida.
El obispo se imponía a sí mismo voluntariamente el predicar
de una manera tan sencilla: «Nuestras palabras, dice, han sido sepultadas con
Cristo», «Hay que hablar al pueblo con el lenguaje del pueblo». Según la
Crónica pontifical de Rávena, el obispo Pedro I murió un 31 de julio (antes del
451).