Durante su homilía en Casa Santa Marta, el Papa habló de la
confesión. Dijo que se equivoca quien ve el confesionario como una
tintorería sonde se limpian las manchas de la conciencia.
FRANCISCO
"‘Bueno, yo voy, digo mis pecados, el sacerdote me
perdona, me dice que rece tres Avemarías y me voy en paz’. ¡Tú no has entendido
nada! Tú sólo fuiste al confesionario a realizar una operación bancaria, a
hacer un trámite de oficina. Tú no fuiste avergonzado allí por lo que hiciste.
Si no tienes conciencia de que te han perdonado, jamás podrás perdonar”.
El Papa recordó que Dios perdona sólo cuando sentimos
nuestro pecado y nos avergonzamos. Cuando te arrepientes de tus pecados y
te perdonan, entonces eres capaz de perdonar a otros.
HOMILÍA DEL PAPA EN ESPAÑOL
(Radio Vaticana)
Y el "primer paso es la vergüenza de los propios
pecados, una gracia que no podemos obtener solos. El pueblo de Dios triste y
humillado, es capaz de probar esta gracia, tal como narra el Profeta Daniel en
la Primera Lectura. Mientras el protagonista del Evangelio no logra hacerlo: se
trata del siervo perdonado por su patrón a pesar de sus grandes deudas, pero
que, a su vez, es incapaz de perdonar a sus deudores. No entendió el misterio
del perdón.
Si yo pregunto: ‘¿Pero todos ustedes son pecadores?’.
–‘Sí, padre, todos’. –‘¿Y para obtener el perdón de los pecados?
–‘Nos confesamos’. –‘¿Y cómo vas a confesarte?’. – ‘Bueno, yo voy, digo
mis pecados, el sacerdote me perdona, me dice que rece tres Avemarías y después
vuelvo en paz’. ¡Tú no has entendido nada! Tú sólo fuiste al confesionario a
realizar una operación bancaria, a hacer un trámite de oficina. Tú no fuiste
avergonzado allí por lo que hiciste. Viste algunas manchas en tu conciencia y
te equivocaste, porque creíste que el confesionario era una tintorería para
sacar las manchas. Fuiste incapaz de avergonzarte de tus pecados.
Por lo tanto, el perdón recibido de Dios, la maravilla que
hizo en tu corazón debe poder entrar en la conciencia, de lo contrario, sales,
encuentras a un amigo, a una amiga, y comienzas a hablar mal de otro, y sigues
pecando. Sólo puedo perdonar si me siento perdonado.
Si tú no tienes conciencia de ser perdonado, jamás podrás
perdonar. Jamás. Siempre está esa actitud de querer hacer las cuentas con los
demás. El perdón es total. Pero sólo se puede hacer cuando yo siento mi pecado,
me avergüenzo, tengo vergüenza, y pido perdón a Dios, y me siento perdonado por
el Padre. Y así puedo perdonar. Si no, no se puede perdonar, somos incapaces de
ello. Por esto el perdón es un misterio.
El siervo, protagonista del Evangelio del día tiene la
sensación de haberse salvado, de haber sido astuto. En cambio, no entendió la
generosidad del patrón. Y cuántas veces saliendo del confesionario sentimos
esto, sentimos que nos salvamos. Pero esto no es recibir el perdón sino
hipocresía de robar un perdón, un perdón ficticio.
Pidamos hoy al Señor la gracia de entender este ‘setenta
veces siete’. Pidamos la gracia de la vergüenza ante Dios. ¡Es una gran gracia!
Avergonzarse de los propios pecados y así recibir el perdón y la gracia de la
generosidad de darlo a los demás, porque si el Señor me ha perdonado tanto,
¿quién soy yo para no perdonar?.