El Papa Francisco hizo su más enérgica condena contra el abuso sexual por parte del clero católico, pidiendo perdón y prometiendo imponer sanciones a los "hombres de la Iglesia" que hacen daño a los niños. "Me siento obligado a asumir personalmente todo el mal que algunos sacerdotes, bastante pocos en número, obviamente no comparable con el número de todos los sacerdotes, a pedir perdón personalmente por el daño que han causado por haber abusado sexualmente de niños", dijo el Papa en declaraciones citadas por Radio Vaticano. "La Iglesia es consciente de este daño, es el daño personal, moral llevado a cabo por los hombres de la iglesia, y no vamos a dar un paso atrás con respecto a cómo vamos a hacer frente a este problema, y las sanciones que deben imponerse”, continuó Francisco. “Por el contrario, tenemos que ser aún más fuertes. Porque no se puede interferir con los niños”. Los nuevos comentarios del papa, hechos a una organización no gubernamental católica este viernes, representan un cambio de sus declaraciones anteriores sobre el abuso sexual. En una entrevista concedida a un periódico italiano en marzo, Francisco utilizó un tono defensivo, diciendo: "La Iglesia Católica es quizás la única institución pública que se ha movido con transparencia y responsabilidad. Nadie ha hecho más. Y sin embargo, la iglesia es la única que ha sido atacada". Los defensores de las víctimas de abuso sexual se criticaron los comentarios del Papa, calificándolas de un ejemplo más de que la iglesia prioriza su reputación sobre la protección de los niños. A finales de marzo, Francisco nombró un comité de ocho miembros -una mezcla de clérigos y laicos, incluyendo un sobreviviente de abuso sexual- para asesorar a la iglesia sobre la forma de proteger a los niños, castigar a los abusadores y capacitar a personal de la iglesia.
UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL
«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»
Benedicto XVI, 16 septiembre 2005