En la Iglesia hay un método de discernimiento, la llamada lectio divina, que es un modo de orar cuyo objetivo es verse como Dios nos ve y quererse como Él nos quiere. Es un procedimiento 'sapiencial', nace de la experiencia de quienes dedicaron la vida a escuchar a Dios; pone en la Palabra de Dios el criterio para la propia comprensión. Intenta que Dios nos diga quiénes somos para Él y qué es lo que quiere de nosotros.
El método de la lectio divina está abierto a todo creyente; no es del todo fácil, pero tampoco imposible de recorrer. Como todo ejercicio, requiere práctica y, sobre todo, voluntad de escucha. Tiene, básicamente, cuatro etapas (actuaciones):
1º. Leer
Lo primero que hay que hacer es leer, mejor releer, el texto desde el que se quiere escuchar la voz de
Dios. Aunque nos suene ya, o resulte conocido, el texto hay que releerlo continuamente hasta (casi)
sabérselo de memoria. ¿Qué significa lo que he leído?
2º. Meditar
Familiarizados con cuanto dice el texto, hay que aplicarlo a la propia vida. ¿Qué me dice a mí? ¿No hay nada que cambiar en mi vida para que mi vida haga realidad el texto?
3º. Orar
Quien sabe, o sospecha, lo que Dios quiere de él, entra de forma normal en oración. Y no para pedir lo que echa en falta, sino porque se da cuenta que Dios le hace falta..., para ser como Él quiere. Se pide,
entonces, lo que Dios nos está pidiendo: se hace oración la voluntad de Dios.
4º. Contemplar
Al querer hacer lo que Dios quiera de nosotros, nos estamos viendo tal y como Dios nos ve. Así se logra verse a uno mismo y a los demás, al propio mundo y al mundo exterior como Dios lo ve, bueno aunque sea aún imperfecto, valioso a sus ojos y en su corazón.