“Queridos hijos! Mi Corazón Inmaculado sangra al mirarlos a
ustedes en el pecado y en hábitos pecaminosos. Los estoy llamando: regresen a
Dios y a la oración para que sean felices en la Tierra. Dios los llama a través
de mí para que sus corazones sean esperanza y alegría para todos los que están
lejos. Que mi llamado sea un bálsamo para el alma y el corazón a fin de que
glorifiquen a Dios Creador, que los ama y los llama a la eternidad. Hijitos, la
vida es breve, aprovechen este tiempo para hacer el bien. Gracias por haber
respondido a mi llamado".
UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL
«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»
Benedicto XVI, 16 septiembre 2005