UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL
«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»
Benedicto XVI, 16 septiembre 2005
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
sábado, 18 de mayo de 2013
HOMILÍA DEL PAPA DEL VIERNES 17 DE MAYO 2013 : EL SEÑOR SIEMPRE NOS BUSCA, ESTÁ SIEMPRE CERCA: DEJEMOS QUE NOS ENCUENTRE
Al centro de la homilía del Papa Francisco de este viernes en la Casa de Santa Marte estuvo el Evangelio en el que Jesús resucitado por tres veces pregunta a Pedro si lo ama. “Es un dialogo de amor, entre el Señor y su discípulo”, explicó el Santo Padre, que recorrió la historia de los encuentros de Pedro con Jesús: desde aquel primer “Sígueme”, hasta cuando le dio un nombre nuevo: “Te llamarás Cefas, Piedra”, para indicar su misión, ya que aunque “Pedro no había entendido nada … la misión existía”. Luego, cuando Pedro lo reconoce como el Cristo e inmediatamente después dice “no” al camino de la cruz, con Jesús que responde: “Aléjate, Satanás!” y “él acepta esta humillación”.
Pedro – afirmó el Papa – a menudo “ se creía un valiente”, en el Getsemaní es “fogoso” y “toma la espada” para defender a Jesús, pero lo niega tres veces. Y cuando Jesús lo fija con aquella mirada “tan bella” - notó el Papa Francisco - Pedro llora. “En estos encuentros, Jesús va madurando el alma de Pedro, el corazón de Pedro”, lo hace madurar en el amor. Así, cuando Pedro escucha que Jesús le pregunta por tres veces : “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”, se avergüenza, porque se acuerda de cuando por tres veces había dicho que no lo conocía:
“Pedro se quedó dolorido de que por tercera vez le preguntase ‘¿Me amas?'. Este dolor, esta vergüenza … Un gran hombre, este Pedro… pecador, pecador. Pero el Señor hace sentir, a él y también a nosotros, que todos somos pecadores. El problema no es ser pecadores: el problema es no arrepentirse del pecado, no tener vergüenza de aquello que hemos hecho. Ese es el problema. Y Pedro tiene esta vergüenza, esta humildad, ¿no? El pecado, el pecado de Pedro, es un hecho que con el gran corazón que tenía Pedro, lo lleva a un encuentro nuevo con Jesús, a la alegría del perdón”.
El Señor no abandona su promesa, cuando le había dicho “Tu eres piedra”, y ahora le dice: “Apacienta mi rebaño”: “Pedro era pecador, pero no corrupto, ¿eh? Pecadores, sí, todos; corruptos, no. Una vez supe de un sacerdote, un buen párroco que trabajaba bien; fue nombrado obispo, y él se avergonzaba porque no se sentía digno, tenía un tormento espiritual. Y fue a confesarse. El confesor lo escuchó y le dijo: ‘Pero no te asustes. Si después de lo que hizo Pedro, lo han hecho Papa, ¡tú sigue adelante!’. Es que el Señor es así. El Señor es así. El Señor nos hace madurar con tantos encuentros con Él, también con nuestras debilidades, cuando las reconocemos, con nuestros pecados …”.
Pedro “se dejó moldear” por los “tantos encuentros con Jesús” y esto - afirmó el Papa – “ nos sirve a todos nosotros, porque estamos en el mismo camino”. “Pedro es un valiente” – recalcó el Pontífice – no “porque sea un valiente” sino porque “es noble, tiene un corazón noble, y esta nobleza lo lleva al llanto, lo lleva a ese dolor, a esa vergüenza y también a asumir su labor de apacentar el rebaño”.
“Pidamos hoy al Señor que este ejemplo de la vida de un hombre que se encuentra continuamente con el Señor y el Señor lo purifica, lo hace más maduro con estos encuentros, nos ayude a ir adelante, buscando al Señor y encontrándolo, realizando un encuentro con Él. Pero más que esto es importante dejarnos encontrar por el Señor: Él siempre nos busca, Él siempre está cerca de nosotros. Sin embargo, tantas veces miramos hacia otro lado porque no tenemos ganas de hablar con el Señor o de dejarnos encontrar por el Señor. Encontrar al Señor, pero es más importante dejarse encontrar por el Señor: esta es una gracia. He aquí la gracia que nos enseña Pedro. Pidamos hoy esta gracia. Así sea”. (RC-RV)