Queridos hermanos y hermanas:
La catequesis de hoy está dedicada a la oración en la segunda parte del libro del Apocalipsis, una plegaria que se orienta al mundo entero, pues la Iglesia camina en la historia y forma parte de ella. La asamblea cristiana es invitada a mirar la realidad con los ojos de Dios.
Él es inefable, pero su presencia misteriosa manifiesta su cercanía al hombre, con el que ha establecido su alianza. Su plan es inescrutable para nosotros, pero Cristo, muerto y resucitado, ha iluminado el proyecto de Dios en la historia. Al mostrarnos su victoria sobre los males que el hombre comete y lo afligen, Él nos llama a la esperanza, a no desanimarnos frente al sufrimiento. En nuestra acción de gracias, participamos en la liturgia celeste, donde nuestras oraciones son ofrecidas como incienso de suave olor. Ninguna de ellas se pierde y a ellas responde el Señor haciendo sentir su voz en la tierra. El libro del Apocalipsis, pues, nos llama a reconocer a Cristo que viene y a invocarlo, sintiendo presente su gracia.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México, Nicaragua, El Salvador, Colombia, Venezuela, Chile, Argentina y otros países latinoamericanos. Invito a todos a participar en la Eucaristía, en particular el día del Señor. Así podremos escuchar, dar gracias, contemplar y pedir perdón al Señor, a ejemplo de la asamblea orante del Apocalipsis, que lo alaba en la liturgia celeste. Muchas gracias.
Benedicto XVI
La catequesis de hoy está dedicada a la oración en la segunda parte del libro del Apocalipsis, una plegaria que se orienta al mundo entero, pues la Iglesia camina en la historia y forma parte de ella. La asamblea cristiana es invitada a mirar la realidad con los ojos de Dios.
Él es inefable, pero su presencia misteriosa manifiesta su cercanía al hombre, con el que ha establecido su alianza. Su plan es inescrutable para nosotros, pero Cristo, muerto y resucitado, ha iluminado el proyecto de Dios en la historia. Al mostrarnos su victoria sobre los males que el hombre comete y lo afligen, Él nos llama a la esperanza, a no desanimarnos frente al sufrimiento. En nuestra acción de gracias, participamos en la liturgia celeste, donde nuestras oraciones son ofrecidas como incienso de suave olor. Ninguna de ellas se pierde y a ellas responde el Señor haciendo sentir su voz en la tierra. El libro del Apocalipsis, pues, nos llama a reconocer a Cristo que viene y a invocarlo, sintiendo presente su gracia.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, México, Nicaragua, El Salvador, Colombia, Venezuela, Chile, Argentina y otros países latinoamericanos. Invito a todos a participar en la Eucaristía, en particular el día del Señor. Así podremos escuchar, dar gracias, contemplar y pedir perdón al Señor, a ejemplo de la asamblea orante del Apocalipsis, que lo alaba en la liturgia celeste. Muchas gracias.
Benedicto XVI