Estuvo dotado de un excepcional celo apostólico que se desarrollaba de mil maneras distintas en el trabajo apostólico; la predicación del Evangelio, la celebración de la reconciliación y la atención a los enfermos y a los pobres, fueron siempre su mayor desvelo.
"No hay amor más grande que dar la vida por los amigos..." (Juan 15,13); "Yo vine a traer fuego a la tierra y ¡cuánto quisiera que ya esté ardiendo!" (Lc 12,49). La Palabra de Dios animó su vida de tal modo, que se sintió abrazado por el fuego del amor del Corazón de Cristo, y trabajó, sufrió y se empeñó incansablemente para que ese fuego ardiera en todos los corazones.
Quiso asociarse a otros hermanos para que la comunión creara una pujante corriente de dinamismo misionero para la construcción del Reino de Cristo; así nació la Congregación de los Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María. La Virgen de los Dolores fue "señal de victoria" para su fundación.
Con muchas dificultades, pero con gran audacia e ilimitada confianza en la Providencia, en el año 1912, los Misioneros de los Sagrados Corazones, encabezados por el P. Juan Terracciano, llegaron a Argentina. La comunidad sintió que se realizaba en plenitud el ideal misionero del Padre fundador, quien había intuido que él o sus hijos debían misionar "más allá de las fronteras" de su propia patria.
En esta tierra rioplatense, se establecieron en la ciudad de Buenos Aires, poniéndose al servicio del ministerio parroquial en la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores. De allí partieron para otras fundaciones. Capital Bermúdez, Provincia de Santa Fe, en 1938, trabajando en la Parroquia San Roque desde su nacimiento y fundando el Colegio Cayetano Errico.
Montevideo, en la República Oriental del Uruguay, en el mismo 1938, ejerciendo el ministerio parroquial en las Parroquias Sagrados Corazones y Nuestra Señora de Pompeya.
Estados Unidos, en 1953, donde surgieron varias comunidades sacricordianas que se dedicaron a diversos ministerios apostólicos entre ellos el parroquial.
República Eslovaca, en 1994, donde comenzó a funcionar un centro de promoción vocacional.
Siguieron luego la fundaciones en otros Países : India, Indonesia, Nigeria, Colombia....
Sintiéndose herederos y continuadores del ideal misionero-sacricordiano del Padre Cayetano Errico, hoy, los Misioneros de los Sagrados Corazones participan en la Misión de la Iglesia a través de diversos ministerios:
El apostolado de la palabra: las misiones populares, la predicación y la catequesis.
El ministerio parroquial desarrollado con espíritu misionero.
La atención de escuelas y otras instituciones de asistencia y promoción humana, según la necesidad de cada lugar donde haya una comunidad sacricordiana.
Las misiones entre los no-creyentes, "más allá de las fronteras" de la propia patria.
Hacia fines de setiembre de 1824, en su retiro anual, Cayetano se recogió en oración, cuando San Alfonso, no tardó en aparecérsele. Al verlo, Cayetano, comenzó a hablarle, sus palabras salían a borbotones, necesitaba desahogarse de las barreras y dificultades que estaba atravesando en ese momento. El amable santo, con rostro risueño, lo dejó hablar, restó importancia a sus quejas y le animó a obrar porque era voluntad de Dios y "al querer divino no hay quien se oponga".
Le señaló a la Virgen Dolorosa que resplandecía como aurora en ese cielo paradisíaco, diciéndolo: "Este es el signo de la voluntad de Dios y en este signo vencerás".
Le señaló a la Virgen Dolorosa que resplandecía como aurora en ese cielo paradisíaco, diciéndolo: "Este es el signo de la voluntad de Dios y en este signo vencerás".
En el año 1825, Año Jubilar para Roma, el Padre Errico retornó puntualmente a Pagani para su retiro anual. Como en años anteriores, San Alfonso volvió a aparecérsele repitiendo su mismo mensaje. Al saberlo, el Padre Ríspoli "apremió fuertemente" a Cayetano, para que obligara al párroco a cooperar por la construcción de una Iglesia.
Al año siguiente, 1826, sería Año Jubilar en Nápoles, allí decidió hablarle a la gente sobre el mensaje de San Alfonso. Era el 14 de mayo, solemnidad de Pentecostés cuando el Padre escribió lo que sigue: "Yo entré a las 17.30 en la Iglesia y la hallé atestada de gente casi en lágrimas, porque creía que el mensaje se refería a mi alejamiento del pueblo. A las 21, el párroco subió al púlpito y exhortó a la gente a acoger convenientemente la palabra de Dios. Después, subí al púlpito yo, hablando de que Dios no ve como los hombres. Los hombres se fijan en las apariencias. Dios mira lo más secreto del corazón (s. 16,7). Luego manifesté que el mensaje divino, no se refería a mi alejamiento, sino que el Señor quería la construcción de una iglesia dedicada a la Santísima Virgen Dolorosa".
La iglesia, según la orden recibida por San Alfonso, debía ser dedicada a la Virgen Dolorosa. Para corresponder a sus anhelos y a las esperanzas de los devotos, Cayetano se preocupó para que un artista le pintara un cuadro de la Virgen Dolorosa. Representaba a la Virgen con las manos juntas y los ojos dirigidos al cielo, rodeada de ángeles que llevaban los símbolos de la pasión.
Verzella, que era uno de los más notables escultores en madera de aquel entonces, talló una estatua de la Virgen, y luego varias, porque ninguna de ellas, se parecía a la Virgen Dolorosa que Cayetano había contemplado con ojos de asombro y que le había sonreído y alentado durante las duras luchas.
Llevaban tallada diez u once estatuas, hasta que Cayetano exclamó: "¡Es Ella misma!"
"El grupo escultórico representa a la Virgen al pie de la cruz, teniendo a su izquierda al ángel consolador y a su derecha dos angelitos simbólicos. De su rostro suavísimo respira un dolor profundo, combinado con una calma que subyuga. En su angustia mortal están presentes la humilde docilidad de la Anunciación y el sublime presentimiento de la resurrección. El dolor cristiano no podía tener una representación plástica más feliz".
El 13 de diciembre de 1927, fiesta de santa Lucía, fue el día de la colocación de la piedra basal. Toda la población de Secondigliano, participó con su entusiasmo. Hubo cantos y estandartes.
En el año 1835, la imagen hizo su solemne ingreso en Secondigliano y toda la población salió a su encuentro, y las palabras de Cayetano motivaron y excitaron aún más la devoción popular.
Desde ese día, el pueblo de Secondigliano asoció su piedad mariana y su cariño al Padre Cayetano en un solo amor. "La Virgen del Padre Cayetano" fue la fórmula escogida y privilegiada de la devoción popular.
Como toda madre es en el hogar luz y motor, fuente de vida y alegría, "La Virgen del Padre Cayetano" fue Reina y Madre de Misericordia para toda la población. Quien quería gracias y consuelos, se arrodillaba a los pies de la Virgen del Padre Cayetano, recibiendo señalados favores celestiales.
Durante las epidemias de cólera de los años 1836-1837, de 1854 y 1884, durante las erupciones del Vesubio en los años 1854-55 y 1906 y durante la primera y segunda guerra mundial, la gente en su desamparo, levantó sus pupilas esperanzadas hacia la Virgen, trono de toda gracia, y de muchas maneras gozó de su maternal protección.