UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL


«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

Benedicto XVI, 16 septiembre 2005


HISTORIA Y PASOS DE LA LECTIO DIVINA




INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO





sábado, 19 de noviembre de 2011

Lectio Divina : Domingo 20 de Noviembre 2011 : Evangelio según San Mateo 25,25, 31-46. : (34ª Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo A -)

 Lectio Divina : 
Domingo, 20 Noviembre, 2011
Evangelio según San Mateo 25,25, 31-46. 
(34ª Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo A -)
  Jesucristo, Rey del Universo Solemnidad
1. Oración inicial

Espíritu de verdad, enviado por Jesús para conducirnos a la verdad toda entera, abre nuestra mente a la inteligencia de las Escrituras. Tú, que descendiendo sobre María de Nazareth, la convertiste en tierra buena donde el Verbo de Dios pudo germinar, purifica nuestros corazones de todo lo que opone resistencia a la Palabra. Haz que aprendamos como Ella a escuchar con corazón bueno y perfecto la Palabra que Dios nos envía en la vida y en la Escritura, para custodiarla y producir fruto con nuestra perseverancia.
2. Lectura


a) El contexto:

Nuestro texto forma parte de un discurso escatológico (24, 1-25, 46) pronunciado por Jesús en el monte de los Olivos a sus discípulos aparte (24, 3). El discurso parte del anuncio de la destrucción de Jerusalén para hablar del fin del mundo. Los dos sucesos se confunden como si fuesen uno solo. Esta parte del discurso termina con la venida del Hijo del hombre con gran poder y gloria. El enviará a sus ángeles a reunir a todos sus elegidos (24, 30-31). En este punto el flujo cronológico de los hechos anunciados se interrumpe con la inserción de algunas parábolas sobre la necesidad de vigilar para no ser sorprendidos a la llegada del Hijo del hombre (24, 24-31). El discurso escatológico encuentra su culmen literario y teológico en nuestro texto que, reanudándolo en 24, 30-31, vuelve a hablar de la venida del Hijo del hombre acompañado de los ángeles. La reunión de los elegidos toma aquí la forma de un juicio final.

Mt 25, 31-46



b) El texto:
Evangelio según San Mateo 25,31-46.
Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.
Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.
Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'.
Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.
Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'.
Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'.
Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'.
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna". 

Palabra del Señor
Continúa....▼
3. Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.



4. Algunas preguntas

para ayudarnos en la reflexión personal.

a) ¿Cuál es el criterio de separación que usa Jesús?
b) ¿Quiénes son los hermanos más pequeños con los que Jesús se identifica?
c) ¿ Cómo ha demostrado Jesús en su vida su predilección por los últimos?
d) ¿Cuáles son los hermanos más pequeños de Jesús que yo encuentro?
e) ¿Soy capaz de ver, amar y servir a Jesús en ellos?



5. Una clave de lectura

para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.

El Hijo del hombre:

Hijo del hombre es una expresión semítica que significa simplemente un ser humano ( ver por ejemplo el paralelismo entre "hombre" e "hijo del hombre" en Sal 8,5). Así la usa frecuentemente el libro de Ezequiel donde Dios se dirige al profeta como "hijo del hombre" (2,1.3.6.8; 1.2.4.10.16+) para resaltar la distancia entre Dios que es transcendente y el profeta que es un simple hombre. Sin embargo en Daniel 7,13-14 la expresión adquiere un significado particular. El profeta ve " aparecer sobre las nubes del cielo uno semejante a un "hijo de hombre" que recibe de Dios "poder, gloria, y reino". Se trata sin duda de un ser humano, que no obstante esto, es introducido en la esfera de Dios. El texto ha sido interpretado siempre en sentido mesiánico, sea en sentido personal como colectivo. Por tanto, se trate de una persona o se trate del Pueblo de Dios en su conjunto, el Hijo del hombre es el Mesías que inaugura el Reino de Dios, eterno y universal.
La aplicación del título "Hijo del hombre" a Jesús teniendo de fondo a Daniel 7, 13-14 es difundidísima en los evangelios. Se encuentra también en las Actas 7, 56 y en el Apocalipsis 1, 13 y 14,14. Los especialistas piensan que ha sido el mismo Jesús quien se ha dado a sí mismo este título. En el evangelio de Mateo se ha puesto en boca de Jesús particularmente cuando Él habla de su pasión (17, 12.22; 20, 18.28), de su resurrección como suceso escatológico ( 17, 19; 26,64) y de su venida gloriosa (24, 30; y 25, 31, inicio de nuestro texto).

Jesús rey, juez y pastor:

Mateo da también a Jesús el título de rey (1,23; 13, 41; 16, 28; 20, 2). La realeza de Dios es un tema muy querido en la Biblia. Porque es el Hijo de Dios, Jesús reina junto al Padre. En nuestro texto el rey es Jesús, pero Él ejercita su realeza en estrecha relación con el Padre. Los elegidos son los "benditos de mi Padre" y el reino al cual son invitados a entrar, es un reino preparado para ellos por Dios, como indica la forma pasiva del verbo. Esta forma verbal, dicha pasiva divina, se encuentra a menudo en la Biblia y tiene siempre a Dios como sujeto implícito. En este texto el reino viene a indicar la vida eterna.
Como en Daniel, 7 (ver en particular los versículos 22, 26 y 27), también en nuestro texto la realeza del Hijo del hombre está ligada al juicio. El rey, especialmente en la antigüedad, ha sido siempre considerado como el juez supremo. El juicio que hace Jesús es un juicio universal, un juicio que compromete a todas las gentes (ver v. 32). Sin embargo, no es un juicio colectivo. No son los pueblos los que serán juzgados, sino las personas particulares.
Igualmente unida a la realeza está el simbolismo pastoral. En la antigüedad el rey se presentaba a menudo como pastor de su pueblo. También el Antiguo Testamento habla de Dios, rey de Israel, como pastor (ver por ejemplo Sal 23; Is 40, 11; Ez 34) y el Nuevo Testamento aplica el título también a Jesús (Mt 9, 36; 26, 31; Jn 10). Los pastores de Tierra Santa en los tiempos de Jesús llevaban a pastar rebaños mixtos, compuestos de ovejas y cabras. Al atardecer los separaban porque las ovejas duermen al sereno, mientras las cabras prefieren ponerse bajo cobijo. En nuestro texto las ovejas representan a los elegidos porque son de mayor valor económico que las cabras y también por su color blanco que a veces en la Biblia significa la salvación.

"Mis hermanos más pequeños":

Tradicionalmente se interpretaba este pasaje evangélico como la identificación de Jesús con los pobres y los marginados. Jesús juzgaría a todos y particularmente a aquéllos que no han tenido la oportunidad de conocer su evangelio, en base a la misericordia que han demostrado por los pobres. Todos tienen la oportunidad de aceptarlo o rechazarlo, si no personalmente, al menos, en la persona del indigente con el que se identifica.
La exégesis contemporánea tiende a leer el texto en sentido más eclesiológico. Poniéndolo en estrecha relación con Mateo 10, 40-42, los exegetas insisten que aquí no se trataría de filantropía, sino de la respuesta al evangelio del reino que es llevado por los hermanos de Jesús, no sólo los jefes de la Iglesia sino de todo hermano, aun el más significante.
Las naciones, es decir los paganos, son por tanto invitados a acoger a los discípulos de Jesús que predican el evangelio y sufren por él, como si estuviesen acogiendo al mismo Jesús en persona. Los cristianos, por su parte, están invitados a la hospitalidad generosa con sus hermanos que se hacen predicadores itinerantes por causa del evangelio, sufriendo persecuciones (ver 2Jn 5-8). Así demostrarían la autenticidad de su propio empeño de discipulado.
En el contexto del evangelio de Mateo esta segunda interpretación es probablemente la más precisa. Sin embargo en el contexto de la Biblia entera (ver por ejemplo Is 58, 7; Sant 2, 1-9; Jn 3, 16-19) no se puede descartar completamente la primera.



6. Salmo 72

El Rey-Mesías promueve la justicia y la paz

Confía, oh Dios, tu juicio al rey,
al hijo de rey tu justicia:
que gobierne rectamente a tu pueblo,
a tus humildes con equidad.

Produzcan los montes abundancia,
justicia para el pueblo los collados.
Defenderá a los humildes del pueblo,
salvará a la gente pobre
y aplastará al opresor.
Durará tanto como el sol,
como la luna de edad en edad;
caerá como lluvia en los retoños,
como rocío que humedece la tierra.

Florecerá en sus días la justicia,
prosperidad hasta que no haya luna;
dominará de mar a mar,
desde el Río al confín de la tierra.

Ante él se doblará la Bestia,
sus enemigos morderán el polvo;
los reyes de Tarsis y las islas
traerán consigo tributo.
Los reyes de Sabá y de Seba
todos pagarán impuestos;
ante él se postrarán los reyes,
le servirán todas las naciones.

Pues librará al pobre suplicante,
al desdichado y al que nadie ampara;
se apiadará del débil y del pobre,
salvará la vida de los pobres.
La rescatará de la opresión y la violencia,
considerará su sangre valiosa;
(que viva y le den el oro de Sabá).

Sin cesar rogarán por él,
todo el día lo bendecirán.
La tierra dará trigo abundante,
que ondeará en la cima de los montes;
sus frutos florecerán como el Líbano,
sus espigas como la hierba del campo.
¡Que su fama sea perpetua,
que dure tanto como el sol!
¡Que sirva de bendición a las naciones,
y todas lo proclamen dichoso!

¡Bendito Yahvé, Dios de Israel,
el único que hace maravillas!
¡Bendito su nombre glorioso por siempre,
la tierra toda se llene de su gloria!
¡Amén! ¡Amén!



7. Oración final

Señor Dios, tú has constituido a tu Hijo Jesús rey y juez universal. Él vendrá al final de los tiempos para juzgar a todas las naciones. Él viene cada día a nosotros de mil formas y nos pide que lo acojamos. Lo encontramos en la Palabra y en el partir del pan. Y lo encontramos también en los hermanos partidos y desfigurados por el hambre, la opresión, la injusticia, la enfermedad, el rechazo de la sociedad. Abre nuestros corazones para saber acogerlo en el hoy de nuestra vida, para ser por Él acogidos en la eternidad del cielo.
Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.