UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL


«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

Benedicto XVI, 16 septiembre 2005


HISTORIA Y PASOS DE LA LECTIO DIVINA




INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO





jueves, 20 de octubre de 2011

Lectio Divina : Jueves 20 de Octubre 2011 : Evangelio según San Lucas 12,49-53. : (29ª Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo A -)

Lectio Divina : 
Jueves, 20 Octubre, 2011
Evangelio según San Lucas 12,49-53. 
(29ª Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo A -)
1) Oración inicial
Dios todopoderoso y eterno, te pedimos entregarnos a ti con fidelidad y servirte con sincero corazón. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Evangelio según San Lucas 12,49-53.
Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!
Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!
¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división.
De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres:
el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra". 
Palabra del Señor
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3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos presenta algunas frases sueltas de Jesús. La primera sobre el fuego sobre la tierra la tiene sólo Lucas. Las otras tienen frases más o menos paralelas en Mateo. Esto nos remite al problema del origen de la composición de estos dos evangelios que hizo correr ya mucha tinta a lo largo de los últimos dos siglos y se resolverá plenamente sólo cuando podamos conversar con Mateo y Lucas, después de nuestra resurrección.
• Lucas 12,49-50: Jesús, vino a traer fuego sobre la tierra.   "Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!
Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!” La imagen del fuego vuelve muchas veces en la Biblia y no tiene un sentido único. Puede ser imagen de la devastación y del castigo y puede también ser la imagen de la purificación y de la iluminación (Is 1,25; Zc 13,9). Puede evocar hasta protección como vemos en Isaías: Si pasas en medio de las llamas, no te quemarás” (Is 43,2). Juan Bautista bautizaba con agua, pero después de él, Jesús habría de bautizar por medio del fuego (Lc 3,16). Aquí, la imagen del fuego es asociada a la acción del Espíritu Santo que descendió el día de Pentecostés bajo la imagen de lenguas de fuego (He 2,2-4). Las imágenes y los símbolos no tienen nunca un sentido obligatorio, totalmente definido, que no permita divergencia. En este caso ya no sería ni una imagen, ni un símbolo. Es típico de la naturaleza del símbolo el provocar la imaginación de los oyentes y de los espectadores. Dejando la libertad a los oyentes, la imagen del fuego combinado con la imagen del bautismo indica la dirección en la que Jesús quiere que la gente dirija su imaginación. El bautismo es asociado con el agua y es siempre expresión de un compromiso de Jesús con su pasión:. ¿Podéis ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?» . (Mc 10,38-39).
• Lucas 12,51-53: Jesús vino a traer la división. Jesús habla siempre de paz (Mt 5,9; Mc 9,50; Lc 1,79; 10,5; 19,38; 24,36; Jo 14,27; 16,33; 20,21.26). Entonces ¿cómo entender la frase del evangelio de hoy que parece decir lo contrario: ¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división”. Esta afirmación no significa que Jesús estuviera a favor de la división. ¡No! Jesús no quiere la división. El anuncio de la verdad que él, Jesús de Nazaret, era el Mesías se volvió motivo de mucha división entre los judíos. Dentro de la misma familia o de la comunidad, unos estaban a favor y otros radicalmente en contra. En este sentido la Buena Noticia de Jesús era realmente una fuente de división, una “señal de contradicción” (Lc 2,34) o como decía Jesús:
De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres:
el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra”. Era lo que estaba ocurriendo, de hecho en las familias y en las comunidades: muchas divisiones, mucha discusión, como consecuencia del anuncio de la Buena Noticia entre los judíos de aquella época, unos aceptando, otros negando. Lo mismo vale para el anuncio de la fraternidad como valor supremo de la convivencia humana. No todos concordaban con este anuncio, pues preferían mantener sus privilegios. Por esto, no tenían miedo de perseguir lo que anunciaban la fraternidad y el compartir. Esta es la división que surgía y que está en el origen de la pasión y de la muerte de Jesús. Era lo que estaba aconteciendo. Lo que pensaba la gente. Jesús quiere la unión de todos en la verdad (cf. Jn 17,17-23). Hasta hoy es así. Muchas veces, allí donde la Iglesia se renueva, el llamado de la Buena Noticia se vuelve una “señal de contradicción” y de división. Personas que durante años vivieron acomodadas en la rutina de su vida cristiana, y que ya no quieren ser incomodadas por las “innovaciones” del Vaticano II. Incomodadas por los cambios, usan toda su inteligencia para encontrar argumentos en defensa de sus opiniones y para condenar los cambios como contrarios a lo que ellas piensan ser la verdadera fe.
4) Para la reflexión personal
• Buscando la unión, Jesús era causa de división. ¿Te ocurrió lo mismo alguna vez?
• Ante los cambios en la Iglesia, ¿cómo me sitúo?
5) Oración final
¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé,
que la alabanza es propia de hombres rectos!
¡Dad gracias a Yahvé con la cítara,
tocad con el arpa de diez cuerdas; (Sal 33,1-2)