Sí, "pero hasta un cierto punto." El peligro de la tibieza, de una fe hecha de cálculos y de pasos retenidos, siempre está al acecho. Y el Papa Francisco saca a la luz el argumento, de un modo que no deja lugar a excusas. El punto de partida, es el Evangelio de Lucas, en el pasaje donde Jesús pregunta primero a sus discípulos qué dice la gente sobre él y luego qué dicen ellos mismos, hasta la respuesta de Pedro: "El Cristo de Dios". "Esta pregunta se dirige también a nosotros", dice el Papa, que enumera inmediatamente después una serie de respuestas de las que se filtra la esencia de una fe madura a medias. "¿Para ti quién soy yo? ¿El propietario de esta empresa, un buen profeta, un buen maestro, uno que hace que tu corazón se sienta bien? ". Soy "uno que camina contigo en la vida, que te ayuda a seguir adelante, a ser un poco 'bueno?" Sí, es cierto, pero la cosa no acaba ahí:
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"Fue el Espíritu Santo quien tocó el corazón de Pedro para decir quien es Jesús: Si es Cristo, el Hijo del Dios vivo, es un misterio, ¿eh? ¿Quién puede explicarlo... ¡Pero él lo dijo! Y si cada uno de nosotros, en su oración, mirando el tabernáculo, dice al Señor: Tú eres Cristo, el Hijo del Dios vivo", primero no lo puede decir por sí mismo, tiene que ser el Espíritu Santo quien lo diga en él. Y, segundo, prepárate, porque Él responderá: “Es cierto".A la respuesta de Pedro, Jesús le pide que no lo diga a nadie y luego anuncia su Pasión, su muerte y su Resurrección. Y aquí, el Papa Francisco recuerda la reacción de la cabeza de los Apóstoles, como se describe en el Evangelio de San Mateo, que declara: "Esto nunca sucederá." "Pedro - comenta el Papa - se asusta, se escandaliza", ni más ni menos que otros cristianos que dicen: "¡Nunca va a pasar esto! Voy a seguirte hasta aquí". Una forma -aguijonea el Papa Francisco - de "seguir a Jesús para conocerlo hasta un cierto punto".
"Y esta es la tentación del bienestar espiritual. Tenemos todo: tenemos la Iglesia, tenemos a Jesucristo, los sacramentos, la Virgen María, todo, un buen trabajo para el Reino de Dios; todos somos muy buenos, todo el mundo. ¡Porque tenemos que pensar esto. Porque si pensamos lo contrario es pecado! Pero no basta. Con el bienestar espiritual hasta un cierto punto. Como aquel joven que era rico: quería ir con Jesús, pero hasta cierto punto. Falta esta última unción del cristiano, para ser un cristiano de verdad: la unción de la cruz, la unción de la humillación. Él se humilló a sí mismo hasta la muerte, la muerte de todo. Esta es la piedra de toque, la verificación de nuestra realidad cristiana: Soy un cristiano de cultura y bienestar? o ¿Soy un cristiano que acompaña al Señor hasta la cruz? El signo está en la capacidad de llevar las humillaciones".
El escándalo de la cruz, sin embargo, sigue bloqueando a muchos cristianos. Todos – constata el Papa Francisco - quieren resurgir, pero "no todos" tienen la intención de hacerlo por el camino de la cruz. Y, es más, se quejan de la afrentas y de los daños sufridos, comportándose contrariamente a lo que hizo Jesús y que nos pide que imitemos:
"La comprobación de si un cristiano es un cristiano de verdad está en su capacidad de llevar con alegría y paciencia las humillaciones, pero esto es algo que no gusta... Hay muchos cristianos que, mirando al Señor, piden humillaciones para parecerse más a Él. Esta es la elección: o bien ser cristiano de bienestar - ¡que irás al Cielo, y te salvarás seguro!- o cristiano cercano a Jesús, por el camino de Jesús".
(ER-RV)