UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL


«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

Benedicto XVI, 16 septiembre 2005


HISTORIA Y PASOS DE LA LECTIO DIVINA




INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO





domingo, 22 de septiembre de 2013

Homilía de Papa Francisco del Viernes 20 de Septiembre en Santa Marta : Todos la hemos sentido, no una: ¡tantas veces!



(RV).- (Audio y video) RealAudioMP3 Dejémonos mirar por Jesús, su mirada cambia la vida: lo dijo el Papa Francisco la mañana del sábado, durante la Misa en la Casa de Santa Marta, comentando el Evangelio que narra la conversión de San Mateo. Jesús mira a los ojos a Mateo, un recaudador de impuestos, un pecador. El dinero es su vida, su ídolo. Pero ahora – afirmó Francisco – siente “en su corazón la mirada de Jesús que lo observaba”:
Y aquella mirada lo envolvió totalmente, le cambió la vida. Nosotros decimos: lo ha convertido. Le ha cambiado la vida. “Apenas sintió en su corazón aquella mirada, se levantó y lo siguió”. Y esto es verdad: la mirada de Jesús nos levanta siempre. Una mirada que nos eleva, que jamás te deja ahí , ¿eh?, jamás. Jamás te abaja, jamás te humilla. Te invita a levantarte. Una mirada que te hace crecer, ir adelante, que te da valor, porque te quiere. Te hace sentir que Él te quiere. Y esto da aquel valor para seguirlo: “Y él se levantó y lo siguió”.

Continúa


La mirada de Jesús – subrayó el Papa – no es algo “mágico: Jesús no era un especialista en hipnosis”. “Jesús miraba a cada uno, y cada uno se sentía mirado por Él, como si Jesús dijese su nombre … Y esta mirada cambiaba la vida, a todos”. De esta manera cambió a Pedro, que después de haberlo renegado encuentra su mirada y llora amargamente. Luego está la última “mirada de Jesús sobre la Cruz: mira a la mamá, miró al discípulo y nos dijo, con aquella mirada, nos dijo que su mamá era la nuestra y que la Iglesia es madre. Con una mirada”. Luego miró al Buen Ladrón y una vez más a Pedro, “asustado, luego de la Resurrección, con aquellas tres preguntas: ‘¿Me amas?’. Una mirada que lo hacía avergonzarse. Nos hará bien pensar, rezar sobre esta mirada de Jesús – subrayó el Papa – y también dejarse mirar por Él”. Jesús, ahora, va a la casa de Mateo y mientras se sienta a la mesa llegan muchos pecadores: “se había corrido la voz. Y toda la sociedad – pero no la sociedad limpia – se sintió invitada a aquel convite”, como ocurre en la parábola del rey que ordena a los criados ir a buscar a los cruces de los caminos para invitar al banquete nupcial del hijo a todos los que encuentren, buenos y malos:

Y los pecadores, publicanos y pecadores, sentían … pero, Jesús los había mirado y aquella mirada de Jesús sobre ellos creo fue como un soplo sobre las brasas, y ellos sintieron que había fuego dentro, aun, y que Jesús los hacia subir, les devolvía la dignidad. La mirada de Jesús siempre nos hace dignos, nos da dignidad. Es una mirada generosa. “Pero mira qué Maestro: ¡come con la podredumbre de la ciudad!”: pero bajo esa podredumbre estaban las brasas del deseo de Dios, las brasas de la imagen de Dios que querían que alguno las ayudase a convertirse en fuego. Y esto lo hacía la mirada de Jesús.
“Todos nosotros, en la vida – concluyó el Papa - hemos sentido esta mirada, y no una vez: ¡tantas veces! Quizás en la persona de un sacerdote que nos enseñaba la doctrina o nos perdonaba los pecados … quizás en la ayuda de personas amigas”:

Pero, todos nosotros nos encontraremos delante de aquella mirada, aquella mirada maravillosa. Y vamos adelante en la vida, con la certidumbre que Él nos mira. Pero también Él nos espera para mirarnos definitivamente. Y aquella última mirada de Jesús sobre nuestra vida será para siempre, será eterna. Lo pido a todos los Santos que han sido mirados por Jesús, que nos preparen a dejarnos mirar en la vida, y que nos preparen también a aquella última – ¡y primera! – mirada de Jesús.(RC-RV
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