UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL


«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

Benedicto XVI, 16 septiembre 2005


HISTORIA Y PASOS DE LA LECTIO DIVINA




INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO





sábado, 22 de junio de 2013

Papa Francisco : Homilía del Sábado 22 de Junio 2013 en Santa Marta : Las riquezas y las preocupaciones del mundo “sofocan la Palabra de Dios”.


(RV).- (Audio) RealAudioMP3 Las riquezas y las preocupaciones del mundo “sofocan la Palabra de Dios”. Lo afirmó el Papa Francisco en la Misa de esta mañana en la Casa de Santa Marta. El Papa subrayó que nuestra vida está apoyada sobre tres columnas: elección, alianza y promesa, agregando que debemos confiarnos al Padre en el vivir el presente sin temor por aquello que sucederá. En la Misa, concelebrada entre otros por el obispo de Santa Clara, Cuba, mons. Arturo González, participó un grupo de empleados de los Museos Vaticanos.

“Nadie puede servir a dos patrones”. Francisco centró su homilía partiendo de las palabras de Jesús que, en el Evangelio de hoy toca el tema de las riquezas y de las preocupaciones. Jesús, dijo el Pontífice, tiene “una idea clara sobre esto”: son “las riquezas y las preocupaciones del mundo” las que sofocan la Palabra de Dios, son estas las espinas que sofocan la semilla caída en la tierra, de la que se narra en la Parábola del Sembrador:
“Las riquezas y las preocupaciones del mundo - se explica aquí – sofocan la Palabra de Dios y no la dejan crecer. Y la Palabra muere, porque no es custodiada: es sofocada. En aquel caso se sirve a la riqueza o se sirve a la preocupación, pero no se sirve a la Palabra de Dios. Y también esto tiene un sentido temporal, porque la Parábola es un poco construida – el discurso de Jesús en la Parábola – sobre el tiempo, ¿no? No se preocupen por el mañana, de qué cosa se hará mañana… Y también la Parábola del Sembrador está construida sobre el tiempo: siembra, luego viene la lluvia y crece. ¿Qué cosa hace en nosotros, qué cosa hacen las riquezas y qué cosa hacen las preocupaciones? Simplemente nos quitan tiempo”.
Toda nuestra vida, subrayó el Papa, está fundada sobre tres columnas: una en el pasado, una en el presente y otra en el futuro. La columna del pasado, explicó, “es aquella de la elección del Señor”. Cada uno de nosotros, puede decir que el Señor “me ha elegido, me ha amado”, “me ha dicho ‘ven’” y con el Bautismo “me ha elegido para ir por un camino, el camino cristiano”. El futuro en cambio concierne el “caminar hacia una promesa”, el Señor “ha hecho una promesa con nosotros”. Finalmente el presente “es nuestra respuesta a este Dios tan bueno que me ha elegido”. Y observó: “Hace una promesa, me propone una alianza y yo hago una alianza con Él”. He aquí las tres columnas: “elección, alianza y promesa”:
“Las tres columnas de toda la historia de la Salvación. Pero cuando nuestro corazón entra en esto que Jesús nos explica, corta el tiempo: corta el pasado, corta el futuro, y se funde en el presente. A aquel que es apegado a las riquezas, no importa el pasado ni el futuro, tiene todo ahí. La riqueza es un ídolo. No tengo necesidad de un pasado, de una promesa, de una elección: nada. Quien se preocupa de qué cosa puede suceder, corta su relación con el futuro – ‘Pero, ¿puede funcionar todo esto?’ – y el futuro se vuelve futurible, pero no, no te orienta a ninguna promesa: permanece confuso, permanece solo”.
Por esto, observó el Papa, Jesús nos dice que o se sigue el Reino de Dios o las riquezas y las preocupaciones del mundo. Con el Bautismo, agregó, “hemos sido elegidos en amor” por Él, tenemos un “Padre que nos ha puesto en camino”. Y así “también el futuro es gozoso”, porque “caminamos hacia una promesa”. El Señor “es fiel, Él no desilusiona” y por tanto también nosotros estamos llamados a hacer “aquello que podemos” sin desilusión, “sin olvidar que tenemos un Padre que en el pasado nos ha elegido”. Las riquezas y las preocupaciones, advirtió, son las dos cosas que “nos hacen olvidar nuestro pasado”, que nos hacen vivir como si no tuviésemos un Padre. Y también nuestro presente “es un presente que no funciona”:
“Olvidar el pasado, no aceptar el presente, desfigurar el futuro: esto es lo que hacen las riquezas y las preocupaciones. El Señor nos dice: ‘Pero, ¡tranquilos! Busquen el Reino de Dios y su justicia, todo lo demás se les dará por añadidura’. Pidamos al Señor la gracia de no equivocarnos con las preocupaciones, con la idolatría de la riqueza y recordar siempre que tenemos un Padre, que nos ha elegido; recordar que este Padre nos promete una cosa buena, que es caminar hacia aquella promesa y tener el valor de aceptar el presente como viene. ¡Pidamos esta gracia al Señor!” (RC-RV)