UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL


«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

Benedicto XVI, 16 septiembre 2005


HISTORIA Y PASOS DE LA LECTIO DIVINA




INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO





jueves, 29 de marzo de 2012

Vida del siervo Padre Pascual Pirozzi, sacerdote de la Congregación de los MIsioneros de los Sagrados Corazones

Pascual Pirozzi nació en el seno de una familia creyente y pobre de Pomigliano d'Arco, localidad de la provincia de Nápoles, Italia, el 12 de abril de 1886; fue bautizado al día siguiente en la iglesia parroquial de su pueblo.


En su adolescencia ingresó en el Instituto de los Misioneros de los sagrados Corazones, fundado por el Beato Cayetano Errico. El 1º de mayo de 1903 consagra su vida con los votos de pobreza, castidad, obediencia y perseverancia; y el 5 de junio de 1909 recibe la ordenación sacerdotal. 
Su anhelo es partir como misionero a otras tierras; por eso pide insistentemente a sus superiores ser enviado a América. Después de realizar diversos ministerios en las comunidades de Secondigliano y Afragola, en Italia, en marzo de 1914 parte hacia la misión en Argentina. 

  Continúa


Se suma a la primera comunidad sacricordiano de Buenos Aires y colabora eficazmente en la atención pastoral del colegio Benito Nazar.
Con gran espíritu de servicio y ejemplar solicitud asume diversas responsabilidades y realiza distintos ministerios: En Buenos Aires, eficaz colaborador en las actividades pastorales de la Parroquia Ntra. Sra. de los Dolores, sustituto del párroco en varios oportunidades, y Rector de la comunidad religiosa desde diciembre de 1936; en Juan Ortiz - hay Capitán Bermúdez, provincia de Santa Fe -, Rector de la comunidad desde su fundación el 13 de junio de 1938, y primer párroco de la Parroquia San Roque desde el 7 de mayo de 1939; en Montevideo, República del Uruguay, colaborador en la parroquia Sagrados Corazones y capellán de la capilla Santa Teresita del Niño Jesús entre los años 1944 y 1945, cuando regresa a Buenos Aires.
En esa ciudad lo encuentra la muerte el 3 de marzo de 1950. 
Todos lo recuerdan como un hombre de fe, bueno, paciente, siempre sonriente, humilde, respetuoso con todos, que disfrutaba del bien ajeno y jamás se lamentaba por nada ni por nadie. En todo momento prefería y buscaba el último puesto. Era obediente hasta el escrúpulo, y muy observante de las Reglas de su congregación. Sobrio en las comidas y sacrificado hasta en el descanso. 
Enamorado de la Eucaristía, pasaba largas horas del día y de la noche en la capilla, de rodillas delante del Sagrario. Tenía un gran amor y una profunda devoción filial hacia la Virgen Santísima. 
En su apostolado prefería siempre a los pobres y a los enfermos, y los visitaba infaltablemente todos los días para administrarles los sacramentos o llevarles ayuda material.
Sus restos mortales descansan en el templo parroquial de San Roque, en Capitán Bermúdez, y su sepultura es visitada por gente que se acerca para pedir su intercesión por diversas necesidades. De hecho, ya son muchos los que testifican haber recibido gracias por su intercesión. 
El 27 de agosto de 2001 se inicia la causa para su canonización en la Arquidiócesis de Buenos Aires.

Oración pidiendo gracias:
Padre Santo,
te damos gracias por habernos dado a tu Siervo Pascual Pirozzi, religioso ejemplar de los Misioneros de los Sagrados Corazones; enamorado de la Eucaristía y dedicado a anunciar, con sus palabras y sus gestos, el amor que arde en los Corazones de Jesús y de María; sacerdote totalmente entregado al servicio de sus hermanos, particularmente los pobres y los enfermos.
Te pedimos poder verlo brillar entre tus santos y elegidos e imploramos por su intersección la gracia que deseamos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.