Evangelio según Juan 3,31-36.
(Jueves de la II Semana de Pascua - Ciclo A)
1) Oración inicial
Te pedimos Señor, que los dones recibidos en esta Pascua den fruto abundante en toda nuestra vida. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Evangelio según San Juan 3,31-36.
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra. El que vino del cielo
da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio.
El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz.
El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida.
El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos.
El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él".
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra pertenece a la tierra y habla de la tierra. El que vino del cielo
da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie recibe su testimonio.
El que recibe su testimonio certifica que Dios es veraz.
El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida.
El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos.
El que cree en el Hijo tiene Vida eterna. El que se niega a creer en el Hijo no verá la Vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él".
Palabra del Señor
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3) Reflexión
• En el mes de enero hemos meditado el texto de Juan 3,22-30, que nos habla del último testimonio de Juan Bautista respecto a Jesús. Era la respuesta que Jesús da a sus discípulos, y en el cual vuelve a afirmar que él, Juan, no es el Mesías sino solamente el precursor (Jn 3,28). En aquella ocasión, Juan dijo aquella frase tan bonita que resume su testimonio: "¡Es necesario que él crezca y que yo disminuya!" Esta frase es el programa de todos los que quieren seguir a Jesús.
• Los versículos del evangelio de hoy son, de nuevo, un comentario del evangelista para ayudar las comunidades a comprender mejor todo el alcance de las cosas que Jesús hizo y enseñó. Aquí tenemos otra muestra de aquellos tres hilos de los que hablamos ayer.
• Juan 3,31-33: Un refrán que vuelve siempre. A lo largo del evangelio de Juan, muchas veces aparece el conflicto entre Jesús y los judíos que contestan las palabras de Jesús. Jesús habla a partir de lo que oye del Padre. Es transparencia total. Sus adversarios, por no abrirse a Dios y por agarrarse a sus propias ideas aquí sobre la tierra, no son capaces de entender el significado profundo de las cosas que Jesús vive, dice y hace. Al final, este malentendido llevará a los judíos a detener y condenar a Jesús.
• Juan 3,34: Jesús nos da el Espíritu sin medida. El evangelio de Juan usa muchas imágenes y símbolos para significar la acción del Espíritu. Como en la creación (Gen 1,1), así el Espíritu baja sobre Jesús "como una paloma, venida del cielo” (Jn 1,32). ¡Es el inicio de la nueva creación! Jesús dice las palabras de Dios y nos comunica el Espíritu sin medida (Jn 3,34). Sus palabras son Espíritu y vida (Jn 6,63). Cuando Jesús se despide, dice que enviará a otro consolador, a otro defensor, para que se quede con nosotros. Es el Espíritu Santo (Jn 14,16-17). A través da su pasión, muerte y resurrección, Jesús conquistó el don del Espíritu para nosotros. A través del bautismo todos nosotros recibimos este mismo Espíritu de Jesús (Jn 1,33). Cuando apareció a los apóstoles, sopló sobre ellos y dijo: "¡Reciban el Espíritu!" (Jn 20,22). El Espíritu es como el agua que brota de dentro de las personas que creen en Jesús (Jn 7,37-39; 4,14). El primer efecto de la acción del Espíritu en nosotros es la reconciliación: "A quienes perdonan los pecados, quedarán perdonados; a quienes no perdonarán sus pecados, quedarán atados" (Jn 20,23). Es Espíritu nos es dado para que podamos recordar y entender el significado de las palabras de Jesús (Jn 14,26; 16,12-13). Animados por el Espíritu de Jesús podemos adorar a Dios en cualquier lugar (Jn 4,23-24). Aquí se realiza la libertad del Espíritu de la que habla San Pablo: "Donde está el Espíritu allí hay libertad" (2Cor 3,17).
• Juan 3,35-36: El Padre ama al hijo. Reafirma la identidad entre el Padre y Jesús. El Padre ama al hijo y entrega todo en sus manos. San Pablo dirá que en Jesús habita la plenitud de la divinidad (Col 1,19; 2,9). Por esto, quien acepta a Jesús y cree en Jesús ya tiene la vida eterna, porque Dios es vida. Quien no cree en Jesús se pone a sí mismo fuera.
• Los versículos del evangelio de hoy son, de nuevo, un comentario del evangelista para ayudar las comunidades a comprender mejor todo el alcance de las cosas que Jesús hizo y enseñó. Aquí tenemos otra muestra de aquellos tres hilos de los que hablamos ayer.
• Juan 3,31-33: Un refrán que vuelve siempre. A lo largo del evangelio de Juan, muchas veces aparece el conflicto entre Jesús y los judíos que contestan las palabras de Jesús. Jesús habla a partir de lo que oye del Padre. Es transparencia total. Sus adversarios, por no abrirse a Dios y por agarrarse a sus propias ideas aquí sobre la tierra, no son capaces de entender el significado profundo de las cosas que Jesús vive, dice y hace. Al final, este malentendido llevará a los judíos a detener y condenar a Jesús.
• Juan 3,34: Jesús nos da el Espíritu sin medida. El evangelio de Juan usa muchas imágenes y símbolos para significar la acción del Espíritu. Como en la creación (Gen 1,1), así el Espíritu baja sobre Jesús "como una paloma, venida del cielo” (Jn 1,32). ¡Es el inicio de la nueva creación! Jesús dice las palabras de Dios y nos comunica el Espíritu sin medida (Jn 3,34). Sus palabras son Espíritu y vida (Jn 6,63). Cuando Jesús se despide, dice que enviará a otro consolador, a otro defensor, para que se quede con nosotros. Es el Espíritu Santo (Jn 14,16-17). A través da su pasión, muerte y resurrección, Jesús conquistó el don del Espíritu para nosotros. A través del bautismo todos nosotros recibimos este mismo Espíritu de Jesús (Jn 1,33). Cuando apareció a los apóstoles, sopló sobre ellos y dijo: "¡Reciban el Espíritu!" (Jn 20,22). El Espíritu es como el agua que brota de dentro de las personas que creen en Jesús (Jn 7,37-39; 4,14). El primer efecto de la acción del Espíritu en nosotros es la reconciliación: "A quienes perdonan los pecados, quedarán perdonados; a quienes no perdonarán sus pecados, quedarán atados" (Jn 20,23). Es Espíritu nos es dado para que podamos recordar y entender el significado de las palabras de Jesús (Jn 14,26; 16,12-13). Animados por el Espíritu de Jesús podemos adorar a Dios en cualquier lugar (Jn 4,23-24). Aquí se realiza la libertad del Espíritu de la que habla San Pablo: "Donde está el Espíritu allí hay libertad" (2Cor 3,17).
• Juan 3,35-36: El Padre ama al hijo. Reafirma la identidad entre el Padre y Jesús. El Padre ama al hijo y entrega todo en sus manos. San Pablo dirá que en Jesús habita la plenitud de la divinidad (Col 1,19; 2,9). Por esto, quien acepta a Jesús y cree en Jesús ya tiene la vida eterna, porque Dios es vida. Quien no cree en Jesús se pone a sí mismo fuera.
4) Para la reflexión personal
• Jesús nos comunica el Espíritu, sin medida. ¿Has tenido alguna experiencia de esta acción del Espíritu en tu vida?
• Quien cree en Jesús tiene vida eterna. ¿Cómo acontece esto en la vida de las familias y de las comunidades?
• Quien cree en Jesús tiene vida eterna. ¿Cómo acontece esto en la vida de las familias y de las comunidades?
5) Oración final
Bendeciré en todo tiempo a Yahvé,
sin cesar en mi boca su alabanza;
Gustad y ved lo bueno que es Yahvé,
dichoso el hombre que se acoge a él. (Sal 34,2.9)
sin cesar en mi boca su alabanza;
Gustad y ved lo bueno que es Yahvé,
dichoso el hombre que se acoge a él. (Sal 34,2.9)