Semana Santa es una buena ocasión para ejercitar el
autodominio en aspectos que nos cuestan mucho esfuerzo y fortalecer el
espíritu
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La Cuaresma que finaliza con la Semana Santa, es un camino
de crecimiento espiritual para ratificar, ante nosotros mismos y ante los
demás, que Dios ha pasado por nuestras vidas para hacernos mejores personas,
por lo que nos comprometemos a ser testimonios de esa conversión. Este
realmente, es el sentido de la Semana Santa, que cada quien sea una vivencia
de fe a la luz de Cristo.
Y para que ese cambio sea verdadero, el Señor nos
invita a dejar morir en nosotros todo aquello que nos aleja de Él y de
los demás. Es también una buena ocasión para ejercitar el autocontrol en
aspectos que nos cuesten esfuerzo.
Las siguientes recomendaciones podrán ser un buen plan de
mejora personal pues parten de las falencias que, por lo general, todos
caemos en algún momento.
1. No hacer lo que no te gusta que te hagan.
Más que un propósito, debe ser una ley de vida. Es la
mejor forma de romper con el círculo vicioso que conduce a estados negativos.
2. Cumplir con las obligaciones.
Esto se resume en cumplir con los deberes que cada quien
ha asumido con rectitud, responsabilidad, compromiso, y en especial con amor.
3. Seré amable con los demás.
No hay duda que las personas amables viven mejor, pues
este valor produce felicidad, armonía, paz interior; además tiene el poder de
“desarmar corazones”: libera al otro de las emociones negativas.
4. No guardar rencor ni sentimientos tóxicos.
El resentimiento, agresividad, odio, rencor, deseo de
venganza, enferman el espíritu, dañan el cuerpo y producen desequilibrio
psicológico. Son toxinas que pueden no damnificar al otro; pero sí perjudican
mucho a quien las experimenta. (Leer también: Cómo tener un espíritu
saludable)
El perdón es el único remedio para apabullar estos
sentimientos negativos que alejan la felicidad, apagan las ilusiones, y
destruyen la paz interior.
5. No hablaré mal de los demás
“Un mal comentario puede acabar una amistad, enterrar una institución,
manchar un buen nombre, desmoronar una vida. El mejor modo de no meterse en
vidas ajenas es no hablar nunca de los demás.” *Fragmento del artículo
“Ser cada día mejor” de BuzonCatolico.es
Además, no podemos olvidar que también somos humanos y por
consiguiente, nos equivocamos.
Hay que enfocarse mejor en lo bueno que cada quien tiene,
así evitamos que los errores y defectos de los demás nos atormenten,
robándonos así la tranquilidad que tanto buscamos.
6. Concentrarse en su propia vida.
No hay que dedicar tiempo a investigar si los demás
realizan bien su trabajo, si rectifican sus errores, si son buenos esposos o
que tal lo hacen como padres de familia.
Hay que dejar a un lado los asuntos ajenos y destinar toda
la conciencia, cuidado y dedicación a la propia vida.
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UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL
«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»
Benedicto XVI, 16 septiembre 2005