Semana Santa es una buena ocasión para ejercitar el
autodominio en aspectos que nos cuestan mucho esfuerzo y fortalecer el
espíritu
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La Cuaresma que finaliza con la Semana Santa, es un camino
de crecimiento espiritual para ratificar, ante nosotros mismos y ante los
demás, que Dios ha pasado por nuestras vidas para hacernos mejores personas,
por lo que nos comprometemos a ser testimonios de esa conversión. Este
realmente, es el sentido de la Semana Santa, que cada quien sea una vivencia
de fe a la luz de Cristo.
Y para que ese cambio sea verdadero, el Señor nos
invita a dejar morir en nosotros todo aquello que nos aleja de Él y de
los demás. Es también una buena ocasión para ejercitar el autocontrol en
aspectos que nos cuesten esfuerzo.
Las siguientes recomendaciones podrán ser un buen plan de
mejora personal pues parten de las falencias que, por lo general, todos
caemos en algún momento.
1. No hacer lo que no te gusta que te hagan.
Más que un propósito, debe ser una ley de vida. Es la
mejor forma de romper con el círculo vicioso que conduce a estados negativos.
2. Cumplir con las obligaciones.
Esto se resume en cumplir con los deberes que cada quien
ha asumido con rectitud, responsabilidad, compromiso, y en especial con amor.
3. Seré amable con los demás.
No hay duda que las personas amables viven mejor, pues
este valor produce felicidad, armonía, paz interior; además tiene el poder de
“desarmar corazones”: libera al otro de las emociones negativas.
4. No guardar rencor ni sentimientos tóxicos.
El resentimiento, agresividad, odio, rencor, deseo de
venganza, enferman el espíritu, dañan el cuerpo y producen desequilibrio
psicológico. Son toxinas que pueden no damnificar al otro; pero sí perjudican
mucho a quien las experimenta. (Leer también: Cómo tener un espíritu
saludable)
El perdón es el único remedio para apabullar estos
sentimientos negativos que alejan la felicidad, apagan las ilusiones, y
destruyen la paz interior.
5. No hablaré mal de los demás
“Un mal comentario puede acabar una amistad, enterrar una institución,
manchar un buen nombre, desmoronar una vida. El mejor modo de no meterse en
vidas ajenas es no hablar nunca de los demás.” *Fragmento del artículo
“Ser cada día mejor” de BuzonCatolico.es
Además, no podemos olvidar que también somos humanos y por
consiguiente, nos equivocamos.
Hay que enfocarse mejor en lo bueno que cada quien tiene,
así evitamos que los errores y defectos de los demás nos atormenten,
robándonos así la tranquilidad que tanto buscamos.
6. Concentrarse en su propia vida.
No hay que dedicar tiempo a investigar si los demás
realizan bien su trabajo, si rectifican sus errores, si son buenos esposos o
que tal lo hacen como padres de familia.
Hay que dejar a un lado los asuntos ajenos y destinar toda
la conciencia, cuidado y dedicación a la propia vida.
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UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL
«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»
Benedicto XVI, 16 septiembre 2005




INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
lunes, 10 de abril de 2017
6 Metas en esta Semana Santa para fortalecer el espíritu
viernes, 7 de abril de 2017
Obispos indios sobre el yoga: aceptable el ejercicio, no la espiritualidad
El Sínodo de los obispos indios de rito oriental ha
difundido una circular entre los sacerdotes según la cual el yoga es una “práctica
útil y benéfica para el cuerpo y la mente, pero no va confundida con la
espiritualidad”. En las escuelas indias su enseñanza es obligatoria, pero a
menudo es usada para “imponer el estilo de vida hindú”, según informa Asia
News.
“El yoga no es el medio para alcanzar el contacto con lo
divino, si bien este pueda contribuir a la salud física y mental”. Lo afirma la
Iglesia siro-malabar, uno de los tres ritos de la Iglesia católica india, en
una circular distribuida a los sacerdotes el pasado mes de enero. En el
documento el Sínodo de los obispos de este rito oriental reconoce el importante
rol que el yoga ocupa en la cultura india, pero afirma también que “debe
ser considerada como un ejercicio físico, una postura para concentrarse o
meditar”. Al contrario, subrayan los obispos, “la experiencia de la
divinidad no sucede a través de una particular postura”.
Concentración sí, mística no
El padre Paul Thelakat, ex portavoz del Sínodo, afirma en
declaraciones a Asia News: “El yoga indio es un método aceptable
y útil para la concentración, la meditación y el bienestar holístico del
cuerpo y de la mente. Los obispos no consideran al yoga como un camino
místico o esotérico para la vida espiritual”.
El yoga es una práctica de relajación
mental y física nacido en India y difundida en todo el mundo. Éste va combinado
con ejercicios físicos y técnicas de respiración. Según la religión hindú, éste
es un recorrido de búsqueda espiritual a través del cual se experimenta el
contacto con la divinidad.
En la India su enseñanza es obligatoria en las escuelas y
cada año, en la Jornada
internacional del yoga (que se celebra el 21 de junio), todo el
sistema educativo se bloquea para dejar espacio a programas, eventos e
iniciativas dedicadas a esta práctica. Desde hace tiempo activistas e
intelectuales indios afirman que la obligación de observar la fiesta en las
escuelas implica hacer a los estudiantes cantar sonetos y mantras sagrados
hindúes, limita la libertad de culto de las minorías y representa una falta de “sensibilidad” en
relación con los alumnos cristianos o musulmanes.
La semana pasada en Tamil Nadu un pastor protestante fue
arrestado porque había criticado “la enseñanza obligatoria del yoga para
promover en modo forzado el estilo de vida hindú”. Pero él también había
evidenciado las propiedades benéficas para la mente y para el cuerpo de tal
práctica.
El encuentro con Dios no es posible con el yoga
En la circular, el cardenal George Alencherry, como cabeza
del Sínodo, aclara la posición de la Iglesia sobre el tema: “El Dios en el
cual creemos es un Dios personal. Dios no es alguien que puede ser alcanzado a
través de una particular posición del cuerpo. No es correcto pensar que la
experiencia de Dios y el encuentro personal con el Señor sean posibles a través
del yoga”. Además el Sínodo invita a los sacerdotes a “no unirse a grupos
de oración y movimientos espirituales que están contra la Iglesia católica y no
reconocen las enseñanzas oficiales de la Iglesia”.
El padre Paul Thelakat agrega que el Sínodo “no acepta
el yoga como una escala trascendental hacia lo divino. La Iglesia católica
enseña que el modo para alcanzar la divinidad es la auto-purificación y la
unión con Dios en el ascetismo y en la oración”. En cuanto sacerdote católico
que practica el yoga desde hace años, él considera que el Sínodo ha hecho bien “en
puntualizar la enseñanza de la Iglesia sobre la espiritualidad, que no tiene
nada que ver con prácticas mágicas”.
miércoles, 5 de abril de 2017
17 santos que se enfrentaron con el diablo, y sobrevivieron para contarlo
Sus historias sirven de inspiración y consuelo para todos
los cristianos de hoy
La existencia del diablo y de otros espíritus malignos es
atestiguada tanto por el Catecismo de la Iglesia como por las Sagradas
Escrituras, y podemos encontrar referencias a estas entidades en muchos
escritos de los Padres de la Iglesia.
La existencia de estos seres está también confirmada por el
testimonio de muchos santos, y este es el tema central del nuevo libro de Paul
Thigpen, Saints Who Battled Satan (Santos que lucharon contra
Satanás, en traducción libre).
Thigpen, renombrado escritor y periodista, es doctor en
estudios religiosos por la Universidad de Emory.
Enseñó teología en diversas universidades norteamericanas y
es autor de más de 40 libros y cientos de artículos, sus trabajos fueron
traducidos a más de 12 idiomas y publicados en todo el mundo.
En Saints Who Battle Satan, el profesor Thigpen narra
las historias de 17 santos, hombres y mujeres de Dios que, en diversos
contextos históricos y geográficos, dieron testimonio de sus luchas
personales contra las fuerzas demoníacas. Sus historias sirven de inspiración y
consuelo para todos los cristianos de hoy.
Thigpen actualmente es editor de TAN Books, tradicional
editorial católica fundada en 1967 y con sede en Carolina del Norte, Estados
Unidos. Primero fue ordenado pastor protestante, se conviritió al catolicismo
en 1993.
En esta entrevista concedida a Aleteia, el Dr. Thigpen
habla de su nuevo libro, que considera una continuación de su best-seller Manual
for Spiritual Warfare (Un Manual para la Guerra Espiritual).
– Son muchas las historias de batallas libradas
por los santos contra el diablo. ¿Cuál es el criterio que utilizó para escoger
sólo 17?
De hecho, no fue una tarea fácil. Varios factores fueron
tomados en consideración. Primero, con el fin de enfatizar el carácter
universal de la lucha espiritual, quise incluir a santos de diversas culturas y
diversos contextos históricos.
Los santos que escogí provienen de 12 países diferentes de
Asia, África, Europa, América del Norte y América del Sur. Hay representantes de
cada siglo desde los principios del cristianismo, excepto del siglo XXI,
que acaba de comenzar.
Una segunda preocupación fue la de incluir historias y
pasajes que pudieran ilustrar los principios ya discutidos en mi libro
anterior, Manual for Spiritual Warfare.
Deseaba presentar a mis lectores las historias de hombres
y mujeres de “carne y hueso”, testimonios directos de las manifestaciones
ordinarias y extraordinarias del diablo.
Busqué también mostrar cómo los santos usan las “armas
espirituales” que tenemos a mano, tales como la oración, el estudio de las
Escrituras y los sacramentos; quise enfatizar cómo el cultivo de las
virtudes cristianas les sirvieron de armadura espiritual en medio de los
más violentos enfrentamientos; y cómo, en los momentos difíciles, estos santos solicitaron
la ayuda de su comandante, Jesucristo, así como la de sus compañeros de
campaña: los santos que libraron semejantes batallas antes que ellos,
los ángeles y, en especial, la Virgen.
Finalmente, un factor decisivo fue, sin duda, la
disponibilidad de información biográfica pertinente. Para cada santo
seleccionado, era necesario tener a la mano material suficiente para redactar
un capítulo completo.
Incluso así, en mi investigación terminé por acumular una
extensa colección de citas e historias incompletas –muy buenas para
rechazarlas– que servirían de materia prima para una sección adicional del
libro.
– ¿Cuáles son los medios más comunes empleados por Satanás
para acercarse a nosotros o tentarnos?
En general, somos capaces de discernir esos pensamientos que
nos vienen a la mente por sugerencia o inspiración de una fuente exterior, de
aquellos que nos ocurren por cuenta de una sugerencia de nuestros propios
sentidos y facultades intelectuales.
Los demonios, al estar desprovistos de cuerpo físico,
pueden transmitir ideas y pensamientos directamente a nuestras mentes.
Esta es una estrategia furtiva, ya que si no somos capaces
de discernir esas influencias, podemos tomar equivocadamente pensamientos
insinuados por ellos como genuinamente nuestros.
Satanás típicamente busca influenciarnos por medio de
ilusiones, acusaciones, dudas (en especial respecto al amor de Dios
hacia nosotros); o provocaciones, con el afán de despertar en nosotros la
vanidad, la rabia, la lujuria, la desesperación; o aún incitándonos a desear
aquello que nos está prohibido, o incluso a buscar a través de medios ilícitos
algo que podría ser benéfico.
– ¿Podría citar a algún santo que haya lidiado con Satanás
de forma poco usual respecto a los demás?
Me acuerdo del episodio en que el diablo intentó tentar
a san Benito por medio de la lujuria. El espíritu maligno trajo a su
memoria la imagen de una mujer muy atractiva que él conoció cuando era joven.
El recuerdo de esa mujer inflamó su corazón, a tal punto que
casi lo hizo sucumbir y entregarse.
En ese momento, sin embargo, vio frente a sí un nido lleno
de ortigas y espinas afiladas. Inmediatamente se quitó el hábito y se lanzó al
arbusto, arrastrándose entre las espinas hasta que el cuerpo estuviera cubierto
de heridas; y así la tentación lo abandonó.
– ¿Hay santos especialmente adecuados para apoyarnos en
determinados tipos de tentaciones? ¿Podría mencionar a alguno de ellos?
La tradición católica nos anima a pedir ayuda de los
santos que han librado batallas semejantes a las nuestras.
Así, al ser tentado por la lujuria, recomendaría buscar
ayuda de san Benito; en los momentos de cólera, pediría ayuda a san Jerónimo;
para resistir al pecado de la soberbia, a san Ignacio de Loyola; para no
desanimarnos en nuestro caminar, la intercesión de santa Teresa de Ávila; y en
los momentos de desesperación, a san Padre Pío, por ejemplo.
– Si pudiera imaginar algo como un “kit de supervivencia
espiritual”, ¿cuáles serían los artículos más importantes que debería tener?
Bien, pienso que era precisamente lo que tenía en mente
cuando escribí Manual for Spiritual Warfare.
El libro ofrece una visión general de la enseñanza de la
Iglesia sobre cómo proceder en la batalla espiritual.
Analiza también algunos de los “recursos de batalla”
cultivados por la tradición católica: doctrina pertinente, diversos textos,
citas y episodios de las vidas de los santos, además de oraciones y cantos.
– ¿Cuáles son las virtudes más importantes para mantener el
mal alejado y cómo utilizarlas como protección?
Desde tiempos remotos, un sinnúmero de consejeros
espirituales cristianos han recomendado la humildad como virtud
fundamental; sólo en ella las demás virtudes florecen. Por esa razón, la
destaco como la más importante de todas la virtudes.
Para dar un ejemplo práctico de cómo la humildad puede
protegernos de las embestidas del diablo, toma en cuenta una historia contada
por los antiguos padres del desierto, respecto de un monje conocido por su
profunda humildad.
Él oraba en recogimiento cuando recibió la visita del propio
diablo, disfrazado de ángel de la luz. El diablo le dijo: “Soy el ángel
Gabriel, y fui enviado a ti”, con el propósito de tentarlo con la soberbia.
Pero el humilde monje no se dejó engañar, respondiéndole:
“Usted debe estar equivocado. Sin duda fue enviado a otra persona; no soy digno
de recibir la visita de un ángel”. El diablo entonces se retiró, decepcionado y
derrotado por la humildad del monje.
– ¿Por qué algunas personas parecen estar más asediadas por
el diablo que otras?
Un patrón que se repite en las biografías de muchos santos
es el siguiente: cuando el diablo percibe que una persona causará daños
importantes a su imperio infernal, lo ataca furiosamente.
Fue así con san Antonio Abad, al demostrar su firme decisión
de vivir como santo ermitaño en el desierto, también con santa Catalina, cuando
decidió consagrarse a Cristo cuando era niña; fue lo que ocurrió al santo Padre
Pío en el momento en que entró en la orden de los capuchinos.
Fue en estos momentos que el enemigo de sus almas realizó
sus más violentos ataques, en un intento por impedírselos. Él sabía que si
acaso tuviera éxito en someter a esos hombres y mujeres, las grandes obras que
les serían confiadas por Dios serían saboteadas.
Pienso que ser consciente de esta verdad debe servirnos para
consolarnos en los momentos difíciles.
Si enfrentamos la violenta oposición por parte de las
huestes diabólicas, tal vez eso significa que Dios tiene grandes planes que
realizar por medio de nosotros.
Debemos siempre tener en mente la advertencia de san José
María Vianney: “El mayor de todos los males están en no experimentar la
tentación, pues así tenemos motivos para creer que el diablo ya nos trata como
su propiedad”.
– ¿Cómo podemos identificar las influencias verdaderamente
procedentes de Satanás? ¿Cómo evitar volvernos paranoicos, excesivamente
preocupados con el mal?
Las Escrituras nos hablan de nuestra lucha contra el
“mundo”, la “carne” y contra el diablo (ver Santiago 4,1-7).
Es verdad que no siempre nuestros embates espirituales son
directamente provocados por el diablo. Incluso así, es neceario tener en mente
que, en estos momentos, él se aprovecha para intentar hacerse más presente y
ejercer con mayor intensidad su influencia en nuestras vidas.
Debemos seguir siempre sus movimientos con gran atención.
Creo que si somos capaces de cultivar el hábito de reconocer el origen de
nuestros pensamientos, gran parte de nuestra lucha ya estará vencida.
Este tipo de discernimiento es cultivado por medio de las
disciplinas espirituales tradicionalmente recomendadas por la Iglesia: oración
frecuente, participación en la misa, adoración eucarística, recibir
regularmente los sacramentos – en especial el de la Reconciliación y la
Eucaristía, así como el estudio de las Escrituras (incluso memorizarlas) y el
consejo de tutores autorizados.
El rechazo en ceder a cualquier paranoia frente al enemigo
es otro patrón constante en las biografías espirituales de los santos; eran
capaces de conservar su valentía y confianza inquebrantables porque tenían la
convicción –como nos dice san Juan– de que cuanto mayor es Dios habitando
en nuestro interior, mayor será el maligno presente en el mundo (ver 1 Jn
4,4).
Aunque tomaran al diablo muy en serio, también demostraban
una especie de “desprecio sagrado” por él; sabían que, en última instancia, se
trataba de un enemigo derrotado.
Es curioso ver que, incluso cuando la lucha se mostraba tan
violenta al punto de castigar sus cuerpos, algunos santos les atribuían
apodos graciosos a los espíritus malignos que los atormentaban.
Santa Catalina llamaba al suyo “ladroncillo” (porque
intentaba robar almas); san Pío se refería al demonio que lo atacaba “ogro”;
santa Gemma Galgani lo llamaba “chiappino” (asaltante); y san Juan Vianney
apellidaba a su verdugo “grappin” (“garra” o “tenaza”, en francés). “Ah, ¿grappin y
yo?” dijo en broma una vez, “¡ya somos casi amigos!”.
– En su opinión, ¿cuál sería la mejor manera de convencer a
un incrédulo que Satanás de hecho existe y actúa?
Al hablar con personas incrédulas, les pido en primer lugar
que consideren la evidencia acumulada a ese respecto.
A lo largo de la historia, pueblos de culturas muy
diferentes y de las más diversas regiones del globo han afirmado la existencia
de espíritus malignos, incluso cuando no están de acuerdo sobre otras
realidades espirituales.
Incluso en nuestros días, oímos personas cultas e
inteligentes dar testimonio de encuentros personales con fuerzas demoníacas.
Ahora, esta parece ser una idea tan universalmente aceptable que debe tener
algún fundamento.
Claro, es necesario reconocer que muchas enfermedades y
trastornos mentales fueron y aún son equivocadamente atribuidos a la influencia
de demonios.
Pero la gran cantidad de creencias y supersticiones
populares en relación con espíritus malignos no constituye un argumento
consistente contra su existencia.
Los escépticos podrían exigir evidencias más “científicas”.
Pero, ¿qué tipo de evidencia relevante al respecto podría ser obtenida a través
del método científico?
Las ciencias naturales investigan la realidad por medio de
conceptos como el espacio, el tiempo, la energía, el movimiento; las ciencias
humanas analizan el comportamiento humano.
– Los demonios no tienen cuerpo físico, ni tampoco son
humanos. ¿Cómo podríamos someterlos a los escrutinios de nuestra ciencia?
No podemos colocarlos en tubos de ensayo, ni someterlos a
los métodos de psicoanálisis. Lo máximo que los científicos pueden hacer es
observar las influencias de los demonios en el mundo físico o en el
comportamiento de las personas; pero la mentalidad “científica” los llevará a
buscar, siempre, explicaciones alternativas para tales fenómenos, incluso
cuando éstas se muestren claramente inadecuadas.
Al hablar con católicos, basaría mi argumentación en los numerosos
pasajes de la Biblia que dan testimonio de la existencia del diablo y de sus
aliados malignos.
Los Evangelios dan testimonio, en particular, de que el
propio Jesucristo habló con Satanás; la discusión entre Nuestro Señor y el
diablo en el desierto no se considera solamente un diálogo interior sobre las
tentaciones.
Cristo se refirió a los demonios en diversas ocasiones, y la
actividad de expulsar a los malos espíritus de personas endemoniadas constituyó
un aspecto destacado e indispensable de su misión.
Algunos estudiosos han sugerido que en estos episodios,
Cristo estaría, de hecho, simplemente curando enfermedades físicas o mentales,
erróneamente considerados demonios de las personas de aquel tiempo.
En respuesta a tales argumentos, necesitamos sólo recordar
que, conforme atestigua el Evangelio, al menos en una ocasión –obedeciendo
órdenes de Cristo– los demonios abandonaron a su huésped humano para invadir
los cuerpos de animales. Ahora, no se puede transferir un trastorno médico de
un hombre a una piara de cerdos.
La realidad de los poderes demoníacos han sido un elemento
constante de la doctrina de la Iglesia católica desde su institución por
Cristo, por medio de sus apóstoles. Estos, como sus sucesores, hablaron y
escribieron sobre Satanás en varias ocasiones.
A lo largo de los siglos, todos los grandes maestros de
la Iglesia han corroborado su existencia.
La existencia de Satanás ha sido también reiterada en
diversas declaraciones de los papas y concilios de la Iglesia; encontramos
referencias a él también en la liturgia.
Y, conforme nos muestra este libro, a lo largo de los siglos
un sinnúmero de santos – personas cuya integridad moral y salud mental no puede
ser cuestionada– dieron testimonio de sus propias luchas personales contra
agresores demoníacos.
La obstinación en seguir rechazando la veracidad de estos hechos
me parece más la expresión de una creencia ciega e irracional.
Lectio Divina: Domingo, 9 de abril, 2017: Evangelio según san Mateo 26,14-27; 27,1-66. (Domingo de Ramos - Ciclo A-)
Lectio Divina:
Domingo, 9 Abril, 2017
Narración de la Pasión y Muerte de Jesús
Descubrir de nuevo el primer amor
1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Sugerencias para la Semana Santa
Domingo de Ramos, comienzo de la Semana Santa. Semana diferente de las otras. Estamos frente al misterio más profundo de nuestra fe, frente a la suprema revelación del amor de Dios, que se ha manifestado en Jesús (Rom 8,38-39).
En el Antiguo Testamento, en época de crisis, el pueblo volvía a meditar y a releer el Éxodo. En el Nuevo Testamento volvemos al éxodo representado en la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús. Para las Comunidades cristianas de todos los tiempos, la narración de la pasión, de la muerte y de la resurrección de Jesús es la fuente donde renovamos la fe la esperanza y el amor.
Muchas veces, desde el Sermón de la Montaña (Mt 5-7), el Evangelio de Mateo afirmaba que el objetivo de la Nueva Ley es el amor y la misericordia (Mt 5,43-48;7,12; 9,13; 12,7; 22,34-40).
Ahora en esta parte final de la pasión, muerte y resurrección, describe cómo Jesús practicó el amor, llevando a su cumplimiento la Ley (Mt 5,17).
En el Antiguo Testamento, en época de crisis, el pueblo volvía a meditar y a releer el Éxodo. En el Nuevo Testamento volvemos al éxodo representado en la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús. Para las Comunidades cristianas de todos los tiempos, la narración de la pasión, de la muerte y de la resurrección de Jesús es la fuente donde renovamos la fe la esperanza y el amor.
Muchas veces, desde el Sermón de la Montaña (Mt 5-7), el Evangelio de Mateo afirmaba que el objetivo de la Nueva Ley es el amor y la misericordia (Mt 5,43-48;7,12; 9,13; 12,7; 22,34-40).
Ahora en esta parte final de la pasión, muerte y resurrección, describe cómo Jesús practicó el amor, llevando a su cumplimiento la Ley (Mt 5,17).
3. Lectura de la Pasión y Muerte de Jesús
Una clave de lectura:
En la Semana Santa, durante la lectura de la Pasión y Muerte de Jesús, no es conveniente una postura de análisis o de investigación racional. Conviene estar en silencio. Leer diversas veces el texto, teniendo como guía única los breves títulos, que tratan de ser una llave para ayudar a sentir el texto y a experimentar de nuevo el amor de Dios que se revela en los comportamientos de Jesús ante aquéllos que lo prenden, lo insultan, lo torturan y le dan muerte. En el curso de la lectura, no pensemos sólo en Jesús, sino también en los millones y millones de seres humanos que hoy están en las cárceles, torturados, insultados y asesinados.
Mateo 26,14-16: La traición de JudasEl amor por el dinero empuja a un amigo a traicionar a Jesús14 Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, 15 y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?» Ellos le asignaron treinta monedas de plata. 16 Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle.
Mateo 26,17-19: La preparación de la Cena PascualPreparar bien el último encuentro con los amigos17 El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer la Pascua?» 18 Él les dijo: «Id a la ciudad, a un tal, y decidle: `El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos.'» 19 Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.
Mateo 26,20-25: El anuncio de la traición de JudasAunque Jesús lo sabe todo, se sienta a la mesa con el traidor20 Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. 21 Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará.»22 Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?» 23 Él respondió: «El que ha metido conmigo la mano en el plato, ése me entregará. 24 El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!» 25 Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?» Dícele: «Tú lo has dicho.»
Mateo 26,26-29: La institución de la Eucaristía
Entre la traición de uno y la negación de otro, brilla el gesto de amor26 Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo.» 27 Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Bebed de ella todos, 28 porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados. 29 Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre.»
Entre la traición de uno y la negación de otro, brilla el gesto de amor26 Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo.» 27 Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Bebed de ella todos, 28 porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados. 29 Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre.»
Mateo: 26,30-35: El anuncio de la negación de PedroAunque Pedro rompe con Jesús, Jesús no rompe con Pedro30 Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos. 31Entonces les dice Jesús: «Todos vosotros vais a escandalizaros de mí esta noche, porque está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño. 32 Mas después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea.» 33 Pedro intervino y le dijo: «Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré.» 34 Jesús le dijo: «Yo te aseguro: esta misma noche, antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces.» 35Dícele Pedro: «Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré.» Y lo mismo dijeron también todos los discípulos.
Continúalunes, 3 de abril de 2017
Lectio Divina: Martes, 4 de abril, 2017: Evangelio según san Juan 8,21-30. (5ª semana del Tiempo de Cuaresma - Ciclo A-)
Lectio Divina:
Martes, 4 Abril, 2017
Tiempo de Cuaresma
1) Oración inicial
Concédenos, Señor, perseverar en el fiel cumplimiento de tu santa voluntad, para que, en nuestros días, crezca en santidad y en número el pueblo dedicado a tu servicio. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Juan 8,21-30
Jesús les dijo otra vez: «Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado.
Adonde yo voy, vosotros no podéis ir.» Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: `Adonde yo voy, vosotros no podéis ir'? Él les decía:
«Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba.
Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.
Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy,
moriréis en vuestros pecados.» Entonces le decían: «¿Quién eres tú?» Jesús les respondió:
«Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar
pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a él es lo que hablo al mundo.» No comprendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta;
sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él.»
Al hablar así, muchos creyeron en él.
Jesús les dijo otra vez: «Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado.
Adonde yo voy, vosotros no podéis ir.» Los judíos se decían: «¿Es que se va a suicidar, pues dice: `Adonde yo voy, vosotros no podéis ir'? Él les decía:
«Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba.
Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.
Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy,
moriréis en vuestros pecados.» Entonces le decían: «¿Quién eres tú?» Jesús les respondió:
«Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar
pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a él es lo que hablo al mundo.» No comprendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta;
sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él.»
Al hablar así, muchos creyeron en él.
Palabra del Señor
3) Reflexión
• La semana pasada, la liturgia nos llevaba a meditar el 5 del Evangelio de Juan. Esta semana nos pone delante el capítulo 8 del mismo evangelio. Como el capítulo 5, también el capítulo 8 contiene reflexiones profundas sobre el misterio de Dios que envuelve a la persona de Jesús. Aparentemente, se trata de diálogos entre Jesús y los fariseos (Jn 8,13). Los fariseos quieren saber quién es Jesús. Ellos lo critican por dar testimonio de sí mismo sin ninguna prueba o testimonio para legitimarse ante la gente (Jn 8,13). Jesús responde diciendo que él no habla a partir de sí mismo, sino siempre a partir del Padre y en nombre del Padre (Jn 8,14-19).
• En realidad, los diálogos son también expresión de cómo era la transmisión catequética de la fe en las comunidades del discípulo amado al final del primero siglo. Reflejan la lectura orante que los cristianos hacían de las palabras de Jesús como expresión de la Palabra de Dios. El método de pregunta y respuesta los ayudaba a encontrar la respuesta a los problemas que, en aquel final del siglo, los judíos planteaban a los cristianos. Era una manera concreta de ayudar la comunidad a profundizar su fe en Jesús y en su mensaje.
• Juan 8,21-22: ’Adonde yo voy, vosotros no podéis ir'. Aquí Juan aborda un nuevo asunto u otro aspecto del misterio que envuelve a la persona de Jesús. Jesús habla de su ida y dice que allí donde él va, los fariseos no pueden seguirle. “Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado.” Ellos buscan a Jesús, pero no lo encuentran porque no le conocen y lo buscan con criterios equivocados. Ellos viven en el pecado y van a morir en el pecado. Vivir en el pecado quiere decir vivir alejado de Dios. Ellos imaginan a Dios de una determinada forma, y Dios es diferente a como ellos se lo imaginan. Por esto no son capaces de reconocer la presencia de Dios en Dios. Los fariseos no entienden lo que Jesús quiere decir y toman todo al pie de la letra: “¿Es que se va a suicidar?”
• Juan 8,23-24: ‘Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba.’ Los fariseos se orientan en todo según los criterios de este mundo. “¡Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo!” El marco de referencias que orienta a Jesús en todo lo que dice es el mundo de arriba, esto es, Dios, el Padre, y la misión que recibió del Padre. El marco de referencias de los fariseos es el mundo de aquí abajo, sin apertura, cerrado en sus propios criterios. Por esto, viven en el pecado. Vivir en el pecado es no tener la mirada de Jesús sobre la vida. La mirada de Jesús es totalmente abierta para Dios hasta el punto que Dios está en él en toda su plenitud (Cf. Col 1,19). Nosotros decimos: “Jesús es Dios”. Juan nos convida a decir: “¡Dios es Jesús!”. Por esto, Jesús dice: “Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados”. YO SOY es la afirmación con que Dios se presenta a Moisés en el momento de liberar a su pueblo de la opresión de Egipto (Ex 3,13-14). Es la expresión máxima de la certeza absoluta de que Dios está en medio de nosotros a través de Jesús. Jesús es la prueba definitiva de que Dios está con nosotros. Emmanuel.
• Juan 8,25-26: ¿Quién eres tú? El misterio de Dios en Jesús no cabe en los criterios con los que los fariseos miran Jesús. De nuevo preguntan: “¿Quién eres tú?” Ellos no entendían porque no entienden el lenguaje de Jesús. Jesús hablaba con ellos a partir de todo lo que él experimentaba y vivía en contacto con el Padre y a partir de la conciencia de su misión. Jesús no se auto-promueve. El apenas dice y expresa lo que oye del Padre. El es pura revelación porque es pura y total obediencia.
• Juan 8,27-30: ‘Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que YO SOY’. Los fariseos no entienden que Jesús, en todo lo que dice y hace, es expresión del Padre. Lo comprenderán sólo después que hayan levantado al Hijo del Hombre. “Entonces sabréis que YO SOY”. La palabra levantar tiene un doble sentido de levantar sobre la Cruz y ser levantado a la derecha del Padre. La Buena Nueva de la muerte y de la resurrección revelará quién es Jesús, y ellos sabrán que Jesús es la presencia de Dios en medio de nosotros. El fundamento de esta certeza de nuestra fe es doble: de un lado, la certeza de que el Padre está siempre con Jesús y nunca le deja solo y, por otro lado, la total y radical obediencia de Jesús al Padre, por la que él se convierte en total apertura y total transparencia del Padre para nosotros.
• En realidad, los diálogos son también expresión de cómo era la transmisión catequética de la fe en las comunidades del discípulo amado al final del primero siglo. Reflejan la lectura orante que los cristianos hacían de las palabras de Jesús como expresión de la Palabra de Dios. El método de pregunta y respuesta los ayudaba a encontrar la respuesta a los problemas que, en aquel final del siglo, los judíos planteaban a los cristianos. Era una manera concreta de ayudar la comunidad a profundizar su fe en Jesús y en su mensaje.
• Juan 8,21-22: ’Adonde yo voy, vosotros no podéis ir'. Aquí Juan aborda un nuevo asunto u otro aspecto del misterio que envuelve a la persona de Jesús. Jesús habla de su ida y dice que allí donde él va, los fariseos no pueden seguirle. “Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado.” Ellos buscan a Jesús, pero no lo encuentran porque no le conocen y lo buscan con criterios equivocados. Ellos viven en el pecado y van a morir en el pecado. Vivir en el pecado quiere decir vivir alejado de Dios. Ellos imaginan a Dios de una determinada forma, y Dios es diferente a como ellos se lo imaginan. Por esto no son capaces de reconocer la presencia de Dios en Dios. Los fariseos no entienden lo que Jesús quiere decir y toman todo al pie de la letra: “¿Es que se va a suicidar?”
• Juan 8,23-24: ‘Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba.’ Los fariseos se orientan en todo según los criterios de este mundo. “¡Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo!” El marco de referencias que orienta a Jesús en todo lo que dice es el mundo de arriba, esto es, Dios, el Padre, y la misión que recibió del Padre. El marco de referencias de los fariseos es el mundo de aquí abajo, sin apertura, cerrado en sus propios criterios. Por esto, viven en el pecado. Vivir en el pecado es no tener la mirada de Jesús sobre la vida. La mirada de Jesús es totalmente abierta para Dios hasta el punto que Dios está en él en toda su plenitud (Cf. Col 1,19). Nosotros decimos: “Jesús es Dios”. Juan nos convida a decir: “¡Dios es Jesús!”. Por esto, Jesús dice: “Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados”. YO SOY es la afirmación con que Dios se presenta a Moisés en el momento de liberar a su pueblo de la opresión de Egipto (Ex 3,13-14). Es la expresión máxima de la certeza absoluta de que Dios está en medio de nosotros a través de Jesús. Jesús es la prueba definitiva de que Dios está con nosotros. Emmanuel.
• Juan 8,25-26: ¿Quién eres tú? El misterio de Dios en Jesús no cabe en los criterios con los que los fariseos miran Jesús. De nuevo preguntan: “¿Quién eres tú?” Ellos no entendían porque no entienden el lenguaje de Jesús. Jesús hablaba con ellos a partir de todo lo que él experimentaba y vivía en contacto con el Padre y a partir de la conciencia de su misión. Jesús no se auto-promueve. El apenas dice y expresa lo que oye del Padre. El es pura revelación porque es pura y total obediencia.
• Juan 8,27-30: ‘Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que YO SOY’. Los fariseos no entienden que Jesús, en todo lo que dice y hace, es expresión del Padre. Lo comprenderán sólo después que hayan levantado al Hijo del Hombre. “Entonces sabréis que YO SOY”. La palabra levantar tiene un doble sentido de levantar sobre la Cruz y ser levantado a la derecha del Padre. La Buena Nueva de la muerte y de la resurrección revelará quién es Jesús, y ellos sabrán que Jesús es la presencia de Dios en medio de nosotros. El fundamento de esta certeza de nuestra fe es doble: de un lado, la certeza de que el Padre está siempre con Jesús y nunca le deja solo y, por otro lado, la total y radical obediencia de Jesús al Padre, por la que él se convierte en total apertura y total transparencia del Padre para nosotros.
4) Para la reflexión personal
• Quien se encierra en sus criterios y piensa saberlo todo, no será nunca capaz de comprender al otro. Así eran los fariseos ante Jesús. Yo ante los demás, ¿cómo me comporto?
• Jesús es radical obediencia al Padre y por esto es total revelación del Padre. ¿Qué imagen de Dios se irradia a partir de mí?
• Jesús es radical obediencia al Padre y por esto es total revelación del Padre. ¿Qué imagen de Dios se irradia a partir de mí?
5) Oración final
Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco, escúchame en seguida. (Sal 101)
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco, escúchame en seguida. (Sal 101)
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