Señor Jesús, Tú que naciste de la Virgen María, hija de San
Joaquín y Santa Ana.
Mira con amor a nuestros abuelos de todo el mundo.
Protégelos: son fuente de riqueza para las familias, para la Iglesia y para toda la sociedad.
Sostenlos: también en la vejez continúan siendo para sus familias pilares fuertes de fe evangélica,
custodios de los nobles ideales de la familia, tesoros vivientes de sólidas tradiciones religiosas.
Haz que sean maestros de sabiduría y de valores, que transmitan a las generaciones futuras los frutos de su experiencia humana y espiritual.
Señor Jesús, ayuda a las familias y a la sociedad a valorizar la presencia y el papel de los abuelos.
Que nunca sean ignorados o excluidos, sino que encuentren siempre respeto y amor.
Ayúdales a vivir serenamente y a sentirse acogidos por todos los años que tu les has concedido.
María Madre de todos los vivientes, protege siempre a los abuelos, acompáñales en su peregrinaje terreno,
y con tu oración intercesión haz que todas las familias se reúnan un día en la patria celestial,
donde tu atiendes a toda la humanidad por el gran abrazo de la vida sin fin.
Amén.
Protégelos: son fuente de riqueza para las familias, para la Iglesia y para toda la sociedad.
Sostenlos: también en la vejez continúan siendo para sus familias pilares fuertes de fe evangélica,
custodios de los nobles ideales de la familia, tesoros vivientes de sólidas tradiciones religiosas.
Haz que sean maestros de sabiduría y de valores, que transmitan a las generaciones futuras los frutos de su experiencia humana y espiritual.
Señor Jesús, ayuda a las familias y a la sociedad a valorizar la presencia y el papel de los abuelos.
Que nunca sean ignorados o excluidos, sino que encuentren siempre respeto y amor.
Ayúdales a vivir serenamente y a sentirse acogidos por todos los años que tu les has concedido.
María Madre de todos los vivientes, protege siempre a los abuelos, acompáñales en su peregrinaje terreno,
y con tu oración intercesión haz que todas las familias se reúnan un día en la patria celestial,
donde tu atiendes a toda la humanidad por el gran abrazo de la vida sin fin.
Amén.