UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL


«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

Benedicto XVI, 16 septiembre 2005


HISTORIA Y PASOS DE LA LECTIO DIVINA




INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO





viernes, 23 de agosto de 2013

UN PASTOR "LEVANTA" A PATADAS UNA IMAGEN DE LA VIRGEN ...Pero no se imaginaba lo que sucedería después...


12 de octubre de 1995, día de Nuestra Señora Aparecida, durante el programa Palabra de Vida, trasmitido por la TV Record, el Pastor Sergio Von Helder tuvo lo que podemos llamar de acceso de furia, tomado por un descontrol y total falta de respeto por la creencia ajena, comenzó a patear la imagen de la Patrona del Brasil, generando una de las mayores polémicas religiosas de la historia reciente de nuestro país (Brasil).  El “Obispo” de la Iglesia Universal del Reino de Dios, llegó a ser condenado por “incitar a la discriminación de prejuicio religioso, a través de palabras y gestos”, pero su mayor pena él ni se imaginaba cuál sería…
Un día de éstos, en la TV Canção Nova (canal 20 UHF Rio de Janeiro), durante la homilía el Padre Edmilson recordó el hecho que nos parecía tan distante, pero que él lo trajo a la superficie por su final más que sorprendente.Cierto tiempo después de episodio, el Pastor Von Helder comenzó a sentir fuertes dolores en la pierna izquierda, la misma con la cual había pateado la imagen de la Virgen.  Poco a poco los dolores, hasta entonces sin explicación, fueron aumentando hasta el punto que tuvo que buscar ayuda médica.  Von Helder probó varios tipos de tratamientos en el país, pero sin resultados…el dolor sencillamente no cedía.
Por recomendación de los médicos, Sergio fue a buscar ayuda en los Estados Unidos, en una clínica especializada.  Allá estuvo un buen tiempo internado.  Según él mismo, Sergio, el tratamiento era el mejor posible.
Pero había una enfermera que le dedicó, siempre, una atención especial, lo acompañaba en los momentos más difíciles y de intenso dolor, principalmente durante las noches en que el dolor no pasaba por nada del mundo, ella cuidada su pierna y le daba confort y esperanza.  El tiempo fue pasando, y poco a poco el tratamiento daba resultado hasta lograr la sanación completa.

Su alegría era tanta que, muy conmocionado, resolvió dar una fiesta de agradecimiento y despedida a todo el equipo que lo había tratado.  Durante la fiesta, Sergio se dio cuenta que la enfermera, que había sido tan importante en su recuperación, no estaba en la fiesta.  Entonces fue en busca del Director de la Clínica con el propósito de saber dónde estaba la enfermera, negra, simpática y atenta que lo había amparado en todas esas noches de dolor y desespero…  Y para su gran susto, el Director le dijo no conocer a tal enfermera, y que no había ninguna enfermera negra que trabajara en esa área del Hospital.  Sergio insistía preguntando aún a otros médicos y enfermeras, inclusive si no podría ser de alguna otra área del Hospital, pero nadie siquiera imaginaba quién pudiera ser ella.  Fue ahí cuando cayó de rodillas, en llantos, en plena fiesta, dándose cuenta de lo sucedido…  Nadie entendió lo que sucedió en ese momento, solamente Sergio.  Cayó en cuenta que todo ese tiempo, la enfermera que estuvo a su lado en todos esos momentos de dolor y dificultades era Nuestra Señora la Virgen María en su advocación como Nuestra Señora la Virgen Aparecida. En su color de piel al lado de su pueblo y su gente, evangelizando con amor.
Embargado de vergüenza y remordimientos, Sergio se convirtió al Catolicismo y hoy cuenta su historia a quien lo quiera escuchar…  Un testimonio de fe tardía, pero nunca es tarde para la bondad infinita de Dios, y el cariño y el gran amor de María, nuestra Madre, que aún humillada no abandonó a un hijo en su dolencia.  La mejor forma de vengarse que utilizó la Virgen fue con su amor, dándole amor en sobreabundancia, como su hijo le enseñó.