Evangelio según Mateo 8,5-17.
(XII Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo A -)
1) Oración inicial
Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Evangelio según San Mateo 8,5-17.
Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión, rogándole":
"Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente".
Jesús le dijo: "Yo mismo iré a curarlo".
Pero el centurión respondió: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.
Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: 'Ve', él va, y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: 'Tienes que hacer esto', él lo hace".
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: "Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe.
Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos;
en cambio, los herederos del Reino serán arrojados afuera, a las tinieblas, donde habrá llantos y rechinar de dientes".
Y Jesús dijo al centurión: "Ve, y que suceda como has creído". Y el sirviente se curó en ese mismo momento.
Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, encontró a la suegra de este en cama con fiebre.
Le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirlo.
Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y él, con su palabra, expulsó a los espíritus y curó a todos los que estaban enfermos,
para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: El tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades.
"Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente".
Jesús le dijo: "Yo mismo iré a curarlo".
Pero el centurión respondió: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.
Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: 'Ve', él va, y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: 'Tienes que hacer esto', él lo hace".
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: "Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe.
Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos;
en cambio, los herederos del Reino serán arrojados afuera, a las tinieblas, donde habrá llantos y rechinar de dientes".
Y Jesús dijo al centurión: "Ve, y que suceda como has creído". Y el sirviente se curó en ese mismo momento.
Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, encontró a la suegra de este en cama con fiebre.
Le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirlo.
Al atardecer, le llevaron muchos endemoniados, y él, con su palabra, expulsó a los espíritus y curó a todos los que estaban enfermos,
para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías: El tomó nuestras debilidades y cargó sobre sí nuestras enfermedades.
Palabra del Señor
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3) Reflexión
• El evangelio de hoy sigue describiendo las actividades de Jesús para mostrar como practicaba la Ley de Dios, proclamada en el Monte de las Bienaventuranzas. Después de la curación del leproso del evangelio de ayer (Mt 8,1-4), sigue ahora la descripción de varias otras curaciones:
• Mateo 8,5-7: La demanda del centurión y la respuesta de Jesús. Al analizar los textos del evangelio, es oportuno prestar atención siempre a los pequeños detalles. El centurión es un pagano, un extranjero. No pide nada, sino que apenas informa a Jesús que su empleado está enfermo y que sufre horriblemente. Detrás de esta actitud de la gente ante Jesús está la convicción de que no era necesario pedir las cosas a Jesús. Bastaba comunicarle el problema. Y Jesús haría el resto. ¡Actitud de ilimitada confianza! De hecho, la reacción de Jesús es inmediata: “¡Yo iré a curarlo!”
• Mateo 8,8: La reacción del centurión. El centurión no esperaba un gesto tan inmediato y tan generoso. No esperaba que Jesús fuera hasta su casa. Y desde su experiencia como capitán saca un ejemplo para expresar la fe y la confianza que tenía en Jesús. Dice: "Señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: `Vete', y va; y a otro: `Ven', y viene; y a mi siervo: `Haz esto', y lo hace”. Esta reacción de un extranjero ante Jesús revela cómo era la opinión del pueblo respecto a Jesús. Jesús era alguien en el cual podían confiar y que no rechazaría a aquel que recorriese a él o que le revelase sus problemas. Es ésta la imagen de Jesús que el evangelio de Mateo nos comunica hasta hoy a nosotros, sus lectores y lectoras del siglo XXI.
• Mateo 8,10-13: El comentario de Jesús. El oficial quedó admirado con la reacción de Jesús. Jesús quedó admirado con la reacción del oficial: "Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande.!” Y Jesús previó aquello que estaba aconteciendo en la época en que Mateo escribía su evangelio: “Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes”. El mensaje de Jesús, la nueva Ley de Dios proclamada en lo alto del Monte de las Bienaventuranzas es una respuesta a los deseos más profundos del corazón humano. Los paganos sinceros y honestos como el centurión y tantos otros que vinieron de Oriente o de Occidente, perciben en Jesús una respuesta a sus inquietudes y le acogen. El mensaje de Jesús no es, en primer lugar, una doctrina o una moral, ni tampoco un rito o un conjunto de normas, sino una experiencia profunda de Dios que responde a lo que el corazón humano desea. Si hoy muchos se alejan de la Iglesia o van hacia otras religiones la culpa no siempre es de ellos, sino que puede ser de nosotros que no sabemos vivir ni irradiar el mensaje de Jesús.
• Mateo 8,14-15: La curación de la suegra de Pedro. Jesús entró en la casa de Pedro y curó a su suegra. Estaba enferma. En la segunda mitad del siglo primero, cuando Mateo escribe, la expresión “Casa de Pedro” evoca la Iglesia, construida sobre la roca que era Pedro. Jesús entra en esta casa y cura a la suegra de Pedro: “Le tocó la mano y la fiebre la dejó; y se levantó y se puso a servirle. ”. El verbo usado en griego es diakonew, servir. Una mujer se vuelve diaconisa en la Casa de Pedro. Era lo que estaba ocurriendo en aquel tiempo. En la carta a los Romanos, Pablo menciona a la diaconisa Febe de la comunidad de Cencreas (Rom 16,1). Tenemos mucho que aprender de los primeros cristianos.
• Mateo 8,16-17: La realización de la profecía de Isaías. Mateo dice que: “al atardecer”, llevaron a Jesús muchas personas que estaban poseídas por el demonio”. ¿Por qué sólo al atardecer? Porque en el evangelio de Marcos, de donde Mateo saca su información, se trata de un día de sábado (Mc 1,21), y el sábado terminaba en el momento en que aparecía la primera estrella en el cielo. En ese momento la gente podía salir de casa, cargar con el peso del enfermo y llevarlo ante Jesús. Y “¡Jesús con su palabra, expulsaba los espíritus y curaba todas las enfermedades!” Usando un texto de Isaías, Mateo ilumina el significado de este gesto de Jesús:”para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades”.De este modo, Mateo enseña que Jesús era el Mesías – Siervo, anunciado por Isaías (Is 53,4; cf. Is 42,1-9; 49,1-6; 50,4-9; 52,13-53,12). Mateo hacía lo que hacen hoy nuestras comunidades: usa la Biblia para iluminar e interpretar los acontecimientos y descubrir en ellos la presencia de la palabra creadora de Dios.
• Mateo 8,5-7: La demanda del centurión y la respuesta de Jesús. Al analizar los textos del evangelio, es oportuno prestar atención siempre a los pequeños detalles. El centurión es un pagano, un extranjero. No pide nada, sino que apenas informa a Jesús que su empleado está enfermo y que sufre horriblemente. Detrás de esta actitud de la gente ante Jesús está la convicción de que no era necesario pedir las cosas a Jesús. Bastaba comunicarle el problema. Y Jesús haría el resto. ¡Actitud de ilimitada confianza! De hecho, la reacción de Jesús es inmediata: “¡Yo iré a curarlo!”
• Mateo 8,8: La reacción del centurión. El centurión no esperaba un gesto tan inmediato y tan generoso. No esperaba que Jesús fuera hasta su casa. Y desde su experiencia como capitán saca un ejemplo para expresar la fe y la confianza que tenía en Jesús. Dice: "Señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: `Vete', y va; y a otro: `Ven', y viene; y a mi siervo: `Haz esto', y lo hace”. Esta reacción de un extranjero ante Jesús revela cómo era la opinión del pueblo respecto a Jesús. Jesús era alguien en el cual podían confiar y que no rechazaría a aquel que recorriese a él o que le revelase sus problemas. Es ésta la imagen de Jesús que el evangelio de Mateo nos comunica hasta hoy a nosotros, sus lectores y lectoras del siglo XXI.
• Mateo 8,10-13: El comentario de Jesús. El oficial quedó admirado con la reacción de Jesús. Jesús quedó admirado con la reacción del oficial: "Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande.!” Y Jesús previó aquello que estaba aconteciendo en la época en que Mateo escribía su evangelio: “Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes”. El mensaje de Jesús, la nueva Ley de Dios proclamada en lo alto del Monte de las Bienaventuranzas es una respuesta a los deseos más profundos del corazón humano. Los paganos sinceros y honestos como el centurión y tantos otros que vinieron de Oriente o de Occidente, perciben en Jesús una respuesta a sus inquietudes y le acogen. El mensaje de Jesús no es, en primer lugar, una doctrina o una moral, ni tampoco un rito o un conjunto de normas, sino una experiencia profunda de Dios que responde a lo que el corazón humano desea. Si hoy muchos se alejan de la Iglesia o van hacia otras religiones la culpa no siempre es de ellos, sino que puede ser de nosotros que no sabemos vivir ni irradiar el mensaje de Jesús.
• Mateo 8,14-15: La curación de la suegra de Pedro. Jesús entró en la casa de Pedro y curó a su suegra. Estaba enferma. En la segunda mitad del siglo primero, cuando Mateo escribe, la expresión “Casa de Pedro” evoca la Iglesia, construida sobre la roca que era Pedro. Jesús entra en esta casa y cura a la suegra de Pedro: “Le tocó la mano y la fiebre la dejó; y se levantó y se puso a servirle. ”. El verbo usado en griego es diakonew, servir. Una mujer se vuelve diaconisa en la Casa de Pedro. Era lo que estaba ocurriendo en aquel tiempo. En la carta a los Romanos, Pablo menciona a la diaconisa Febe de la comunidad de Cencreas (Rom 16,1). Tenemos mucho que aprender de los primeros cristianos.
• Mateo 8,16-17: La realización de la profecía de Isaías. Mateo dice que: “al atardecer”, llevaron a Jesús muchas personas que estaban poseídas por el demonio”. ¿Por qué sólo al atardecer? Porque en el evangelio de Marcos, de donde Mateo saca su información, se trata de un día de sábado (Mc 1,21), y el sábado terminaba en el momento en que aparecía la primera estrella en el cielo. En ese momento la gente podía salir de casa, cargar con el peso del enfermo y llevarlo ante Jesús. Y “¡Jesús con su palabra, expulsaba los espíritus y curaba todas las enfermedades!” Usando un texto de Isaías, Mateo ilumina el significado de este gesto de Jesús:”para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades”.De este modo, Mateo enseña que Jesús era el Mesías – Siervo, anunciado por Isaías (Is 53,4; cf. Is 42,1-9; 49,1-6; 50,4-9; 52,13-53,12). Mateo hacía lo que hacen hoy nuestras comunidades: usa la Biblia para iluminar e interpretar los acontecimientos y descubrir en ellos la presencia de la palabra creadora de Dios.
4) Para la reflexión personal
• Compara la imagen que tú tienes de Jesús con la del centurión y de la gente que iba detrás de Jesús.
• La Buena Nueva de Jesús no es, en primer lugar, una doctrina o una moral, ni un rito o un conjunto de normas, sino una experiencia profunda de Dios que responde a lo que el corazón humano desea. La Buena Nueva de Jesús ¿cómo repercute en ti, en tu vida y en tu corazón?
• La Buena Nueva de Jesús no es, en primer lugar, una doctrina o una moral, ni un rito o un conjunto de normas, sino una experiencia profunda de Dios que responde a lo que el corazón humano desea. La Buena Nueva de Jesús ¿cómo repercute en ti, en tu vida y en tu corazón?
5) Oración final
Ensalzad conmigo a Yahvé,
exaltemos juntos su nombre.
Consulté a Yahvé y me respondió:
me libró de todos mis temores. (Sal 34,4-5)
exaltemos juntos su nombre.
Consulté a Yahvé y me respondió:
me libró de todos mis temores. (Sal 34,4-5)