UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL


«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

Benedicto XVI, 16 septiembre 2005


HISTORIA Y PASOS DE LA LECTIO DIVINA




INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO





viernes, 29 de julio de 2011

Lectio Divina : Domingo 31 de Julio 2011 : Evangelio según Mateo 14,13-21. : (18º Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo A -)


Lectio Divina : 
Domingo, 31 Julio, 2011
Evangelio según Mateo 14,13-21.  
(18º Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo A -) 
 
1. LECTIO 

  a) Oración inicial:

Ven, Espíritu Santo
Ven, Fuego de amor
Ven, Padre de los pobres
Ven, Refrigerio de mi alma




b) Lectura:
Mateo 14,13-21Evangelio según San Mateo 14,13-21.
Al enterarse de eso, Jesús se alejó en una barca a un lugar desierto para estar a solas. Apenas lo supo la gente, dejó las ciudades y lo siguió a pie.
Cuando desembarcó, Jesús vio una gran muchedumbre y, compadeciéndose de ella, curó a los enfermos.
Al atardecer, los discípulos se acercaron y le dijeron: "Este es un lugar desierto y ya se hace tarde; despide a la multitud para que vaya a las ciudades a comprarse alimentos".
Pero Jesús les dijo: "No es necesario que se vayan, denles de comer ustedes mismos".
Ellos respondieron: "Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados".
"Tráiganmelos aquí", les dijo.
Y después de ordenar a la multitud que se sentara sobre el pasto, tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes, los dio a sus discípulos, y ellos los distribuyeron entre la multitud.
Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron doce canastas.
Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
Palabra del Señor
Continùa....
c) Momentos de silencio:

para que la palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.



2. MEDITATIO



a) Clave de lectura:

Todos los evangelistas relatan la multiplicación de los panes. 
Mientras Lucas y Juan no narran nada más que una sola multiplicación de los panes (Lc 9, 10-17; Jn 6,1-13), Marcos y Mateo hacen referencia a dos multiplicaciones (Mc 6,30-44; 8, 1-10; Mt 14,13-21; 15, 32-39). Parece que las dos narraciones tanto en Mateo como en Marcos tienen origen de un solo suceso de la multiplicación de los panes, pero que ha sido transmitido en dos versiones según tradiciones diversas. Además la narración de Mateo 14,13-21 y Mc 6, 30-44 parecen ser las redacciones más antiguas. Nosotros aquí nos quedamos con el objeto de nuestra lectio divina, o sea el texto de Mt 14, 13-21.

El texto nos presenta a Jesús, que habiendo oído la noticia de la muerte del Bautista a manos de Herodes (Mt 14,12), se retira a otra parte “en un lugar desierto” (Mt 14,13). Muchas veces en los evangelios, Jesús se nos presenta como aquél que se retira a un lugar apartado. Aunque no siempre es así, generalmente este retirarse quiere demostrar un Jesús inmerso en la oración. He aquí algunos ejemplos: “Despedida la gente, subió al monte solo, a orar. Llegada la noche Él estaba todavía solo, arriba” (Mt 1,23); “En la mañana se levantó cuando todavía estaba obscuro y salido de casa, se retiró aun lugar desierto y allá oraba” (Mc 1,35); “Jesús se retiraba a lugares solitarios para orar” (Lc 5,16); “conducido por el Espíritu” Jesús se retira después de su bautismo al desierto para ser tentado por el diablo venciendo sus seducciones con la fuerza de la palabra de Dios (Mt 4,1-11; Mc 1,12-13; Lc 4,1-13) Otras veces Jesús llama consigo a sus discípulos: “Vengan a un lugar desierto y apartado y descansen un poco” (Mc 6, 30-44). En este pasaje, Jesús reza antes de la multiplicación de los panes. Los evangelios demuestran que a Jesús le gustaba orar antes de acontecimientos importantes en el curso de su ministerio, como el bautismo, la transfiguración, la pasión.

Esta vez la gente lo sigue al desierto (Mt 14,13) y Jesús siente compasión por ellos, curando a los enfermos (Mt 14,14). A veces en Jesús se asoma una compasión por los que le siguen (Mt 15,32). El Maestro se conmueve porque ellos “eran como ovejas sin pastor”(Mc 6,34). Jesús en efecto es el buen pastor que alimenta a su pueblo como ha hecho el profeta Eliseo (2 Re 4, 1-7, 42-44) y Moisés en el desierto (Ex 16; Num 11). En el evangelio de Juan, Jesús con el discurso sobre el pan de la vida (Jn 6), explica el significado del signo de la multiplicación de los panes. Este prodigio es una preparación al pan que será dado en la Eucaristía. 
Los gestos realizados por Jesús antes de la multiplicación de los panes, en todos los evangelios nos recuerdan el rito de partir el pan, la eucaristía. Los gestos son: a) tomar el pan, b) alzar “los ojos al cielo”, c) pronunciar “la bendición”, d) partir el pan, e) repartir a los discípulos (Mt 14,19). Estos gestos se encuentran en la narración de la última cena de Jesús (Mt 26,26).

Todos comen y se sacian de este pan. Sobran doce cestas de los restos de pan. 
Jesús es aquél que sacia al pueblo elegido de Dios: Israel, compuesto por las doce tribus.  
Pero sacia también a los paganos en la segunda multiplicación (Mt 15,32-39), simbolizados esta vez por siete panecillos, el número de las naciones de Canaán (Act 13,19) y también el número de los diáconos elenistas (Act 6,5; 21,8) que tenían el deber de proveer a la distribución cotidiana de las mesas. La comunidad recogida en torno a Jesús, primicia del Reino de los Cielos, acoge en sí Hebreos y Gentiles, todos son llamados a aceptar la invitación de participar de la mesa con el Señor. Jesús hace ver esto incluso con su gesto de sentarse a la mesa con publicanos y pecadores y con su enseñanza en las parábolas de los banquetes, donde “muchos vendrán de oriente y occidente y se sentarán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos” (Mt 8,11; ver también Mt 2,34; Lc 14, 16-24).



b) Preguntas para orientar la meditación y actualización:

- ¿Qué te ha llamado más la atención en este texto?
- ¿Cuál de los gestos de Jesús te gustan más en este texto?
- ¿Te has parado a reflexionar alguna vez sobre las emociones de Jesús? Este texto se fija en la compasión. ¿Puedes encontrar otros en los evangelios?
- ¿Qué crees que Dios quiera comunicarte con este relato sobre la multiplicación de los panes?
- Jesús provee de alimento en abundancia. ¿Te confías a la providencia del Señor? ¿Qué significa para ti confiarse a la providencia?
- ¿Alguna vez has pensado en la Eucaristía como un sentarse a la mesa con el Señor? ¿Quiénes son los invitados a esta mesa?


3. ORATIO


a) Salmo 78, 24-25:

Les hizo llover maná para comer,
les hizo llegar un trigo celeste;
el hombre comió pan de los Fuertes,
les mandó provisión para hartarse.



b) Oración final:

Oh Dios, que en la compasión de tu Hijo con nosotros, manifiesta tu bondad paterna, haz que el pan multiplicado de tu providencia sea partido en la caridad, y la comunión con el alimento bajado del cielo nos abra al diálogo y al servicio de los hermanos. Por Cristo nuestro Señor.



4. CONTEMPLATIO

Hay otro punto aún sobre el que quisiera llamar la atención, porque en él se refleja en gran parte la autenticidad de la participación en la Eucaristía celebrada en la comunidad: se trata de su impulso para un compromiso activo en la edificación de una sociedad más equitativa y fraterna. Nuestro Dios ha manifestado en la Eucaristía la forma suprema del amor, trastocando todos los criterios de dominio, que rigen con demasiada frecuencia las relaciones humanas, y afirmando de modo radical el criterio del servicio: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos» (Mc 9,35). [...] ¿Por qué, pues, no hacer de este Año de la Eucaristía un tiempo en que las comunidades diocesanas y parroquiales se comprometan especialmente a afrontar con generosidad fraterna alguna de las múltiples pobrezas de nuestro mundo? Pienso en el drama del hambre que atormenta a cientos de millones de seres humanos, en las enfermedades que flagelan a los Países en desarrollo, en la soledad de los ancianos, la desazón de los parados, el trasiego de los emigrantes. Se trata de males que, si bien en diversa medida, afectan también a las regiones más opulentas. No podemos hacernos ilusiones: por el amor mutuo y, en particular, por la atención a los necesitados se nos reconocerá como verdaderos discípulos de Cristo (cf. Jn 13,35; Mt 25,31-46). En base a este criterio se comprobará la autenticidad de nuestras celebraciones eucarísticas.

Juan Pablo II, Mane Nobiscum Domine, 28.