Evangelio según Juan 5,1-16.
(4ª Semana del Tiempo de Cuaresma - Ciclo A -)
1) Oración inicial
Te pedimos, Señor, que las prácticas santas de esta Cuaresma dispongan el corazón de tus fieles para celebrar dignamente el misterio pascual y anunciar a todos los hombres la grandeza de tu salvación. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Evangelio según San Juan 5,1-16.
Después de esto, se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos.
Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua.
Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años.
Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: "¿Quieres curarte?".
El respondió: "Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes".
Jesús le dijo: "Levántate, toma tu camilla y camina".
En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado,
y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: "Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla".
El les respondió: "El que me curó me dijo: 'Toma tu camilla y camina'".
Ellos le preguntaron: "¿Quién es ese hombre que te dijo: 'Toma tu camilla y camina?'".
Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.
Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: "Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía".
El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado.
Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.
Después de esto, se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos.
Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua.
Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años.
Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: "¿Quieres curarte?".
El respondió: "Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes".
Jesús le dijo: "Levántate, toma tu camilla y camina".
En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar. Era un sábado,
y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: "Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla".
El les respondió: "El que me curó me dijo: 'Toma tu camilla y camina'".
Ellos le preguntaron: "¿Quién es ese hombre que te dijo: 'Toma tu camilla y camina?'".
Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.
Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: "Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía".
El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado.
Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.
Palabra del Señor
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3) Reflexión
• El Evangelio de hoy describe como Jesús cura a un paralítico que se quedó esperando 38 años para que alguien le ayudara a llegar al agua de la piscina para curarse. ¡Treinta y ocho años! Ante esta ausencia total de solidaridad, Jesús, ¿qué hace? No respeta la ley del sábado curando al paralítico. Hoy, al faltar gente que atiende a las personas enfermas en los países pobres, mucha gente experimenta esa misma falta de solidaridad. Viven en abandono total, sin ayuda, sin solidaridad de parte de nadie.
• Juan 5,1-2: Jesús va a Jerusalén. En ocasión de una fiesta de los judíos, Jesús va a Jerusalén. Había allí, cerca del Templo, una piscina con cinco pórticos o pasillos. En aquel tiempo, el culto en el Templo exigía el uso de mucha agua para los numerosos animales que se sacrificaban, sobre todo en las grandes fiestas. Por esto, al lado del Templo, había diversas cisternas con más de un millar de litros de agua. Y allí cerca, gracias a la abundancia de agua, había un balneario público, donde los enfermos se aglomeraban a la espera de ayuda o de curación. La arqueología informa que, en aquel mismo lugar del Templo, había otro donde los escribas enseñaban la ley a los estudiantes. Por un lado, la enseñanza de la Ley de Dios. Por otro, el abandono de los pobres. Y el agua purificaba el Templo, pero no purificaba a la gente.
• Juan 5,3-4: La situación de los enfermos. Esos enfermos se sentían atraídos por las aguas del balneario. Decían que un ángel removía las aguas y el primero que bajara después del movimiento del ángel quedaría curado. Dicho con otras palabras, los enfermos se sentían atraídos por falsas esperanzas. Pues la curación era sólo para una sola persona. ¡Como las loterías de hoy! ¡Sólo una persona gana un premio! La mayoría solamente paga y no gana nada. Y en esta situación de total abandono, allí en el balneario popular, Jesús encuentra a los enfermos.
• Juan 5,5-9: Jesús cura en el día de sábado. Bien cerca del lugar donde se enseñaba la observancia de la Ley de Dios, un paralítico se quedó por 38 años a la espera de alguien que le ayudara a bajar al agua para que se curara. Este hecho revela la absoluta falta de solidaridad y de acogida a los excluidos. El número 38 indicaba la duración de una generación (Dt 2,14). Es toda una generación que no llega a experimentar ni solidaridad, ni misericordia. La religión de la época no era capaz de revelar el rostro acogedor y misericordioso de Dios. Ante esta situación dramática, Jesús no observa la ley del sábado y se ocupa del paralítico diciendo: "¡Toma tu camilla y anda!" El hombre agarra su camilla y se va, y Jesús desaparece en medio de la multitud.
• Juan 5,10-13: Discusión del hombre curado con los judíos. Llegan inmediatamente algunos judíos y critican al hombre por cargar con su camilla en el día de sábado. El hombre no sabe responder a la pregunta de quién le ha curado. No conocía a Jesús. Esto significa que Jesús, al pasar por ese lugar de pobres y enfermos, vio a aquel hombre, percibió la situación dramática en la que se encontraba y, sin más, lo cura. No lo cura para que el hombre se convierta, ni para que crea en Dios. Lo hace, para ayudarle. Quería que el hombre pudiera experimentar un poco de amor y de solidaridad mediante su ayuda y su afecto.
• Juan 5,14-16: El reencuentro con Jesús. Al ir al Templo en medio de la multitud, Jesús encuentra a la misma persona y le dice: "Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía". En aquel tiempo, la gente decía: "¡La enfermedad es el castigo de Dios! Si tiene parálisis, es señal de que Dios no está a bien contigo." Jesús no concordaba con este modo de pensar. Al curar al hombre, estaba diciendo lo contrario: “Tu enfermedad no es un castigo de Dios. Dios está contigo." Una vez curado, el hombre debe tratar de no pecar más, para que no le suceda algo peor. Pero ingenuamente, el hombre va a decir a los judíos que Jesús era quien le había curado. Los judíos empiezan a perseguir a Jesús porque hace cosas en el día de sábado. En el Evangelio de mañana veremos cómo sigue.
• Juan 5,1-2: Jesús va a Jerusalén. En ocasión de una fiesta de los judíos, Jesús va a Jerusalén. Había allí, cerca del Templo, una piscina con cinco pórticos o pasillos. En aquel tiempo, el culto en el Templo exigía el uso de mucha agua para los numerosos animales que se sacrificaban, sobre todo en las grandes fiestas. Por esto, al lado del Templo, había diversas cisternas con más de un millar de litros de agua. Y allí cerca, gracias a la abundancia de agua, había un balneario público, donde los enfermos se aglomeraban a la espera de ayuda o de curación. La arqueología informa que, en aquel mismo lugar del Templo, había otro donde los escribas enseñaban la ley a los estudiantes. Por un lado, la enseñanza de la Ley de Dios. Por otro, el abandono de los pobres. Y el agua purificaba el Templo, pero no purificaba a la gente.
• Juan 5,3-4: La situación de los enfermos. Esos enfermos se sentían atraídos por las aguas del balneario. Decían que un ángel removía las aguas y el primero que bajara después del movimiento del ángel quedaría curado. Dicho con otras palabras, los enfermos se sentían atraídos por falsas esperanzas. Pues la curación era sólo para una sola persona. ¡Como las loterías de hoy! ¡Sólo una persona gana un premio! La mayoría solamente paga y no gana nada. Y en esta situación de total abandono, allí en el balneario popular, Jesús encuentra a los enfermos.
• Juan 5,5-9: Jesús cura en el día de sábado. Bien cerca del lugar donde se enseñaba la observancia de la Ley de Dios, un paralítico se quedó por 38 años a la espera de alguien que le ayudara a bajar al agua para que se curara. Este hecho revela la absoluta falta de solidaridad y de acogida a los excluidos. El número 38 indicaba la duración de una generación (Dt 2,14). Es toda una generación que no llega a experimentar ni solidaridad, ni misericordia. La religión de la época no era capaz de revelar el rostro acogedor y misericordioso de Dios. Ante esta situación dramática, Jesús no observa la ley del sábado y se ocupa del paralítico diciendo: "¡Toma tu camilla y anda!" El hombre agarra su camilla y se va, y Jesús desaparece en medio de la multitud.
• Juan 5,10-13: Discusión del hombre curado con los judíos. Llegan inmediatamente algunos judíos y critican al hombre por cargar con su camilla en el día de sábado. El hombre no sabe responder a la pregunta de quién le ha curado. No conocía a Jesús. Esto significa que Jesús, al pasar por ese lugar de pobres y enfermos, vio a aquel hombre, percibió la situación dramática en la que se encontraba y, sin más, lo cura. No lo cura para que el hombre se convierta, ni para que crea en Dios. Lo hace, para ayudarle. Quería que el hombre pudiera experimentar un poco de amor y de solidaridad mediante su ayuda y su afecto.
• Juan 5,14-16: El reencuentro con Jesús. Al ir al Templo en medio de la multitud, Jesús encuentra a la misma persona y le dice: "Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía". En aquel tiempo, la gente decía: "¡La enfermedad es el castigo de Dios! Si tiene parálisis, es señal de que Dios no está a bien contigo." Jesús no concordaba con este modo de pensar. Al curar al hombre, estaba diciendo lo contrario: “Tu enfermedad no es un castigo de Dios. Dios está contigo." Una vez curado, el hombre debe tratar de no pecar más, para que no le suceda algo peor. Pero ingenuamente, el hombre va a decir a los judíos que Jesús era quien le había curado. Los judíos empiezan a perseguir a Jesús porque hace cosas en el día de sábado. En el Evangelio de mañana veremos cómo sigue.
4) Para la reflexión personal
• ¿Has tenido una experiencia semejante a la del paralítico, quedándote un tiempo sin ayuda? ¿Cómo es la situación de asistencia a los enfermos en el lugar donde tú vives? ¿Hay señales de solidaridad?
• ¿Qué nos enseña esto a nosotros?
• ¿Qué nos enseña esto a nosotros?
5) Oración final
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar. (Sal 45)
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar. (Sal 45)