1) Oración inicial
¡Oh Dios!, que has puesto la plenitud de la ley en el amor a ti y al prójimo; concédenos cumplir tus mandamientos para llegar así a la vida eterna. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Lucas 9,1-6
Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: «No tomen nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengan dos túnicas cada uno. Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se marchen de allí. Y si algunos no los reciben, salgan de aquella ciudad y sacudian el polvo de sus pies en testimonio contra ellos.» Partieron, pues, y recorrieron los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.
Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar. Y les dijo: «No tomen nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengan dos túnicas cada uno. Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se marchen de allí. Y si algunos no los reciben, salgan de aquella ciudad y sacudian el polvo de sus pies en testimonio contra ellos.» Partieron, pues, y recorrieron los pueblos, anunciando la Buena Nueva y curando por todas partes.
3) Reflexión
• El evangelio de hoy nos trae la descripción de la misión que los Doce recibieron de Jesús. Más adelante, Lucas habla de la misión de los setenta y dos discípulos (Lc 10,1-12). Los dos se completan y revelan la misión de la iglesia.
• Lucas 9,1-2: Envío de los doce para la misión. “Les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar”.Llamando a los doce, Jesús intensifica el anuncio de la Buena Nueva. El objetivo de la misión es simple y claro: reciben el poder y la autoridad para expulsar a los demonios, para curar las dolencias y para anunciar el Reino de Dios. Así como la gente quedaba admirada ante la autoridad de Jesús sobre los espíritus impuros y ante su manera de anunciar la Buena Nueva (Lc 4,32.36), lo mismo deberá acontecer con la predicación de los doce apóstoles.
• Lucas 9,3-5: Las instrucciones para la Misión. Jesús los envió con las siguientes recomendaciones: no pueden llevar nada “ni bastón, ni alforja, ni dinero, ni dos túnicas”. No pueden andar de casa en casa, sino que “Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí.” En caso de que no os reciban “sacudan el polvo de sus pies en testimonio contra ellos”. Como veremos, estas recomendaciones extrañas para nosotros, tienen un significado muy importante.
• Lucas 9,6: La ejecución de la misión. Y ellos se fueron. Es el comienzo de una nueva etapa. Ahora ya no es sólo Jesús, sino es todo el grupo que va a anunciar la Buena Nueva de Dios a la gente. Si la predicación de Jesús ya causaba conflictos, cuánto más ahora, con la predicación de todo el grupo.
• Los cuatro puntos básicos de la misión. En el tiempo de Jesús, había diversos movimientos de renovación: esenios, fariseos, zelotes. Ellos también buscaban una nueva manera de convivir en comunidad y tenían a sus misioneros (cf. Mt 23,15). Pero éstos, cuando iban en misión, iban prevenidos. Llevaban alforja y dinero para cuidar de su propia comida. Pues no confiaban en la comida de la gente que no siempre era ritualmente “pura”. Al contrario de los otros misioneros, los discípulos y las discípulas de Jesús recibieron recomendaciones diferentes que nos ayudan a entender los puntos fundamentales de la misión de anunciar la Buena Nueva:
a) Deben ir sin nada (Lc 9,3; 10,4). Esto significa que Jesús obliga a confiar en la hospitalidad. Pues, quien va sin nada, va porque confía en la gente y piensa que va a ser recibido. Con esta actitud, critican las leyes de la exclusión, enseñadas por la religión oficial, y por la nueva práctica, mostraron que tenían otros criterios de comunidad.
b) Deben quedarse hospedados en la primera casa hasta retirarse del lugar (Lc 9,4; 10,7). Esto es, deben convivir de forma estable y no andar de casa en casa. Deben trabajar como todo el mundo y vivir de lo que reciben a cambio, “pues el obrero merece su salario” (Lc 10,7). Con otras palabras, tienen que participar de la vida y del trabajo de la gente, y la gente los acogerá en su comunidad y compartirá con ellos casa y comida. Esto significa que deben confiar en el compartir. Esto explica también la severidad de la crítica contra los que no aceptan el mensaje: sacudirse el polvo de los pies, como pretexto contra ellos (Lc 10,10-12), pues no rechazan algo nuevo, sino que su propio pasado.
c) Tienen que curar a los enfermos y expulsar los demonios (Lc 9,1; 10,9; Mt 10,8). Esto es, deben ejercer la función de “defensor” (goêl) y acoger para dentro del clan, dentro de la comunidad, a los excluidos. Con esta actitud critican la situación de desintegración de la vida comunitaria del clan y apuntan hacia salidas concretas. La expulsión de demonios es señal de que el Reino de Dios ha llegado (Lc 11,20).
d) Tienen que comer lo que el pueblo les da (Lc 10,8). No pueden vivir separados con su propia comida, sino que han de aceptar la comunión de mesa. Esto significa que, en contacto con la gente, no deben tener miedo a perder la pureza como era enseñada en la época. Con esta actitud critican las leyes de la pureza en vigor y muestran, por medio de la nueva práctica, que poseen otro acceso a la pureza, esto es, a la intimidad con Dios.
Estos eran los cuatro puntos básicos de la vida comunitaria que debían marcar la actitud de los misioneros o de las misioneras que anunciaban la Buena Nueva de Dios en nombre de Jesús: hospitalidad, compartir, comunión de mesa, y acogida a los excluidos (defensor, goêl). Si estas cuatro exigencias se cumplen, entonces pueden y deben gritar a los cuatro vientos: “¡El Reino ha llegado!” (cf. Lc 10,1-12; 9,1-6; Mc 6,7-13; Mt 10,6-16). Pues el Reino de Dios que Jesús nos ha revelado no es una doctrina, ni un catecismo, ni una ley. El Reino de Dios acontece y se hace presente cuando las personas, motivadas por su fe en Jesús, deciden convivir en comunidad para así testimoniar y revelar a todos que Dios es Padre y Madre y que, por consiguiente, nosotros, los seres humanos, somos hermanos y hermanas unos de otros. Jesús quería que la comunidad local fuera de nueva una expresión de la Alianza, del Reino, del amor de Dios como Padre, que nos hace a todos hermanos y hermanas.
• Lucas 9,1-2: Envío de los doce para la misión. “Les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar”.Llamando a los doce, Jesús intensifica el anuncio de la Buena Nueva. El objetivo de la misión es simple y claro: reciben el poder y la autoridad para expulsar a los demonios, para curar las dolencias y para anunciar el Reino de Dios. Así como la gente quedaba admirada ante la autoridad de Jesús sobre los espíritus impuros y ante su manera de anunciar la Buena Nueva (Lc 4,32.36), lo mismo deberá acontecer con la predicación de los doce apóstoles.
• Lucas 9,3-5: Las instrucciones para la Misión. Jesús los envió con las siguientes recomendaciones: no pueden llevar nada “ni bastón, ni alforja, ni dinero, ni dos túnicas”. No pueden andar de casa en casa, sino que “Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de allí.” En caso de que no os reciban “sacudan el polvo de sus pies en testimonio contra ellos”. Como veremos, estas recomendaciones extrañas para nosotros, tienen un significado muy importante.
• Lucas 9,6: La ejecución de la misión. Y ellos se fueron. Es el comienzo de una nueva etapa. Ahora ya no es sólo Jesús, sino es todo el grupo que va a anunciar la Buena Nueva de Dios a la gente. Si la predicación de Jesús ya causaba conflictos, cuánto más ahora, con la predicación de todo el grupo.
• Los cuatro puntos básicos de la misión. En el tiempo de Jesús, había diversos movimientos de renovación: esenios, fariseos, zelotes. Ellos también buscaban una nueva manera de convivir en comunidad y tenían a sus misioneros (cf. Mt 23,15). Pero éstos, cuando iban en misión, iban prevenidos. Llevaban alforja y dinero para cuidar de su propia comida. Pues no confiaban en la comida de la gente que no siempre era ritualmente “pura”. Al contrario de los otros misioneros, los discípulos y las discípulas de Jesús recibieron recomendaciones diferentes que nos ayudan a entender los puntos fundamentales de la misión de anunciar la Buena Nueva:
a) Deben ir sin nada (Lc 9,3; 10,4). Esto significa que Jesús obliga a confiar en la hospitalidad. Pues, quien va sin nada, va porque confía en la gente y piensa que va a ser recibido. Con esta actitud, critican las leyes de la exclusión, enseñadas por la religión oficial, y por la nueva práctica, mostraron que tenían otros criterios de comunidad.
b) Deben quedarse hospedados en la primera casa hasta retirarse del lugar (Lc 9,4; 10,7). Esto es, deben convivir de forma estable y no andar de casa en casa. Deben trabajar como todo el mundo y vivir de lo que reciben a cambio, “pues el obrero merece su salario” (Lc 10,7). Con otras palabras, tienen que participar de la vida y del trabajo de la gente, y la gente los acogerá en su comunidad y compartirá con ellos casa y comida. Esto significa que deben confiar en el compartir. Esto explica también la severidad de la crítica contra los que no aceptan el mensaje: sacudirse el polvo de los pies, como pretexto contra ellos (Lc 10,10-12), pues no rechazan algo nuevo, sino que su propio pasado.
c) Tienen que curar a los enfermos y expulsar los demonios (Lc 9,1; 10,9; Mt 10,8). Esto es, deben ejercer la función de “defensor” (goêl) y acoger para dentro del clan, dentro de la comunidad, a los excluidos. Con esta actitud critican la situación de desintegración de la vida comunitaria del clan y apuntan hacia salidas concretas. La expulsión de demonios es señal de que el Reino de Dios ha llegado (Lc 11,20).
d) Tienen que comer lo que el pueblo les da (Lc 10,8). No pueden vivir separados con su propia comida, sino que han de aceptar la comunión de mesa. Esto significa que, en contacto con la gente, no deben tener miedo a perder la pureza como era enseñada en la época. Con esta actitud critican las leyes de la pureza en vigor y muestran, por medio de la nueva práctica, que poseen otro acceso a la pureza, esto es, a la intimidad con Dios.
Estos eran los cuatro puntos básicos de la vida comunitaria que debían marcar la actitud de los misioneros o de las misioneras que anunciaban la Buena Nueva de Dios en nombre de Jesús: hospitalidad, compartir, comunión de mesa, y acogida a los excluidos (defensor, goêl). Si estas cuatro exigencias se cumplen, entonces pueden y deben gritar a los cuatro vientos: “¡El Reino ha llegado!” (cf. Lc 10,1-12; 9,1-6; Mc 6,7-13; Mt 10,6-16). Pues el Reino de Dios que Jesús nos ha revelado no es una doctrina, ni un catecismo, ni una ley. El Reino de Dios acontece y se hace presente cuando las personas, motivadas por su fe en Jesús, deciden convivir en comunidad para así testimoniar y revelar a todos que Dios es Padre y Madre y que, por consiguiente, nosotros, los seres humanos, somos hermanos y hermanas unos de otros. Jesús quería que la comunidad local fuera de nueva una expresión de la Alianza, del Reino, del amor de Dios como Padre, que nos hace a todos hermanos y hermanas.
4) Para la reflexión personal
• La participación en la comunidad ¿te ha ayudado a acoger y a confiar más en las personas, sobre todo en los más sencillos y en los pobres?
• ¿Cuál es el punto de la misión de los apóstoles que tiene más importancia para nosotros hoy? ¿Por qué?
• ¿Cuál es el punto de la misión de los apóstoles que tiene más importancia para nosotros hoy? ¿Por qué?
5) Oración final
Mi porción es Yahvé.
He decidido guardar tus palabras.
Busco con anhelo tu favor,
tenme piedad por tu promesa. (Sal 119,57-58)
He decidido guardar tus palabras.
Busco con anhelo tu favor,
tenme piedad por tu promesa. (Sal 119,57-58)