UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL


«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»

Benedicto XVI, 16 septiembre 2005


HISTORIA Y PASOS DE LA LECTIO DIVINA




INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO





sábado, 15 de mayo de 2010

Lectio Divina : Domingo 16 de Mayo : Ascensión del Señor : San Lucas 24, 46-53 (Ciclo C )



Lectio Divina : 
Domingo 16 de Mayo
San Lucas 24, 46-53
Ascensión del Señor 

La misión de la Iglesia:
Testimoniar el perdón que Dios nos ofrece a todos
Lucas 24,46-53

Oración inicial
Shadai, Dios de la montaña, 
que haces de nuestra frágil vida 
la roca de tu morada, 
conduce nuestra mente 
a golpear la roca del desierto, 
para que brote el agua para nuestra sed. 
La pobreza de nuestro sentir 
nos cubra como un manto en la obscuridad de la noche 
y abra el corazón, para acoger el eco del Silencio 
y así el alba, 
envolviéndonos en la nueva luz matutina, 
nos lleve con las cenizas consumadas por el fuego de los pastores del Absoluto, 
que han vigilado por nosotros junto al Divino Maestro, 
al sabor de la santa memoria.   Sigue.........
1. LECTIO 
a) El texto:
Lucas 
24,46-5346 y les dijo: «Así está escrito: que el Cristo debía padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día 47 y que se predicaría en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. 48 Vosotros sois testigos de estas cosas.
49 «Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Vosotros permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto.»
50 Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. 51 Y, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. 52 Ellos, después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén con gran gozo. 53 Y estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios.
b ) Momento de silencio:
Dejamos que la voz del Verbo resuene en nosotros. 
2. MEDITATIO 
a) algunas preguntas: 
- En el nombre del Señor. Esto que vivo cada día ¿en nombre de quién lo hago?
- A todas las gentes. ¿Tengo un corazón capaz de acoger a todos o, más bien, discrimino fácilmente según mis puntos de vista?
- Quedarse en la ciudad. ¿Consigo estar en las situaciones más difíciles, o intento antes de entender el sentido, de eliminarlas?
- Mi oración. ¿Alabo al Señor por lo que realiza en mi vida o más bien pido por mí?
b) Clave de lectura:
Pocas líneas que hablan de vida, de movimiento, de camino, de encuentro. Objetivo que cumple el así está escrito y todas las gentes. El camino es el trazado por el testimonio. Los apóstoles son los enviados, no llevan nada propio, pero se hacen vida, movimiento, camino, encuentro, camino que hace florecer la vida a cualquier parte que llegue.
v.46. “Así está escrito: que el Cristo debía padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día”¿Qué está escrito?¿Dónde? La única escritura que nosotros conocemos es la de un encuentro. Dios parece que no pueda hacer nada sin el hombre y por esto lo va a buscar, donde se halle, y no se rinde hasta que no lo abraza. Esto es lo que está escrito. Un amor eterno, capaz de descender en el padecer, de beber hasta el fondo el cáliz del dolor con tal de ver el rostro del hijo amado. En los abismos de la no vida, Cristo desciende para coger la mano del hombre y acompañarlo a la casa. Tres días. Tres momentos. Pasión, muerte, resurrección. Esto es lo que está escrito. Para Cristo y para todo el que le pertenezca. Pasión: Tú te entregas con confianza y el otro hace de ti lo que quiere, te abraza o te destroza, te acoge o te rechaza…pero tú continúas amando, hasta el fin. Muerte: Una vida que no retrocede …muere, se acaba, pero no por siempre, porque la muerte tiene poder sobre la carne, el espíritu que viene de Dios regresa a Dios. Resurrección: Todo se esclarece y tiene sentido a la luz de la Vida: el amor entregado no muere, resucita siempre.
v.47. Y que se predicaría en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. La palabra de Jesús, pronunciada en la historia, no se para. Tiene necesidad de anunciadores. Y los apóstoles van, mandados en el nombre santo de Dios. Van a todas las gentes. No ya a un pueblo elegido, sino a todos los hombres elegidos. Van a sorprender por la espalda a sus hermanos y a convertirlos, a ponerlos de frente y decirles: ¡Todo se te ha perdonado, puedes volver a la vida divina, Jesús ha muerto y resucitado por ti! No es una invención la fe. Vengo de Jerusalén. He visto con mis ojos, lo he experimentado en mi vida. No te cuento otra cosa que mi historia, una historia de salvación.
v.48. Vosotros sois testigos de estas cosas. A Dios se le conoce por experiencia. Ser testimonio quiere decir llevar escrita en la piel, cosida sílaba por silaba, la palabra que es Cristo. Cuando un hombre ha sido tocado por Cristo, se convierte en una lámpara y, aunque no quiera, resplandece. Y si la llama quisiese apagarla, se vuelve a encender, porque la luz nos es de la lámpara, sino del Espíritu, centrado en el corazón que irradia sin fin la comunión eterna.
v.49. “Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre, pero vosotros permaneced en la ciudad, hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto”. Las promesas de Jesús se cumplen. Él se va, pero no deja huérfanos a sus amigos. Sabe que tienen necesidad de la presencia constante de Dios. Y Dios vuelve a venir al hombre. Esta vez no ya en la carne, sino invisiblemente en el fuego de un amor impalpable, en el ardor de un vínculo que jamás se romperá, el arco iris de la alianza ratificada. El esplendor de la sonrisa de Dios, el Espíritu Santo. Revestidos de Cristo, revestidos del Espíritu los apóstoles no tendrán ya miedo y podrán finalmente andar.
v.50. Los sacó hasta cerca de Betania y alzando las manos los bendijo. El momento de dejarlos es solemne. Betania el lugar de la amistad. Jesús alza las manos y bendice a los suyos. Un gesto de saludo que es un don. Dios no se aleja de los suyos, simplemente los deja para volver con otra vestimenta.
v.51 Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Toda separación es siempre un hecho que comporta desagrado. Pero en este caso la bendición es un legado de gracia. Y los apóstoles viven una comunión con su Señor tan grande, que no se dan cuenta de la separación.
v.52. Ellos, después de postrarse ante Él, volvieron a Jerusalén con gran gozo. El gozo de los apóstoles es grande, gozo de volver por los caminos de Jerusalén con un tesoro sin medida, el tesoro de la pertenencia. La humanidad de Cristo entra en cielo, es una puerta que se abre para no cerrarse jamás. El gozo de la vida sobreabundante que Cristo ha vertido en la experiencia de ellos no desaparecerá más.
v.53. Y estaban siempre en el Templo alabando a Dios. Estar… un verbo importantísimo para el cristiano. Estar supone una fuerza particular, la capacidad de no huir de las situaciones, sino de vivirlas gustándolas hasta el fondo. Estar. Un programa evangélico para entregar a todos. Entonces la alabanza surge sincera, porque en el estar, la voluntad de Dios aparece como bebida saludable e inebriante de felicidad.
c) Reflexión:
El testimonio de la caridad es sin duda en la vida eclesial el espejo más terso para la evangelización. Es el elemento que limpia el terreno para que cuando la semilla de la Palabra caiga lleve fruto abundante. No puede la buena noticia escoger otros caminos para llegar al corazón de los hombres, sino la del amor recíproco, una experiencia que conduce directamente a la fuente: “¡Este es mi mandamiento que os améis los unos a los otros como yo os he amado!” (Jn 15,12). Todo esto encuentra comprobación en la primera Iglesia: “Por esto hemos conocido el amor. Él ha dado su vida por nosotros; por tanto también nosotros debemos dar la vida por los hermanos.” (1 Jn 3,16). El discípulo que ha encontrado y conocido a Jesús, el discípulo amado, sabe que no puede hablar de Él y no recorrer el camino que Él ha recorrido. “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6) ¿Qué mejores palabras para decir que el camino maestro de toda evangelización es el amor gratuito? Cristo es el camino para evangelizar. Cristo es la verdad para dar en la evangelización. Cristo es la vida evangelizada. Y es evangelización el amor con el cual nos ha amado, un amor entregado sin condiciones, que no retrocede, sino que avanza hasta el fin fiel a sí mismo, a costa de morir sobre una cruz de maldición, para mostrar el rostro del Padre como rostro de Amor, un Amor que respeta la libertad del hombre, aún cuando esto signifique rechazo, desprecio, agresión, muerte. “La caridad cristiana tiene en sí misma una gran fuerza evangelizadora. En la medida en que sabe hacerse signo y transparencia del amor de Dios, abre mente y corazón al anuncio de la Palabra de verdad. Deseoso de autenticidad y de concisión el hombre de hoy, como decía Pablo VI, aprecia más los testimonios que los maestros y en general, sólo después de haber conseguido el signo tangible de la caridad se deja guiar para descubrir la profundidad y las exigencias del amor de Dios” (CEIEvangelizzazione e testimonianza della carità, enEnchiridion CEI, vol. 1-5, EDB, Bologna 1996 n.24). Motivar y sostener la apertura a los otros en el servicio es deber de toda acción pastoral que quiera evidenciar la relación profunda que existe entre fe y caridad a la luz del evangelio, y aquella nota característica del amor cristiano que es la proximidad, la cercanía, el cuidar de los otros (cfr. Lc 10,34).
3. ORATIO
Salmo 22, 23-32
Contaré tu fama a mis hermanos,
reunido en asamblea te alabaré:
«Los que estáis por Yahvé, alabadlo,
estirpe de Jacob, respetadlo,
temedlo, estirpe de Israel.
Que no desprecia ni le da asco
la desgracia del desgraciado;
no le oculta su rostro,
le escucha cuando lo invoca».
Tú inspiras mi alabanza en plena asamblea,
cumpliré mis votos ante sus fieles.
Los pobres comerán, hartos quedarán,
los que buscan a Yahvé lo alabarán:
«¡Viva por siempre vuestro corazón!».
Se acordarán, volverán a Yahvé
todos los confines de la tierra;
se postrarán en su presencia
todas las familias de los pueblos.
Porque de Yahvé es el reino,
es quien gobierna a los pueblos.
Ante él se postrarán los que duermen en la tierra,
ante él se humillarán los que bajan al polvo.
Y para aquel que ya no viva
su descendencia le servirá:
hablará del Señor a la edad venidera,
contará su justicia al pueblo por nacer:
«Así actuó el Señor».
4. CONTEMPLATIO
Señor, comprendo que la evangelización exige una profunda espiritualidad, autenticidad y santidad de testimonios, personas maduras en la fe, capaces de encontrarse juntos para hacer de la propia experiencia de fe un lugar de encuentro y de crecimiento en un contacto de persona a persona que construya relaciones profundas y abiertas a lo eclesial, al mundo, a la historia. Y yo me siento ahora inepto. En un contexto en el cual el continuo aparecer de imágenes, palabras, propuestas, proyectos, crónicas, desorienta y casi emborracha el pensamiento y elimina el sentir, el testimonio se levanta como palabra privilegiada para una parada de reflexión, para un momento de pensar tranquilo. ¿Y si yo soy el primero en dejarme arrastrar por aquellas imágenes, palabras, proyectos? De una cosa estoy seguro, y esto me conforta. También el más bello testimonio se revelaría con el tiempo impotente, si no estuviese iluminado, justificado, explicitado por un anuncio claro e inequívoco del Señor Jesús. La Buena Noticia, proclamada por el testimonio de vida, pronto o tarde necesita anunciarse por la palabra de vida. Daré razón de mi esperanza proclamando tu nombre, tu enseñanza, tu vida, tus promesas, tu misterio de Jesús de Nazaret e Hijo de Dios. Pienso que sea para mí el camino más sencillo para suscitar el interés por conocer y encontrarte a ti, Maestro y Señor, que ha elegido vivir como hijo del hombre para revelarnos el rostro del Padre. Toda pastoral que hoy se encuentre en cadenas por causa de la fe podrá pedirte a ti, Dios, que se abra la puerta de la predicación para anunciar el misterio de Cristo, la predicación, que como palabra divina, obra en todo aquel que cree.