(RV).- El Papa Francisco recibió en audiencia esta mañana, en la Sala Clementina en el Vaticano, a 450 participantes de la “International Drug Enforcement Conference”, la “Conferencia Internacional para el control de Estupefacientes”, que reúne anualmente a los jefes de las agencias antidrogas mundiales.
En su discurso el Papa les deseó que puedan alcanzar los objetivos que se han propuesto y manifestó luego su dolor y preocupación por “el flagelo de la droga que invade en formas y dimensiones impresionantes, superando confines internacionales” y “hace crecer el peligro para los jóvenes y adolescentes”.
“¡La droga no se vence con la droga! La droga es un mal y ante el mal no se puede ceder ni tener compromisos”, dijo el Santo Padre, subrayando que “las drogas sustitutivas no son una terapia suficiente, sino un modo velado de rendirse ante el fenómeno: ¡No a todo tipo de droga!”, afirmó. “Para decir este ‘no’ – explicó- es necesario decir sí a la vida, sí al amor, sí al trabajo, sí a más fuentes de trabajo. Si se realizan estos ‘sí’, no hay lugar para la droga, para el abuso de alcohol, para otras dependencias.
El Obispo de Roma recordó que “la Iglesia, fiel al mandato de Jesús de ir dondequiera se encuentre un ser humano sufriente”, no ha abandonado a los que han caído en la espiral de la drogadicción, sino que con su amor creativo, ha ido a su encuentro. Los ha tomado de la mano, a través de la obra de tantos agentes y voluntarios, para que pudieran redescubrir la propia dignidad, ayudándoles a hacer resucitar aquellos talentos personales que la droga había sepultado, pero que - constató el Papa - , no podía cancelar, porque todo hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios” (Gen 1,26).
“El ejemplo de tantos jóvenes que se empeñan en reconstruir su vida es un estímulo para seguir adelante” - agregó el Santo Padre. “Por eso – dijo – los animo a continuar su trabajo, siempre con gran esperanza”.
(MCM- RV)
UNA NUEVA PRIMAVERA ESPIRITUAL
«Si se promueve la lectio divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… La lectura asidua de la Sagrada Escritura acompañada por la oración permite ese íntimo diálogo en el que, a través de la lectura, se escucha a Dios que habla, y a través de la oración, se le responde con una confiada apertura del corazón… No hay que olvidar nunca que la Palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino»
Benedicto XVI, 16 septiembre 2005