1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Clave de lectura:
Hoy, fiesta del Corpus Christi, la Iglesia nos pone delante la Última Cena, el último encuentro de Jesús con sus discípulos. Fue un encuentro tenso, lleno de contradicciones. Judas había decidido traicionar a Jesús (Mc 14,10). Pedro lo ha negado ya (Mc 14,30). Jesús lo sabía. Pero no perdió la calma, ni el sentido de la amistad. Al contrario, precisamente en esta Última Cena instituyó la Eucaristía y realizó el supremo gesto de su amor por ellos (Jn 13,1).
Los cuatro versículos que describen la Eucaristía (Mc 14,22-25) forman parte de un contexto mucho más amplio. (Mc 14,1-31). Los diversos sucesos, narrados antes y después de la Eucaristía, ayudan mucho a entender mejor el significado del gesto de Jesús. Antes del gesto de la Eucaristía, Marcos narra la decisión tomada por las autoridades de matar a Jesús (Mc 1,1-2), el gesto de fidelidad de la mujer anónima que unge a Jesús en vista de su sepultura (Mc 14,3-9), el pacto de la traición de Judas (Mc 14,10-11), la preparación de la Pascua (Mc 14,12-16) y la indicación de quién será el traidor (Mc 14,17-21). Después de este gesto, sigue el aviso de fuga por parte de todos (Mc 14,26-28) y el anuncio de la negación de Pedro (Mc 14,29-31).
La liturgia de este día talla algo del texto, pero mantiene lo esencial de la narración de la Institución de la Eucaristía (Mc 14,12-16,26-28). En el texto que ofrecemos conservamos los versículos 17-21 y los versículos 27-31, omitidos en el texto de la Misa. En el comentario podremos limitarnos al texto propuesto por la liturgia del día. En el curso de la lectura, pensemos que estamos con Jesús y sus discípulos en la sala, participando de la Última Cena y tratemos de fijar nuestra atención en lo que más nos llame la atención y toca nuestro corazón.
Los cuatro versículos que describen la Eucaristía (Mc 14,22-25) forman parte de un contexto mucho más amplio. (Mc 14,1-31). Los diversos sucesos, narrados antes y después de la Eucaristía, ayudan mucho a entender mejor el significado del gesto de Jesús. Antes del gesto de la Eucaristía, Marcos narra la decisión tomada por las autoridades de matar a Jesús (Mc 1,1-2), el gesto de fidelidad de la mujer anónima que unge a Jesús en vista de su sepultura (Mc 14,3-9), el pacto de la traición de Judas (Mc 14,10-11), la preparación de la Pascua (Mc 14,12-16) y la indicación de quién será el traidor (Mc 14,17-21). Después de este gesto, sigue el aviso de fuga por parte de todos (Mc 14,26-28) y el anuncio de la negación de Pedro (Mc 14,29-31).
La liturgia de este día talla algo del texto, pero mantiene lo esencial de la narración de la Institución de la Eucaristía (Mc 14,12-16,26-28). En el texto que ofrecemos conservamos los versículos 17-21 y los versículos 27-31, omitidos en el texto de la Misa. En el comentario podremos limitarnos al texto propuesto por la liturgia del día. En el curso de la lectura, pensemos que estamos con Jesús y sus discípulos en la sala, participando de la Última Cena y tratemos de fijar nuestra atención en lo que más nos llame la atención y toca nuestro corazón.
b) Una división del texto para ayudarnos en la lectura:
Marcos 14,12: Los discípulos quieren saber dónde celebrar la Pascua
Marcos 14,13-15: Jesús da instrucciones sobre dónde y cómo preparar la Pascua
Marcos 14,16: Los discípulos hacen lo que Jesús les manda hacer
Marcos 14,17-21: El anuncio de la traición de Judas
Marcos 14,22-26: Jesús da un sentido nuevo al pan y al vino
Marcos 14,25-26: Palabras finales
Marcos 14,27-31: El anuncio de la dispersión de todos y de la negación de Pedro
Marcos 14,13-15: Jesús da instrucciones sobre dónde y cómo preparar la Pascua
Marcos 14,16: Los discípulos hacen lo que Jesús les manda hacer
Marcos 14,17-21: El anuncio de la traición de Judas
Marcos 14,22-26: Jesús da un sentido nuevo al pan y al vino
Marcos 14,25-26: Palabras finales
Marcos 14,27-31: El anuncio de la dispersión de todos y de la negación de Pedro
c) El texto:
Evangelio según San Marcos 14,12-16.22-26.
12 El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?» 13 Entonces, envía a dos de sus discípulos y les dice: «Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle 14 y allí donde entre, decid al dueño de la casa: `El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?' 15 Él os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada; haced allí los preparativos para nosotros.» 16 Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal como les había dicho, y prepararon la Pascua.
17 Y al atardecer, llega él con los Doce.18 Y mientras comían recostados, Jesús dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará, el que come conmigo.»19 Ellos empezaron a entristecerse y a decirle uno tras otro: «¿Acaso soy yo?» 20Él les dijo: «Uno de los Doce que moja conmigo en el mismo plato. 21 Porque el Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!»
17 Y al atardecer, llega él con los Doce.18 Y mientras comían recostados, Jesús dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará, el que come conmigo.»19 Ellos empezaron a entristecerse y a decirle uno tras otro: «¿Acaso soy yo?» 20Él les dijo: «Uno de los Doce que moja conmigo en el mismo plato. 21 Porque el Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!»
22 Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: «Tomad, éste es mi cuerpo.» 23 Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. 24 Y les dijo: «Ésta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. 25 Yo os aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios.»
26 Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos. 27 Jesús les dice: «Todos os vais a escandalizar, ya que está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas. 28 Pero después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea.» 29 Pedro le dijo: «Aunque todos se escandalicen, yo no.» 30 Jesús le dice: «Yo te aseguro: hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres.» 31 Pero él insistía: «Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré.» Lo mismo decían también todos.
Palabra del Señor
Continúa
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
a) ¿Cuál es el punto de este texto que más te ha llamado la atención y porqué?
b) ¿Cuáles son, uno por uno, los diversos sucesos que describe el texto?
c) ¿Cuál es el comportamiento de Jesús ante Judas que lo traiciona y ante Pedro que lo niega?
d) ¿Qué significa el gesto de Jesús que parte el pan diciendo: “¡Tomad y comed! ¡Esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros!”? ¿Cómo ayuda este texto a entender mejor la Eucaristía?
e) Mira en el espejo del texto, entra en tu corazón y pregúntate: “¿Soy como Pedro que negó? ¿Soy como Judas que traicionó? ¿Soy como los doce que huyeron? ¿O soy como la mujer anónima que permanece fiel?" (Mc 14,3-9).
b) ¿Cuáles son, uno por uno, los diversos sucesos que describe el texto?
c) ¿Cuál es el comportamiento de Jesús ante Judas que lo traiciona y ante Pedro que lo niega?
d) ¿Qué significa el gesto de Jesús que parte el pan diciendo: “¡Tomad y comed! ¡Esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros!”? ¿Cómo ayuda este texto a entender mejor la Eucaristía?
e) Mira en el espejo del texto, entra en tu corazón y pregúntate: “¿Soy como Pedro que negó? ¿Soy como Judas que traicionó? ¿Soy como los doce que huyeron? ¿O soy como la mujer anónima que permanece fiel?" (Mc 14,3-9).
5. Para aquéllos que desean profundizar más en el texto
a) Contexto:
Estamos en la sala de la Última Cena. Los acontecimientos de los dos anteriores días aumentaron la tensión entre Jesús y las autoridades. La entrada solemne de Jesús en Jerusalén (Mc 11,1-11), la expulsión de los vendedores del templo (Mc 11,12-26), las discusiones con los sacerdotes, los escribas y los ancianos (Mc 11,27 a 12,12), con los fariseos y herodianos (Mc 12,13-17), con los saduceos (Mc 12,18-27), con los escribas (Mc 12,28-40), la reflexión sobre las ofrendas de los ricos y de los pobres (Mc 12,41-44), el anuncio de la destrucción del templo (Mc 13,1-3) y el discurso del juicio final (Mc 13,4-37): todo esto hace crecer la oposición de los grandes contra Jesús. Por un lado la mujer anónima, una discípula fiel, que aceptaba a Jesús como Mesías y crucificado (Mc 14,2-9). Por otro lado los discípulos que no conseguían entender y mucho menos aceptar la Cruz, y que querían huir, negar y traicionar (Mc 14,17-21.27-31). Y en medio de este ambiente tenso y amenazador, llega el gesto de amor de Jesús que se da totalmente partiendo el pan para sus discípulos.
En los años 70, época de Marcos, muchos cristianos por miedo, habían rechazado, negado o traicionado su fe. Y ahora se preguntaban: “Hemos roto la relación con Jesús. ¿No sucederá que también Él rompa su relación con nosotros? Quizás podamos volver”. No había una respuesta clara. Jesús no ha dejado nada escrito. Y fue reflexionando sobre los hechos y recordando el amor de Jesús como los cristianos fueron descubriendo la respuesta. Como veremos en el comentario, Marcos, en el modo de describir la Última Cena, comunica la respuesta que descubre a estas preguntas de las comunidades. Y es ésta: la acogida y el amor de Jesús superan el abatimiento y el fallo de los discípulos. ¡El regreso es siempre posible!
En los años 70, época de Marcos, muchos cristianos por miedo, habían rechazado, negado o traicionado su fe. Y ahora se preguntaban: “Hemos roto la relación con Jesús. ¿No sucederá que también Él rompa su relación con nosotros? Quizás podamos volver”. No había una respuesta clara. Jesús no ha dejado nada escrito. Y fue reflexionando sobre los hechos y recordando el amor de Jesús como los cristianos fueron descubriendo la respuesta. Como veremos en el comentario, Marcos, en el modo de describir la Última Cena, comunica la respuesta que descubre a estas preguntas de las comunidades. Y es ésta: la acogida y el amor de Jesús superan el abatimiento y el fallo de los discípulos. ¡El regreso es siempre posible!
b) Comentario del texto:
Marcos 14,12-16: Preparación de la Cena Pascual.En total contraste con la discípula anónima que ungió a Jesús, Judas, uno de los doce, decide traicionarlo y conspiró con los enemigos que le prometieron dinero (Mc 24,10-12). Jesús sabe que será traicionado. Pero aún así, trata de fraternizar con los discípulos en la última cena. Seguramente que han gastado mucho dinero para alquilar “aquella sala grande, al piso superior, con tapetes” (Mc 14,15). Además, siendo la noche de pascua, la ciudad está que rebosa de gente que está de paso. Por lo que la población se triplicaba. Era difícil encontrar una sala para reunirse.
En la noche de Pascua, las familias llegadas de todas las partes del país, cargaban su propio cordero para ser sacrificado en el templo, y luego, cada familia en una celebración íntima y muy familiar en casa, celebraban la Cena Pascual y comían el cordero. La celebración de la Cena Pascual estaba presidida por el padre de familia. Por esto Jesús presidía la ceremonia y celebraba la pascua junto a sus discípulos, su nueva “familia” (cf. Mc 3,33-35).
Aquella “sala grande al piso superior” quedó en la memoria de los primeros cristianos como el lugar de la primera eucaristía. Es allí donde se reúnen después de la Ascensión del Señor Jesús (Act 1,13) y allí estaban reunidos cuando descendió el Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Act 2,1). Pudo ser la sala donde se reunían para rezar durante la persecución (Act 4,23.31) y donde Pedro los encontró después de su liberación (Act 12,12). La memoria es concreta, ligada a los tiempos y lugares de la vida.
En la noche de Pascua, las familias llegadas de todas las partes del país, cargaban su propio cordero para ser sacrificado en el templo, y luego, cada familia en una celebración íntima y muy familiar en casa, celebraban la Cena Pascual y comían el cordero. La celebración de la Cena Pascual estaba presidida por el padre de familia. Por esto Jesús presidía la ceremonia y celebraba la pascua junto a sus discípulos, su nueva “familia” (cf. Mc 3,33-35).
Aquella “sala grande al piso superior” quedó en la memoria de los primeros cristianos como el lugar de la primera eucaristía. Es allí donde se reúnen después de la Ascensión del Señor Jesús (Act 1,13) y allí estaban reunidos cuando descendió el Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Act 2,1). Pudo ser la sala donde se reunían para rezar durante la persecución (Act 4,23.31) y donde Pedro los encontró después de su liberación (Act 12,12). La memoria es concreta, ligada a los tiempos y lugares de la vida.
Marcos 14,22-26: La Eucaristía: el gesto supremo de amor.El último encuentro de Jesús con los discípulos se desarrolla en el ambiente solemne de la tradicional celebración de Pascua. El contraste es muy grande. Por un lado, los discípulos, que se sienten inseguros y no entienden nada de lo que sucede. Por otro lado, Jesús tranquilo y señor de la situación, que preside la cena y realiza el gesto de partir el pan, invitando a los amigos a tomar su cuerpo y su sangre.
Él hace aquello por lo que siempre oró: dar su vida a fin de que sus amigos pudiesen vivir. Y este es el sentido profundo de la Eucaristía: aprender de Jesús a distribuirse, a darse, sin miedo de las fuerzas que amenazan la vida. Porque la vida es más fuerte que la muerte. La fe en la resurrección anula el poder de la muerte.
Terminada la cena, saliendo con sus amigos hacia el Huerto, Jesús anuncia que todos lo abandonarán: ¡Huirán o se dispersarán!. Pero ya les avisa: “¡Después de la resurrección os precederé en Galilea!”. ¡Ellos rompen las relaciones con Jesús, pero Jesús no las rompe con ellos! Él continúa esperándolos en Galilea, en el mismo lugar donde tres años antes los había llamado por primera vez. O sea, la certeza de la presencia de Jesús en la vida del discípulo ¡es más fuerte que el abandono y la fuga! Jesús continúa llamando. ¡El regreso es siempre posible! Y este anuncio de Marcos para los cristianos de los años setenta es también para todos nosotros.
Por su modo de describir la Eucaristía, Marcos acentúa todavía más el contraste entre el gesto de Jesús y la conducta de los discípulos. Antes del gesto de amor habla de la traición de Judas (Mc 14,17-21) y, después del gesto de Jesús, habla del anuncio de la negación de Pedro y de la huida de los discípulos (Mc 14,26-31). De este modo pone el acento en el amor incondicional de Jesús, que supera la traición, la negación y la fuga de los amigos. ¡Es la revelación del amor gratuito del Padre! Quien lo experimentó dirá: “¡Ni las potestades, ni la altura ni la profundidad. ni ninguna otra criatura podrá jamás separarnos del amor de Dios, en Cristo Jesús, nuestro Señor! (Rom. 8,39).
Él hace aquello por lo que siempre oró: dar su vida a fin de que sus amigos pudiesen vivir. Y este es el sentido profundo de la Eucaristía: aprender de Jesús a distribuirse, a darse, sin miedo de las fuerzas que amenazan la vida. Porque la vida es más fuerte que la muerte. La fe en la resurrección anula el poder de la muerte.
Terminada la cena, saliendo con sus amigos hacia el Huerto, Jesús anuncia que todos lo abandonarán: ¡Huirán o se dispersarán!. Pero ya les avisa: “¡Después de la resurrección os precederé en Galilea!”. ¡Ellos rompen las relaciones con Jesús, pero Jesús no las rompe con ellos! Él continúa esperándolos en Galilea, en el mismo lugar donde tres años antes los había llamado por primera vez. O sea, la certeza de la presencia de Jesús en la vida del discípulo ¡es más fuerte que el abandono y la fuga! Jesús continúa llamando. ¡El regreso es siempre posible! Y este anuncio de Marcos para los cristianos de los años setenta es también para todos nosotros.
Por su modo de describir la Eucaristía, Marcos acentúa todavía más el contraste entre el gesto de Jesús y la conducta de los discípulos. Antes del gesto de amor habla de la traición de Judas (Mc 14,17-21) y, después del gesto de Jesús, habla del anuncio de la negación de Pedro y de la huida de los discípulos (Mc 14,26-31). De este modo pone el acento en el amor incondicional de Jesús, que supera la traición, la negación y la fuga de los amigos. ¡Es la revelación del amor gratuito del Padre! Quien lo experimentó dirá: “¡Ni las potestades, ni la altura ni la profundidad. ni ninguna otra criatura podrá jamás separarnos del amor de Dios, en Cristo Jesús, nuestro Señor! (Rom. 8,39).
c) Ahondando en el tema:
* La celebración de la Pascua en tiempos de Jesús
La Pascua era la fiesta principal de los judíos. En ella se conmemoraba la liberación de la esclavitud de Egipto, que se encuentra a los orígenes del pueblo de Dios. Pero más que una simple memoria del Éxodo, la Pascua era una puerta que se abría de nuevo cada año, a fin de que todas las generaciones pudiesen tener acceso a aquella acción liberadora de Dios que, en el pasado, había generado el pueblo. Mediante la celebración de la Pascua, cada generación, cada persona, bebían de la misma fuente de la que habían bebido los padres en el pasado, al ser liberados de la esclavitud de Egipto. La celebración era como un renacimiento anual.
En tiempo de Jesús, la celebración de la Pascua se hacía de modo tal que los participantes pudiesen recorrer el mismo camino que fue recorrido por el pueblo, después de la liberación de Egipto. Para que esto pudiese suceder, la celebración se desarrollaba con muchos símbolos: hierbas amargas, cordero mal asado, pan sin levadura, cáliz de vino y otros. Durante la celebración, el hijo menor debía preguntar al padre: “Papá, ¿por qué esta noche es diversa de las otras?¿Por qué comemos hierbas amargas? ¿Por qué el cordero está a medio asar?¿Por qué el pan no tiene levadura?” Y el padre respondía, narrando con libertad los hechos del pasado: “Las hierbas amargas nos permiten experimentar la dureza y amargura de la esclavitud. El cordero mal cocinado evoca la rapidez de la acción divina que libera al pueblo. El pan no fermentado indica la necesidad de renovación y de conversión constante. Recuerda también la falta de tiempo para preparar todo, siendo como es muy rápida la acción divina”. Este modo de celebrar la Pascua, presidida por el padre de familia, daba libertad y creatividad al presidente en el modo de conducir la celebración.
En tiempo de Jesús, la celebración de la Pascua se hacía de modo tal que los participantes pudiesen recorrer el mismo camino que fue recorrido por el pueblo, después de la liberación de Egipto. Para que esto pudiese suceder, la celebración se desarrollaba con muchos símbolos: hierbas amargas, cordero mal asado, pan sin levadura, cáliz de vino y otros. Durante la celebración, el hijo menor debía preguntar al padre: “Papá, ¿por qué esta noche es diversa de las otras?¿Por qué comemos hierbas amargas? ¿Por qué el cordero está a medio asar?¿Por qué el pan no tiene levadura?” Y el padre respondía, narrando con libertad los hechos del pasado: “Las hierbas amargas nos permiten experimentar la dureza y amargura de la esclavitud. El cordero mal cocinado evoca la rapidez de la acción divina que libera al pueblo. El pan no fermentado indica la necesidad de renovación y de conversión constante. Recuerda también la falta de tiempo para preparar todo, siendo como es muy rápida la acción divina”. Este modo de celebrar la Pascua, presidida por el padre de familia, daba libertad y creatividad al presidente en el modo de conducir la celebración.
* Eucaristía: La Pascua celebrada por Jesús en la Última Cena
Fue con la intención de celebrar la Pascua de los judíos, cuando Jesús a la vigilia de su muerte, se reunió con sus discípulos. Era su último encuentro con ellos. Por esto lo llamamos encuentro de la “Última Cena” (Mc 14,22-26; Mt 26, 26-29; Lc 22,14-20). Muchos aspectos de la Pascua de los judíos continúan siendo válidos para la celebración de la Pascua de Jesús y son el fondo. Ayudan a entender toda la portada de la Eucaristía.
Aprovechando de la libertad que el ritual le daba, Jesús dio un nuevo significado a los símbolos del pan y del vino. Cuando distribuye el pan, dice: “Tomad y comed, esto es mi cuerpo entregado por vosotros” Cuando distribuye el cáliz con el vino, dice: “Tomad y bebed, ésta es mi sangre derramada por vosotros y por todos”. Y finalmente, sabiendo que se trataba del último encuentro, la “última cena”, Jesús dice: “Ya no beberé más del fruto de la vid hasta el día en el que lo beberé de nuevo en el reino de Dios”. (Mc 14,25). De este modo Él unía su dedicación, simbolizada en el pan partido y compartido, a la utopía del Reino.
Eucaristía quiere decir celebrar la memoria de Jesús que da su vida por nosotros, a fin de que nos sea posible vivir en Dios y tener acceso al Padre. He aquí el sentido profundo de la Eucaristía: hacer presente en medio de nosotros y experimentar en la propia vida, la experiencia de Jesús que se da, muriendo y resucitando.
Aprovechando de la libertad que el ritual le daba, Jesús dio un nuevo significado a los símbolos del pan y del vino. Cuando distribuye el pan, dice: “Tomad y comed, esto es mi cuerpo entregado por vosotros” Cuando distribuye el cáliz con el vino, dice: “Tomad y bebed, ésta es mi sangre derramada por vosotros y por todos”. Y finalmente, sabiendo que se trataba del último encuentro, la “última cena”, Jesús dice: “Ya no beberé más del fruto de la vid hasta el día en el que lo beberé de nuevo en el reino de Dios”. (Mc 14,25). De este modo Él unía su dedicación, simbolizada en el pan partido y compartido, a la utopía del Reino.
Eucaristía quiere decir celebrar la memoria de Jesús que da su vida por nosotros, a fin de que nos sea posible vivir en Dios y tener acceso al Padre. He aquí el sentido profundo de la Eucaristía: hacer presente en medio de nosotros y experimentar en la propia vida, la experiencia de Jesús que se da, muriendo y resucitando.
* La celebración de la Eucaristía por parte de los primeros cristianos
No siempre los cristianos han conseguido mantener este ideal de la Eucaristía. En los años cincuenta, Pablo critica a la comunidad de Corinto por que cuandocelebraban la cena del Señor hacían exactamente lo contrario, porque algunos comen primero su cena y así uno tiene hambre, el otro está borracho (1Cor 11,20-22). Celebrar la Eucaristía como memorial de Jesús quiere decir asumir el proyecto de Jesús. Quiere decir asimilar el proyecto de Jesús. Quiere decir imitar su vida compartida, puesta completamente al servicio de la vida de los pobres.
Al final del primer siglo, el evangelio de Juan, en vez de describir el rito de la Eucaristía, describe cómo Jesús se arrodilla para cumplir el servicio más común en aquel tiempo: lavar los pies. Al término de aquel servicio, Jesús no dice:“Haced esto en memoria mía” (como en la institución de la Eucaristía en Lc 22,19; 1Cor 11,24), sino que dice: “Haced lo que yo he hecho” (Jn 13,15). En vez de ordenar que se repita el rito, el evangelio de Juan pide actitudes de vida que mantenga viva la memoria del don sin límite que Jesús hace de sí mismo. Los cristianos de la comunidad de Juan sentían la necesidad de insistir más en el significado de la Eucaristía como servicio, que del rito en sí.
Al final del primer siglo, el evangelio de Juan, en vez de describir el rito de la Eucaristía, describe cómo Jesús se arrodilla para cumplir el servicio más común en aquel tiempo: lavar los pies. Al término de aquel servicio, Jesús no dice:“Haced esto en memoria mía” (como en la institución de la Eucaristía en Lc 22,19; 1Cor 11,24), sino que dice: “Haced lo que yo he hecho” (Jn 13,15). En vez de ordenar que se repita el rito, el evangelio de Juan pide actitudes de vida que mantenga viva la memoria del don sin límite que Jesús hace de sí mismo. Los cristianos de la comunidad de Juan sentían la necesidad de insistir más en el significado de la Eucaristía como servicio, que del rito en sí.
*Resumiendo
Olvidar la riqueza de la Pascua de los Judíos, cuando se celebra una Eucaristía, es como tirar por tierra la pared donde está colgado el cuadro. La riqueza de la celebración de la Pascua, tal como se hacía en el Viejo Testamento y en el tiempo de Jesús, ayuda a profundizar el sentido de la Eucaristía y evita la rutina que banaliza todo. Haciendo un resumen de todo lo visto, he aquí algunos aspectos que pueden enriquecer nuestras celebraciones:
• Tomar conciencia de la opresión en la que vivimos todavía – masticar hierbas amargas.
• Recordar la liberación de la opresión – la respuesta del padre a la pregunta del hijo
• Experimentar la rapidez de la fuerza liberadora de Dios – carne mal cocida y pan sin levadura
• Celebra la Alianza, asumir de nuevo el compromiso – comprometerse comiendo el pan que Jesús ofrece.
• Dar gracias a Dios por las maravillas de Dios en nosotros – gestos de alabanza
• Reanimar la fe, la esperanza el amor – animación recíproca
• Recordar todo lo hecho y lo no hecho aun – recordar lo que Dios hizo por nosotros
• Recrear en nosotros el mismo don que Jesús hizo de sí – lavar los pies
• Vivir la pasión, la muerte y la resurrección – del misterio permanente de la vida
• Recibir la comunión, generadora de fraternidad – gestos de paz y ayuda.
• Tomar conciencia de la opresión en la que vivimos todavía – masticar hierbas amargas.
• Recordar la liberación de la opresión – la respuesta del padre a la pregunta del hijo
• Experimentar la rapidez de la fuerza liberadora de Dios – carne mal cocida y pan sin levadura
• Celebra la Alianza, asumir de nuevo el compromiso – comprometerse comiendo el pan que Jesús ofrece.
• Dar gracias a Dios por las maravillas de Dios en nosotros – gestos de alabanza
• Reanimar la fe, la esperanza el amor – animación recíproca
• Recordar todo lo hecho y lo no hecho aun – recordar lo que Dios hizo por nosotros
• Recrear en nosotros el mismo don que Jesús hizo de sí – lavar los pies
• Vivir la pasión, la muerte y la resurrección – del misterio permanente de la vida
• Recibir la comunión, generadora de fraternidad – gestos de paz y ayuda.
6. Orar con un Salmo: Salmo 16 (15)
El Señor es la parte de mi heredad.
Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio.
Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
mi bien, nada hay fuera de ti».
Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
«¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
Pero no les haré libaciones de sangre,
ni mis labios pronunciarán sus nombres.
Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor,
mi bien, nada hay fuera de ti».
Pero ellos dicen a los santos de la tierra:
«¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo.
Pero no les haré libaciones de sangre,
ni mis labios pronunciarán sus nombres.
Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa,
tú aseguras mi suerte:
me ha tocado un lote precioso,
me encanta mi heredad.
Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
aun de noche me instruye la conciencia;
tengo siempre presente a Yahvé,
con él a mi derecha no vacilo.
Por eso se me alegra el corazón,
sienten regocijo mis entrañas,
todo mi cuerpo descansa tranquilo;
pues no me abandonarás al Seol,
no dejarás a tu amigo ver la fosa.
tú aseguras mi suerte:
me ha tocado un lote precioso,
me encanta mi heredad.
Bendigo a Yahvé, que me aconseja;
aun de noche me instruye la conciencia;
tengo siempre presente a Yahvé,
con él a mi derecha no vacilo.
Por eso se me alegra el corazón,
sienten regocijo mis entrañas,
todo mi cuerpo descansa tranquilo;
pues no me abandonarás al Seol,
no dejarás a tu amigo ver la fosa.
Me enseñarás el camino de la vida,
me hartarás de gozo en tu presencia,
de dicha perpetua a tu derecha.
me hartarás de gozo en tu presencia,
de dicha perpetua a tu derecha.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.