Autor : jesuita Guillermo Ortiz
(RV).- (Audio) En estos días varios medios de difusión dieron mucho espacio a un posible exorcismo realizado por Papa Francisco.En tanto se discute el tema, entiendo, que si ponemos el foco solamente en cosas extraordinarias, espectaculares, no solamente volvemos a la condición de espectadores que juzgan sin comprometerse con los protagonistas, sino que también y sobre todo, se pierde de vista algo esencial, muy importante y profundo que esta sucediendo desde hace dos meses en Roma ante nuestros ojos.
Cuando Papa Francisco se acerca a tantos con la caricia del amor y la misericordia de Dios; sobre todo cuando se inclina ante los enfermos y a los que viven en situación de periferia existencial, mirándolos, dándoles la mano, un beso, un abrazo, una bendición, los reconoce como personas; les devuelve la conciencia de su dignidad; de su condición de hijos queridos de Dios; los hace sentir capaces de recibir y dar amor. Y esto es un gran exorcismo del espíritu del mal; esto es lo que hace el mismo Jesús, liberándonos del espíritu del mal, que nos domina desde el egoísmo, el individualismo, la comodidad. Porque el diablo existe escondido; se disfraza de ángel bueno y nos hace caer en sus trampas, sin que nos demos cuenta que quedamos encadenados, prisioneros, adictos del sentirnos bien. Y cuando este espíritu nos mueve, dirige nuestra vida, terminamos por ser violentos, mentirosos y hasta asesinos, porque faltamos el respeto, consideramos al otro algo que hasta puede ser “descartable”.
También con palabras que explican sus gestos, Francisco nos invita con autoridad y con el poder de su servicio, a vencer, con la ayuda de Dios, nuestros demonios interiores para salir del egoísmo, la comodidad, los intereses de parte, para ir al otro y compartir la alegría del amor de Dios. Esto ¿no es un gran exorcismo?