miércoles, 15 de junio de 2016

Lectio Divina: Domingo, 19 de junio, 2016: Evangelio según san Lucas 9,18-24. (12° Domingo del Tiempo durante el Año - Ciclo C -)


Lectio Divina: 
 Domingo, 19 Junio, 2016
La profesión de fe de Pedro 
"Y vosotros ¿quién decís que soy yo?" 
1. ORACIÓN INICIAL
Oh Santo Espíritu, eres Tú quien une mi alma a Dios: muévela con fervientes deseos y enciéndela con el fuego de tu amor. Qué bueno eres conmigo, oh Espíritu Santo de Dios: ¡seas por siempre alabado y bendecido por el gran amor que infundes sobre mí! Dios mío y Creador mío ¿es posible que haya alguien que no te ame? ¡Durante mucho tiempo yo no te amé! Perdóname, Señor. Oh Espíritu Santo, concédele a mi alma ser totalmente de Dios y servirlo sin ningún interés personal, sino sólo porque es mi Padre y me ama. Mi Dios y mi todo ¿hay algo más que yo pudiese desear? Sólo me bastas Tú. Amén. (Santa Teresa de Jesús)


2. LECTURA 
a) Una clave de lectura
El pasaje de hoy retoma el tema de quién es Jesús. La pregunta ya ha sido planteada por Juan el Bautista y por Herodes. Juan le pregunta a Jesús: “¿Eres tú el que debe venir, o debemos esperar a otro?” (Lc 7,19). Herodes dice y pregunta: “A Juan, lo hice decapitar yo ¿quién es este hombre, de quien oigo tales cosas?" (Lc 9,9). En el evangelio de hoy es el mismo Jesús que pregunta lo que la gente piensa de él ¿cuál es la opinión pública y la de los apóstoles. Pedro afirma: “Tú eres el Cristo de Dios.” Inmediatamente después, nos encontramos con el primer anuncio de la pasión, muerte y resurrección de Jesús.

b) Una división del texto para facilitar su lectura
Lucas 9,18: La pregunta de Jesús después de la oración
Lucas 9,19: La opinión de la gente acerca de Jesús
Lucas 9,20: La pregunta de Jesús a sus discípulos
Lucas 9,21: La prohibición de revelar que Jesús es el Cristo de Dios
Lucas 9,22: El primer anuncio de la pasión
Lucas 9,23-24: El seguimiento de Jesús

c) Texto: Evangelio según san Lucas 9,18-24.
Un día Jesús estaba en un lugar solitario para orar. Los discípulos estaban con él, y él les hizo esta pregunta: “La multitud ¿qué dicen que soy yo?”. Ellos dijeron: “Juan el Bautista, otros dicen que Elías; otros uno de los antiguos profetas que ha resucitado.”
Luego les preguntó: “Y vosotros ¿quién decís que soy yo?”. Pedro dijo: "El Cristo de Dios." Él estrictamente les ordenó que no se mencionara esto a nadie. “El Hijo del hombre - dijo - debe sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día.”
A continuación, les dijo a todos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz de cada día y sígame. Quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mi causa, la salvará”.
Palabra del Señor

3. Momento de silencio orante 
Para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

  Continúa

4. ALGUNAS PREGUNTAS 
Para ayudarnos en la meditación y la oración.
- Todos creemos en Jesús, pero hay quienes lo entienden de una forma y otros de otra. ¿Cuál es hoy el Jesús más común según el modo de pensar de la gente?
- La publicidad ¿cómo interfiere en mi modo de ver a Jesús? ¿Qué hago yo para no caer en el círculo de la publicidad?
- ¿Qué nos impide hoy a reconocer y asumir el proyecto de Jesús?
- Todos esperaban al Mesías, cada uno a su manera. ¿Cuál es el Mesías que yo espero y que la gente espera hoy?
- La condición para seguir a Jesús es la cruz. ¿Cómo reacciono frente a las cruces de la vida?

5. Para los que desean profundizar el texto
a) Comentario del texto
Lucas 9,18: La pregunta de Jesús después de la oración
"Un día Jesús estaba en un lugar solitario para orar. Los discípulos estaban con él, y él les hizo esta pregunta: "La multitud ¿qué dicen que soy yo?". En el Evangelio de Lucas, en varias ocasiones importantes y decisivas, se presenta a Jesús en oración: en el bautismo, momento en que asume su misión (Lc 3,21); en los 40 días en el desierto, cuando vence las tentaciones del demonio a la luz de la Palabra de Dios (Lucas 4,1-13); la noche antes de escoger a los doce apóstoles (Lucas 6,12); en la transfiguración, cuando conversaba con Moisés y Elías sobre la Pasión en Jerusalén (Lc 9,29); en el jardín, cuando afronta la agonía (Lc 22,39-46); en la cruz, cuando pide perdón para el soldado (Lucas 23,34) y entrega su espíritu a Dios (Lucas 23,46).

Lucas 9,19: La opinión del pueblo sobre Jesús
Ellos dijeron: “Juan el Bautista, otros que Elías, otros uno de los antiguos profetas que ha resucitado.” Al igual que Herodes, muchos pensaban que Juan el Bautista había resucitado en Jesús. Era común la creencia que el profeta Elías regresaría (Mateo 17,10-13, Mc 9,11-12, Ml 3,23-24, Sir 48,10). Y todos alimentaban la esperanza de la venida del profeta prometido por Moisés (Deut. 18,15). Respuestas insuficientes.

Lucas 9,20: La pregunta de Jesús a sus discípulos
Después de escuchar las opiniones de los demás, Jesús pregunta: “Y vosotros ¿quién decís que soy yo?”. Pedro dijo: “El Cristo de Dios!” Pedro reconoce que Jesús es el único que la gente está esperando y que viene a cumplir las promesas. Lucas omite la reacción de Pedro que trata de disuadir a Jesús de seguir el camino de la cruz y también omite las duras críticas de Jesús a Pedro (Marcos 8,32-33, 16,22-23).

Lucas 9,21: La prohibición de revelar que Jesús es el Cristo de Dios
"Jesús con severidad les ordenó que no se mencione a nadie." Se les prohibió revelar a la gente que Jesús es el Cristo, el Mesías de Dios. ¿Por qué Jesús se lo prohibió? En aquel tiempo todos esperaban la venida del Cristo, del Mesías, pero cada uno a su manera: ¡algunos esperaban un rey, otros a un sacerdote, otros a un médico, un guerrero, un juez, o un profeta! Nadie parecía esperar al Mesías siervo, anunciado por Isaías (Is 42,1-9; 52,13-53:12). Quién insiste en mantener la idea de Pedro, es decir, del Mesías glorioso sin la cruz, no entiende nada y nunca llegará a asumir la actitud de un verdadero discípulo. Continuará a caminar en la oscuridad, como Pedro, confundiendo a la gente con árboles (cf. Mt 8,24). Porque sin la cruz es imposible entender quién es Jesús y lo que significa seguir a Jesús. Por ello, Jesús volvió a insistir en la cruz y más tarde ofrece el segundo anuncio de su pasión, muerte y resurrección.

Lucas 9,22: El primer anuncio de la pasión
Jesús comienza a enseñar que él es el Mesías Siervo, y dice que como el Mesías Siervo anunciado por Isaías, pronto será condenado a muerte en el desempeño de su misión de justicia (Isaías 49,4-9; 53,1-12). Lucas por lo general sigue el Evangelio de Marcos, pero en este caso omite la reacción de Pedro que aconsejaba a Jesús a no pensar en el Mesías sufriente y omite también la dura respuesta: “¡Ve detrás de mí, Satanás! Porque no piensas según Dios, sino según los hombres.” Satanás es una palabra hebrea que significa acusador, que aleja a los demás del camino de Dios. Jesús no permite que Pedro se aleje de su misión. Y Jesús añade: “El Hijo del Hombre debe sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día.”

Lucas 9,23-24: El seguimiento de Jesús
A continuación, a todos decía: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz de cada día y sígame. Quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mi causa, la salvará.” La comprensión plena del seguimiento de Jesús no se consigue por medio de una instrucción teórica, sino por el compromiso práctico, caminando con Él por el camino del servicio, desde Galilea hasta Jerusalén. El camino del discipulado es el camino de la entrega personal, del abandono, del servicio, de la disponibilidad, de la aceptación del conflicto, sabiendo que habrá resurrección. La cruz no es un incidente, es parte de este camino. Porque en un mundo organizado en base a principios egoístas ¡el amor y el servicio sólo pueden existir crucificados! Quien hace de su vida un servicio a los demás, incomoda a los que viven aferrados a los privilegios, y sufre.

c) Ampliando la información
Condiciones para seguir a Jesús
Jesús saca conclusiones válidas hasta el día de hoy: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz de cada día y sígame.” En aquella época la cruz era la pena de muerte que el Imperio Romano impuso a los delincuentes marginados. Tomar la cruz cargarla detrás de Jesús era lo mismo que aceptar ser marginados por el sistema injusto que legitimaba la injusticia. Era lo mismo que romper con el sistema. Como dice Pablo en Gálatas: “El mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo" (Gal 6,14). La cruz no es fatalismo, y mucho menos es exigencia del Padre. La cruz es el resultado del compromiso libremente adoptado por Jesús de revelar la Buena Nueva que Dios es Padre, y que por tanto, todos y todas tenemos que ser aceptados y tratados como hermanos y hermanas. Debido a este anuncio revolucionario, fue perseguido y no tuvo miedo a dar su vida. No hay prueba de amor más grande que dar la vida por el hermano.

6. ORACIÓN - Salmo 1 
Bienaventurado el hombre que no entra en el consejo de los malvados,
que no permanece en el camino de los pecadores
ni se sienta en compañía de los arrogantes,
sino que encuentra su alegría en la ley del Señor,
su ley medita día y noche.

Es como un árbol plantado junto a corrientes de agua,
que da fruto en su tiempo:
sus hojas no se marchitan
y todo lo que hace, sale bien.

No es así, no es así con los impíos,
Son como el tamo que el viento dispersa;
por eso los impíos no se alzarán en la corte
ni los pecadores en la asamblea de los justos,
porque el Señor cuida el camino de los justos,
mientras que el camino de los malvados va a su ruina.

7. ORACIÓN FINAL 
Señor Jesús, te agradecemos por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha revelado. Haz que nosotros, como María tu madre, podamos no sólo escuchar sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.