lunes, 29 de junio de 2015

Lectio Divina (Método en 10 pasos): martes, 30 de Junio, 2015: Evangelio según San Mateo. 8, 23-27.: (13ª Semana del Tiempo durante el Año - Ciclo B -)


LECTIO DIVINA DEL EVANGELIO DE LA 13ª SEMANA DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO. MARTES 30 DE JUNIO 2015. Fiesta de los Primeros santos mártires de la Iglesia de Roma. 

La Lectio Divina es la lectura-escucha-meditación -orante de la Palabra de Dios para encarnarla en vida diaria.

1°. ORACIÓN DE PREPARACIÓN:
Jesús, inicio mi Lectio Divina dándote gracias por concederme el don de mi fe en Ti, en tu inmenso amor y misericordia. Sé que viniste al mundo para enseñarme el camino que debo seguir, pero soy ese discípulo, asustado por las tormentas de la vida, que torpemente olvida que estando Tú a mi lado, estoy seguro. Gracias por salir a mi encuentro en esta oración y hacerme comprender lo que soy y lo que valgo para Ti.  Amén

2°. LECTURA DEL EVANGELIO:
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo. 8, 23-27
Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: “¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!”. Él les respondió: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?”. Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma. Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: “¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?”.
Palabra del Señor.

3°.MEDITACIÓN DEL EVANGELIO:
A. COMENTARIO INTRODUCTORIO

  • La escena del Evangelio de hoy presenta un contraste radical entre la actitud de los discípulos y la de Jesús.
  • En el momento de la tempestad viene la prueba sobre la calidad y profundidad de la fe.
  • Los discípulos siguen a Jesús hasta la barca.
  • Pero frente al temporal sienten miedo y desconfianza mientras Jesús duerme.
  • La agitación que provocó la tormenta no fue suficiente para despertarlo.
  • Los discípulos en su desesperación despertarán al Maestro.
  • En el dramatismo de la escena se revela Jesús. La tormenta continuaba su furia y los discípulos continuaban llenos de agitación.
  • El Señor simplemente y tranquilamente, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma.
  • De la Palabra de Jesús, sigue la calma que no iba destinada sólo a realizarse en el agua agitada, sino que se dirigía sobre todo a calmar los corazones temerosos de sus discípulos.
  • Jesús les hace ver la fragilidad de su fe.
  • Con la fuerza de su palabra es capaz de controlar la tempestad.
  • Los discípulos pasaron de la turbación y del miedo a la admiración propia de aquel que acaba de asistir a algo impensable hasta entonces.
  • En los momentos de tranquilidad nos sentimos seguros y confiados de todo.
  • ¡Cómo nos cuesta mantenernos firmes, ante las adversidades de la vida! Pero cuando se nos mueve el piso y sentimos nuestra seguridad amenazada nos desesperamos.
  • Pero Jesús, igual que en el evangelio, viaja con nosotros.
  • Su presencia es imperceptible.
  • Necesitamos recurrir a Él porque es nuestra única y verdadera carta de navegación.
  • Que nuestra constante admiración por lo que cotidianamente hace por nosotros, y por todos los hombres, nos ayude a viajar por este mundo con la certeza de su presencia silenciosa, pero fiel y segura.
  • Cuando sintamos que la tierra se nos hunde, no olvidemos que nuestro Salvador es Dios mismo hecho hombre, que ha querido ser Dios con nosotros, y nos aseguró su compañía hasta el fin de los tiempos.
  • ¿Quién es el que puede calmar las tormentas del cielo y de la tierra y, a la vez, las de los corazones de los hombres? Sólo quien «durmiendo como hombre en la barca, puede dar órdenes a los vientos y al mar como Dios». (Nicetas de Remesiana).

B. REFLEXIÓN DEL PAPA FRANCISCO.
La situación que se da sobre el barco es el miedo. Cuando hay una gran agitación en el mar, el barco se cubría por las olas. ‘¡Sálvanos, Señor, que estamos perdidos!’, dicen. ¡El miedo! Incluso aquella es una tentación del diablo: tener miedo de avanzar en el camino del Señor.
Hay una tentación que dice que es mejor quedarse aquí, donde estoy seguro. Pero esto es el Egipto de la esclavitud. Tengo miedo de seguir adelante, tengo miedo de ir hacia donde me llevará el Señor. El temor, sin embargo, no es un buen consejero. Jesús muchas veces, ha dicho: ¡No tengan miedo! El miedo no nos ayuda.
Cuando Jesús trae la calma al agitado mar, los discípulos en la barca se llenaron de temor. Siempre, ante el pecado, delante de la nostalgia, ante el temor, debemos volver al Señor. Mirar al Señor, contemplar al Señor. Esto nos da estupor por un nuevo encuentro con el Señor. ‘Señor, tengo esta tentación: quiero quedarme en esta situación de pecado; Señor, tengo la curiosidad de saber cómo son estas cosas; Señor, tengo miedo’. Y ellos vieron al Señor: ‘¡Sálvanos, Señor, estamos perdidos!´ Y llegó la sorpresa del nuevo encuentro con Jesús. No somos ingenuos ni cristianos tibios, somos valientes, valerosos. Somos débiles, pero hay que ser valientes en nuestra debilidad. Y nuestro valor muchas veces debe expresarse en una fuga y no mirar hacia atrás, para no caer en la mala nostalgia. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 2 de julio de 2013, en Santa Marta).


4°. ORACIÓN: Dialogo con el Divino Maestro
Dios, en tus manos me abandono
 
Yo me abandono ¡Dios! en tus manos.
Toma este barro y trabájalo,
como arcilla entre las manos del alfarero,
dale una forma y después, rómpela, si quieres
como es despedazada la vida de tantos hermanos.

Pide, ordena ¿Qué quieres que haga?
¿Qué quieres que no haga?
Ensalzado o humillado, perseguido,
incomprendido,
calumniado, alegre o triste,
o inútil para todo, sólo diré,
a ejemplo de tu Madre:
“Hágase en mí según tu palabra”.

Dame el amor por excelencia,
el amor de la cruz.
Pero no de las cruces heroicas
que podrían nutrir mi vanidad,
sino de las cruces vulgares que,
sin embargo, llevo con repugnancia.

De esas que se encuentran cada día
en la contradicción,
en el olvido, en los juicios falsos,
en la frialdad del alma,
en los desaires y desprecios de los demás;
en el malestar y defectos del cuerpo,
en la oscuridad de la mente
y en el silencio y aridez del corazón.

Entonces sólo Tú sabrás que te amo,
aunque ni yo lo sepa, con eso me basta.

Amén


5°. CONTEMPLACIÓN: Silencio ante la Palabra.
6°. CONSOLACIÓN: Es sentir íntimamente el "gusto" de la Palabra de Dios.

7°. DISCERNIMIENTO: Pensar y Discernir la Palabra.
¿A quién acudimos en las dificultades?
¿Vacila mi fe en las pruebas?
¿Me angustio ante las contrariedades de la vida?

8°. COMPARTIR: Comparto la Palabra.
9°. DELIBERACIÓN: Tomo una decisión concreta iluminado por la Palabra.

10. ACCIÓN CONCRETA: Propósito del día.
Hoy, ante cualquier dificultad, obstáculo o frustración, voy hacer presente en mi interior mi fe y mi confianza en Dios superando mis miedos, para tratar de hacer su voluntad, aunque me cueste.

SANTOS DE HOY - PIDAMOS LA INTERCESIÓN DE TODOS ELLOS
-Nuestra Señora de Calais, Francia (1347) 
-San Adolfo de Osnabruck, Obispo
-San Alpiniano de Limoges
-San Andrónico, Discípulo de san Pablo
-San Austricliniano de Limoges
-San Basílides de Alejandría, Mártir
-San Bertrando o Beltrán de Le Mans, Obispo
-San Ladislao I de Waradin, Rey de Hungría
-San Marcial de Limoges, Obispo y Confesor
-San Ostiano de Viviers, Presbítero y Confesor Ermitaño
-San Otón de Bamberg, Obispo
-San Pedro de Asti, Confesor
-San Pedro Li Quanhui, Mártir (Busco Estampa)
-Santos Protomártires de la Santa Iglesia Romana (Memoria Litúrgica)
-San Ramón Li Quanzhen, Mártir (Busco Estampa)
-San Teobaldo de Provins o Salánica, Presbítero y Eremita
-San Vicente Dô Yên, Mártir
-Santa Emiliana de Roma, Mártir
-Santa Erentrudis de Salzburgo, Abadesa
-Santa Junía, Discípula de san Pablo
-Santa Lucina de Roma, Discípula de los Apóstoles

San Cayetano Errico, ruega por nosotros

"Oración a San Miguel Arcángel"
San Miguel Arcángel,
defiéndenos en el combate diario.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú Príncipe de la Milicia Celestial,
por medio del divino poder, arroja al infierno
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.


Amén.