viernes, 19 de junio de 2015

Lectio Divina (Método en 10 pasos): Domingo, 21 de Junio, 2015: Evangelio según San Marcos. 4, 35-41. : (12° Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo B -)


LECTIO DIVINA DEL EVANGELIO DEL DOMINGO DE LA  12ª SEMANA DEL TIEMPO DURANTE EL AÑO. San Luis Gonzaga. Día de la ancianidad. Día del Padre.

1°. ORACIÓN DE PREPARACIÓN: 
Señor, aunque creo tener fe, necesito de tu gracia para acrecentarla porque me parezco a tus discípulos, ante los problemas y angustias me acobardo. Te suplico que esta oración me ayude a creer con fe viva en tu nombre, a actuar mi fe de manera filial, recordando que Tú eres un Padre que vela con infinita ternura sobre mí. Ayúdame a descubrir tu mano amorosa detrás de todo, porque Tú sólo buscas mi bien. Amén

2°. LECTURA DEL EVANGELIO: 
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos. 4, 35-41
Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: “Crucemos a la otra orilla”. Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron en la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: “¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?”. Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: “¡Silencio! ¡Cállate!”. El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: “¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?”. Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: “¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?”.
Palabra del Señor.

3°.MEDITACIÓN DEL EVANGELIO: 
A. COMENTARIO INTRODUCTORIO
  • La narración de la tempestad que calmó Jesús en el lago de Galilea viene a continuación de unas enseñanzas en parábolas. Jesús se daba cuenta de la incomprensión y hostilidad que lo rodeaba. 
  • El mar en la literatura bíblica, por influencia de las literaturas primitivas , está relacionado con los enemigos de Dios, es signo de los poderes del mal, de las fuerzas que pretenden acabar con su obra.
  • En medio del lago de Genesaret se levanta repentinamente una gran tempestad. Las tempestades de este tipo aunque duran poco tiempo, son muy peligrosas para las pequeñas barcas de pescadores. Sin embargo el tema central es la barca que está en peligro de hundirse y la palabra eficaz y definitiva de Jesús. La tradición cristiana ha visto desde siempre a la barca como símbolo de la Iglesia, que navega por las aguas tempestuosas del mundo y de la vida.
  • El incidente tiene lugar de noche. Los símbolos que se utilizan son los más sugestivos para presentar ala embarcación cercada por todos los peligros imaginables.
  • El sueño de Jesús simboliza su ausencia, indica que los discípulos no son conscientes de su presencia hasta el momento del peligro. Los discípulos lo despiertan: pidiéndole que los salve porque se hunden. Se sienten perdidos y no encuentran ayuda ni en su experiencia ni en sus propias fuerzas. Es una llamada de desesperación, pero también de confianza.
  • Jesús se dirige a los discípulos y a la tempestad. “El viento cesó y vino una gran calma. El reprochede Jesús no se hizo esperar. Ya lo habían visto expulsando demonios y curando enfermedades, ahorales manifiesta su señorío dominando las fuerzas de la naturaleza. 
  • Hoy Igual que en las primeras comunidades, en las que la fe de muchos naufragaba ante las amenazas y las presiones del medio, nos urge recordar que Jesús no ha abandonado la barca. El navega con nosotros. Es capaz de derrotar la tempestad. La certeza de la presencia de Jesús debe fortalecer la frágil fe de la comunidad.
  • Seguir el camino de Jesús, es vivir comprometidos con la novedad del Evangelio. Con Cristo lo viejo ya ha pasado, se impone lo nuevo. La misión de la Iglesia es impregnar la vida y la historia con verdaderos “criterios” cristianos, trabajar sin descanso con la misma vocación del maestro de Nazaret en la construcción de una nueva tierra en habitada por la justicia y el amor. Impregnar la cultura desde la vida personal y social “de Evangelio”, para que  abandonada la injusticia, el odio, la ambición, se alcance la fraternidad, la paz, la solidaridad y la justicia entre los hombres. Esto supone por lo tanto lucha, esfuerzo, opción y persecución. 
  • A los discípulos no se nos ha prometido un crucero apacible por el mar de esta vida. Nuestra historia, como la de los demás hombres, es muchas veces una historia de tempestades. 
  • En el empeño por la fidelidad al Evangelio y a los propios ideales, tantas veces contrapuestos a los ideales del “mundo”, en el sueño de una vida transformada no faltarán mares inquietos y movidos, peligros, mareos de toda clase, miedos, cobardías, desorientación, cansancios. Tampoco faltarán crisis internas y externas, tensiones dentro y persecuciones u hostilidad fuera, y podemos tener la sensación de que nos hundimos, que la barca, personal o comunitaria  va a zozobrar.  Si la realidad nos muestra esto en el camino de la realización del reino; a la le vez Jesús nos dice que nos estamos solos. 
  • La vida está cada día realizándose, tiene algo de dramático pero mucho de esperanzador que necesitamos interpretar todos los días. Venimos con un pasado escrito y abiertos a un futuro por escribir lleno de posibilidades. Aceptar la propia vida como llamado de Dios y querer realizarla exige sinceridad, coraje, valentía y un serio compromiso para no perderla dejándonos llevar por el viento de turno que sople. Dios no quiere nuestro naufragio, sino que lleguemos a la otra orilla.
  • Cristo como vencedor, es la respuesta definitiva de Dios. Sólo Jesús es el Mesías, y sólo en Él en podemos fiarnos para encontrar la salida y el sentido para todos nuestros problemas, sólo él puede dar respuesta a todas nuestras ilusiones. 
  • Esta fe suprime el temor porque llena de Dios nuestra vida, disipando las tinieblas de todos los rincones, sacudiendo las preocupaciones y disipando las angustias. Pero, muchas veces, como los discípulos de la barca: esperamos la ayuda del Padre, pero no toda la ayuda y de ese modo creemos, pero no nos abandonamos.
  • Igual que aquella noche, para los discípulos los peligros son sólo aparentes. Tener fe es creer en Cristo como Señor de la vida,  no huyendo ante los peligros o compromisos que puedan traernos su seguimiento aunque se nublen los ideales, surjan las dificultades, nos sintamos lejos de la orilla y parezca que ya no hay nada que hacer.
  • Si Jesús está «dormido» es porque confía en nosotros y en nuestras posibilidades cuando nos entregamos incondicionalmente a la fuerza poderosa de su Palabra encarnada en el día a día con la certeza de que es Él quien realmente conduce la barca de nuestra vida y la de la  comunidad cristiana que cree. Su poder de Jesús exige nuestra confianza, necesita de ella: “Todo lo puedo, si creo“. con la fe todo se pone en pie, todo puede ocurrir. Sin ella, nada. Jesús nos invita a creer antes de hacer cualquier cosa, y también a medida que la hacemos.
  • La fe no elimina las situaciones de peligro ni evita las contradicciones y los males pero lo que cambia con la fe en Cristo, el Señor, es la forma de afrontar la vida. Tanto la calma o la tormenta, la salud o enfermedad, la vida o muerte, son aspectos relativos en la vida de un hombre nuevo que con Cristo puede ver las cosas «desde el final», «desde la pascua», que nos traduce la fidelidad de Dios que conduce los hilos de la historia por oscuras encrucijadas, pero siempre hacia una meta de plenitud y de paz. 
  • Aunque a menudo podamos tener la sensación de que estamos a merced de las olas, la fuerza de Dios tiene sus propios caminos para salvarnos que casi siempre pasan a través de nuestra existencia pobre y frágil. Lo que salva al hombre es su fe, y lo que lo hunde es la falta de fe.
  • Contra viento y marea a los discípulos somos invitados a fiarnos de Dios y a una fe que elimine ese miedo a afrontar la vida. Una fe que nos madure para mirar de frente los acontecimientos y encontrar el sentido hacia el que apuntan. Cristo Jesús, que por su Pascua ha vencido ya radicalmente el mal, yque aunque parezca dormido, está presente y conduce nuestra existencia. En El ha mostrado Dios toda la fuerza de su plan salvador y liberador. 
  • La fe no nos da la seguridad de la posesión, hoy y aquí, de un mundo feliz, sino la seguridad de que por Jesús hay valores que no serán destruidos y que por eso vale la pena arriesgar hasta la misma vida. 
  • La certeza de que Jesús camina con nosotros nos puede ayudar a vencer los miedos y las incertidumbres, y a «remar decididamente mar adentro». … Cristo está dormido en ti, es decir, has olvidado a Cristo. Despierta, pues, a Cristo, acuérdate de Cristo, que Cristo despierte en ti; piensa en él. (San Agustín) 
  • Ciertamente vivir no resulta fácil. El sentimiento de inseguridad es uno de los condicionantes más fuertes y una de las causas más grandes de frustraciones, de violencia, de angustia. La experiencia de vida amenazada nos va tomando poco a poco y se va trasladando a nuestras opciones, decisiones y comportamientos.
  • En nuestra vid de fe están las amenazas que  provienen del medio: la  injusticia, la violencia, la corrupción, el consumismo, el relativismo y el sensualismo. Están las amenazas de dentro. Las de la misma Iglesia, las de la comunidad en la que no siempre vemos reflejado el rostro de Cristo y traen como consecuencia la burla, el descrédito, la intolerancia. Ante esto nos avergonzamos o abatimos pensando si el esfuerzo vale la pena.
  • También están las amenazas de dentro nuestro, cuando descubrimos tristemente que no somos todo lo que pensábamos que éramos y que “el tiempo no para”.
  • Esta lucha provoca cansancio, duda, miedo. Miedo a la verdad, miedo a los sentimientos, miedo a perder, miedo a lo nuevo, miedo al cambio, miedo al miedo. Y así, cuando la realidad nos ahoga y nos sentimos perdidos y desorientados abandonamos todo esfuerzo y dejamos que la barca de la vida sea empujada por su propio viento y que la historia se construya sola. 

B. REFLEXIÓN DEL PAPA FRANCISCO.
“Es muy difícil cortar con una situación pecaminosa. ¡Muy difícil! También en una tentación ¡es difícil! Pero la voz de Dios nos dice esta palabra: ‘¡Huye! Tú no puedes luchar aquí, porque el fuego, el azufre te matará ¡huye!’ Santa Teresita del Niño Jesús nos enseñaba que, a veces, en algunas tentaciones la única solución es huir y no tener vergüenza de ello; reconocer que somos débiles y que debemos huir. Nuestro pueblo, con su sabiduría sencilla, lo dice un poco irónicamente: ‘Soldado que huye, sirve para otra guerra’. Huir para seguir adelante en el camino de Jesús”.
El ángel, añadió, dice “no volver la vista atrás”, huir y mirar hacia delante. Aquí, dijo, hay un consejo para vencer la nostalgia del pecado. Pensemos en el Pueblo de Dios en el desierto, destacó: “tenía todo, las promesas, todo” y sin embargo “tenían nostalgia de las cebollas de Egipto” y esta nostalgia les hacía olvidarse de que aquellas cebollas las comían en la mesa de la esclavitud”. Existía “la nostalgia de volver, volver”. Y el consejo del ángel, observó el Papa, es sabio: ¡No miren atrás! ¡Sigue adelante!” No debemos hacer como la mujer de Lot, “debemos cortar toda nostalgia, porque existe también la tentación de la curiosidad”.
“Ante el pecado, huir sin nostalgia. La curiosidad no sirve ¡hace daño! ‘Pero en este mundo tan pecaminoso ¿Cómo se hace? ¿Cómo será este pecado? Me gustaría saber…’ No, ¡olvídate! ¡La curiosidad te hará daño! ¡Huir y no mirar atrás! Somos débiles, y tenemos que defendernos.
La tercera situación se da sobre la barca: es el miedo. Cuando viene una gran agitación en el mar, la barca estaba cubierta por las olas. ‘¡Sálvanos, Señor, estamos perdidos!’ Dicen ellos. ¡El miedo! También esta es una tentación del demonio: tener miedo de continuar en el camino del Señor”.
Existe la tentación de quien dice que “es mejor quedarse aquí”, donde estoy seguro. “Pero esto –advirtió- es el Egipto de la esclavitud”. “Tengo miedo de ir hacia delante –afirmó el Papa- tengo miedo de adónde me quiere llevar el Señor”. El miedo, “no es un buen consejero”. Jesús, añadió, “muchas veces dijo: ‘¡No tengan miedo!’. El miedo no nos ayuda”.
La cuarta actitud, destacó el Papa, “es la gracia del Espíritu Santo”. Cuando Jesús hace volver la bonanza sobre el mar agitado, los discípulos en la barca están llenos de estupor. “Siempre, ante el pecado, la nostalgia, ante el miedo, afirmó, debemos dirigirnos al Señor”.
“Mirar al Señor, contemplar al Señor. Esto nos da un cierto estupor, muy bello, de un nuevo encuentro con el Señor. ‘Señor, tengo esta tentación: quiero quedarme en esta situación de pecado; Señor tengo la curiosidad de conocer estas cosas; Señor tengo miedo’. Miren al Señor: ‘¡Sálvanos Señor, estamos perdidos!’. Y viene el estupor de un nuevo encuentro con Jesús. No seamos ingenuos ni cristianos tibios, seamos valientes. Somos débiles, pero debemos ser valientes en nuestra debilidad. Y nuestra valentía debe expresarse tantas veces en una fuga, sin mirar atrás, para no caer en la nostalgia dañina. ¡No tengan miedo y miren siempre al Señor!”(Cf Homilía de Papa Francisco, 2 de junio de 2013, en Santa Marta).

4°. ORACIÓN: Dialogo con el Divino Maestro
¿POR QUE SOY TAN COBARDE, SEÑOR?
Me dijiste que eras el  camino,
y prefiero marcha por otras  sendas
que me aportan inseguridad y  egoísmo
Me dijiste que eras la vida,
y, en cohetes de muerte,
prefiero montarme para  anhelar
una alegría efímera
una explosión placentera
un momento de felicidad, que  dura,
tanto como el tiempo en que  se quema la pólvora.

¿POR  QUÉ SOY TAN COBARDE, SEÑOR?
Sólo me pides fe
y te respondo con promesas
Con un “mañana te seguiré”
Con un “tengo miedo”
Sólo me exiges confianza
Y prefiero mirar hacia otro  lado
Porque, bien sé mi Señor,
que seguirte entraña
el armarse de valor y de  fuerza
de valentía y de audacia
de perseverancia y de  intrepidez

¿POR  QUÉ SOY TAN COBARDE, SEÑOR?
¿Por qué me asusta tanto el  navegar en tu barca?
Dímelo, Señor.
Ayúdame a vencer mis miedos
A surcar los mares de tantas  dificultades que me asolan
A no quejarme de que los  tiempos pasados
fueron mejores que los que  ahora yo vivo.
De ti me fío, Señor, y en Ti  confío:
No me dejes de tu mano, me  ahogaría
No dejes que palidezca mi  fe,
necesito de luz para avanzar  en mi camino.
No me des demasiadas  seguridades
pero, Señor, sí que te pido
que Tú seas mi seguridad, mi  baluarte,
mi esperanza, mi riqueza,
el mar por el que yo avance
con los remos de mi fuerte  fe.
Y, si además Tú quieres,  Señor,
haz que mi fe sea como una  brújula
en medio de tantas  tormentas.
Amén. 

5°. CONTEMPLACIÓN: Silencio ante la Palabra.

6°. CONSOLACIÓN: Es sentir íntimamente el "gusto" de la Palabra de Dios. 

7°. DISCERNIMIENTO: Pensar y Discernir la Palabra.
¿Cuáles son mis miedos e incertidumbres en el camino de la construcción del Reino?
¿Qué cosas me detienen o paralizan?
¿Qué debilidades descubro? 
¿Clamo al Señor? ¿Tengo certeza de su presencia?

8°. COMPARTIR: Comparto la Palabra. 
9°. DELIBERACIÓN: Tomo una decisión concreta iluminado por la Palabra.

10. ACCIÓN CONCRETA: Propósito del día.
Hoy Ante las dificultades, preocupaciones y angustias, recordaré las palabra del Maestro: “¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?”.

SANTOS DE HOY - PIDAMOS LA INTERCESIÓN DE TODOS ELLOS
-Nuestra Señora de Matarieh en el Gran Cairo, Egipto
-San Albano de Maguncia, Mártir
-San Apolinar de África, Mártir
-San Ciriaco de África, Mártir
-San Daniel, Profeta del Antiguo Testamento (Marzo 20)
-San Engelmond o Engelmundo de Velsen, Sacerdote y Abad
-San Eusebio de Samosata, Obispo y Mártir
-San Inocencio de Mérida, Obispo
-San José Isabel Flores Varela, Presbítero y Mártir
-San Juan Rigby, Mártir
-San Lázaro, Mendigo Leproso
-San Leufredo de Evreux, Abad
-San Luis Gonzaga, Religioso (Memoria Litúrgica)
-San Martín de Tungres, Obispo
-San Meveno de Gaël, Abad
-San Radulfo o Rodolfo de Bourges, Obispo
-San Raimundo o Ramón de Barbastro, Obispo y Confesor
-San Rufino de Siracusa, Mártir
-San Terencio de Iconio, Obispo y Mártir
-Santo Tomás de Tuwah,
-San Urcisceno de Pavía, Obispo y Confesor
-Santa Colagia de Barcelona, Virgen Mercedaria
-Santa Demetria de Roma, Mártir
-Santa Marcia de Siracusa, Mártir

-San Cayetano Errico, ruega por nosotros

-"Oración a San Miguel Arcángel"
San Miguel Arcángel,
defiéndenos en el combate diario.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú Príncipe de la Milicia Celestial,
por medio del divino poder, arroja al infierno 
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén.