sábado, 2 de mayo de 2015

Lectio Divina en 10 pasos metodológicos: Domingo, 3 de Mayo, 2015: Evangelio según San Juan 15, 1-8. : (5° Domingo del Tiempo Pascual - Ciclo B -)

La "Lectio Divina" es un método para leer, meditar, rezar, actuar y encarnar la Palabra de Dios en la vida diaria. El método consiste en 10 pasos progresivos muy fáciles de realizar y que permiten a cada cristiano entender y realizar la Voluntad de Dios.
1°. PREPARACIÓN:
Espíritu Santo, ilumina mi entendimiento, para que al leer, meditar y estudiar la Sagrada Escritura de hoy, sienta la presencia de Dios Padre que se manifiesta a través de tu Palabra.
Abre mi corazón para darme cuenta del querer de Dios y la manera de hacerlo realidad en mis acciones de cada día. Instrúyeme en tus sendas para que, teniendo en cuenta tu Palabra, sea signo de tu presencia en el mundo. Amén.
Padre, mi gran y buen viñador. Que esta Lectio Divina me ayude a descubrir todo lo que tenga que «podar» en mi vida, para poder unirme plenamente a tu amada vid, Cristo, que me da la gracia para vivir en plenitud, como discípulo y misionero de su amor.
2°. LECTURA:
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan. 15, 1-8
Durante la última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.
Palabra del Señor.
3°. MEDITACIÓN:
A. COMENTARIO
Después de haber leído el domingo pasado el evangelio del “Buen Pastor”, que “da su vida por las ovejas”, en este domingo, Jesús, el maestro de Nazaret, se inspira de nuevo en la vida cotidiana de los campesinos judíos, para expresar realidades espirituales profundas. 
Palestina era famosa por sus viñedos y sus higueras, de ahí que los profetas y los evangelios compararan al pueblo hebreo con una vid o con una higuera. Con su cepa robusta y sus mil ramificaciones, la vid expresa de modo elocuente lo que debe ser la vida de creyentes.
Jesús dice ahora que “Él es la vid verdadera”, que es Él quien produce finalmente los frutos que Dios ha estado esperando durante muchos siglos. Jesús pone todo el énfasis en el “dar frutos”.
Si Él es el sólido fundamento de nuestra vida, somos por naturaleza “de buena cepa”, entonces los frutos deben también ser buenos.
El sarmiento tiene que estar constantemente unido a la vid, si no quiere secarse. Un sarmiento seco, no sirve para nada; como las zarzas o los cardos.
Permanecer es insertarse en Jesús, vivir una relación profunda que consiste en “estar” en Él, “habitar” en Él, “fundamentarnos” en Él.
Apoyar toda nuestra existencia en su persona de modo que poco a poco nos vaya transformando a imagen suya.
Cualquier intento de vida cristiana prescindiendo de esta unión profunda con Jesús, está destinado al fracaso. 
Nuestra vida de discípulos, sin Jesús, no tiene identidad, ni misión, ni camino. 
Sin un encuentro vivo y unión con Jesús, nuestra espiritualidad es vacía y nuestra piedad es simple cumplimiento.
Permanecer en Jesús implica por un lado nuestra acción, y por otro lado dejar que Jesús actue y obre en nosotros. 
Si Cristo es la vid, el Padre es el viñador que quiere que su viña dé frutos. Para eso hace la poda. 
Podar significa “purificar”, “limpiar”, “retocar”.
La primera obra de Dios Padre es podar la vid, cortando los sarmientos que no producen fruto. Y los buenos sarmientos también reciben la mano cuidadosa del viñador, por eso la segunda obra de Dios Padre es podar los sarmientos buenos para que den todavía más fruto. Y para ello usa su Palabra.
El modo como Dios nos purifica para que demos más, está en las enseñanzas de Jesús. 
El “fruto” esperado es una vitalidad renovada que da nuevo sentido, luz y color a todas las cosas, que es autenticidad, amor, paz y gozo.
La poda es siempre necesaria. Cuando una vid permanece mucho tiempo sin que la poden produce racimos de uvas silvestres, pequeñas y amargas, de mala calidad.
Lo mismo sucede con nuestra vida. Vivir es optar continuamente y toda opción implica una renuncia.
Dejarse podar es tener el valor de tomar decisiones, dejando de lado intereses secundarios, para concentrarse en los importantes.
Maduramos en la fe, quitando, podando, todo lo inútil que nos dispersa del objetivo central de la vida, y no nos permite realizarnos de verdad. Es así como se moldea nuestra vida de discípulos, como Jesús se forma en nosotros, como somos hechos hombres nuevos al estilo de Jesús.
Cuando vivimos en comunión profunda, radical, constante con Jesús, los frutos se ven. De la poda que lleva a una “comunión” progresiva y cada vez más honda con Jesús, brota la fecundidad espiritual y apostólica.
B. REFLEXIÓN DEL PAPA EMÉRITO  BENEDICTO XVI.
«Queridos hermanos y hermanas: El Evangelio de hoy, quinto domingo del tiempo pascual, comienza con la imagen de la viña. «Jesús dijo a sus discípulos: “Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador”» (Jn 15, 1). A menudo, en la Biblia, a Israel se le compara con la viña fecunda cuando es fiel a Dios; pero, si se aleja de él, se vuelve estéril, incapaz de producir el «vino que alegra el corazón del hombre», como canta el Salmo 104 (v. 15). La verdadera viña de Dios, la vid verdadera, es Jesús, quien con su sacrificio de amor nos da la salvación, nos abre el camino para ser parte de esta viña. Y como Cristo permanece en el amor de Dios Padre, así los discípulos, sabiamente podados por la palabra del Maestro (cf. Jn 15, 2-4), si están profundamente unidos a él, se convierten en sarmientos fecundos que producen una cosecha abundante. San Francisco de Sales escribe: «La rama unida y articulada al tronco da fruto no por su propia virtud, sino en virtud de la cepa: nosotros estamos unidos por la caridad a nuestro Redentor, como los miembros a la cabeza; por eso las buenas obras, tomando de él su valor, merecen la vida eterna» (Trattato dell’amore di Dio, XI, 6, Roma 2011, 601).
En el día de nuestro Bautismo, la Iglesia nos injerta como sarmientos en el Misterio pascual de Jesús, en su propia Persona. De esta raíz recibimos la preciosa savia para participar en la vida divina. Como discípulos, también nosotros, con la ayuda de los pastores de la Iglesia, crecemos en la viña del Señor unidos por su amor. «Si el fruto que debemos producir es el amor, una condición previa es precisamente este “permanecer”, que tiene que ver profundamente con esa fe que no se aparta del Señor» (Jesús de Nazaret,Madrid 2007, p. 310). Es indispensable permanecer siempre unidos a Jesús, depender de él, porque sin él no podemos hacer nada (cf. Jn 15, 5). En una carta escrita a Juan el Profeta, que vivió en el desierto de Gaza en el siglo V, un creyente hace la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible conjugar la libertad del hombre y el no poder hacer nada sin Dios? Y el monje responde: Si el hombre inclina su corazón hacia el bien y pide ayuda de Dios, recibe la fuerza necesaria para llevar a cabo su obra. Por eso la libertad humana y el poder de Dios van juntos. Esto es posible porque el bien viene del Señor, pero se realiza gracias a sus fieles (cf. Ep763: SC 468, París 2002, 206). El verdadero «permanecer» en Cristo garantiza la eficacia de la oración, como dice el beato cisterciense Guerrico d’Igny: «Oh Señor Jesús..., sin ti no podemos hacer nada, porque tú eres el verdadero jardinero, creador, cultivador y custodio de tu jardín, que plantas con tu palabra, riegas con tu espíritu y haces crecer con tu fuerza». Queridos amigos, cada uno de nosotros es como un sarmiento, que sólo vive si hace crecer cada día con la oración, con la participación en los sacramentos y con la caridad, su unión con el Señor. Y quien ama a Jesús, la vid verdadera, produce frutos de fe para una abundante cosecha espiritual. Supliquemos a la Madre de Dios que permanezcamos firmemente injertados en Jesús y que toda nuestra acción tenga en él su principio y su realización». (Benedicto XVI,  Angelus, 6 de Mayo, 2012). 
4°. ORACIÓN: Dialogo con el Divino Maestro
La Palabra de Dios es la verdad. «Pidan lo que quieran y se les concederá». Señor, ¿por qué conociendo tu Palabra no la hago vida? ¿Por qué mi meditación frecuentemente no es auténtica oración? Sin Ti, mi vida es incompleta, sin Ti, la vida no tiene un sentido pleno, sin Ti, no puedo dar fruto, por eso hoy te pido tu gracia para que mi oración me lleve a compartir con los demás la alegría de haberte encontrado. Amén
5°. CONTEMPLACIÓN: Silencio ante la Palabra.
6°. CONSOLACIÓN: Es sentir íntimamente el "gusto" de la Palabra de Dios.
7°. DISCERNIMIENTO: Pensar y Discernir la Palabra.
¿Vivo unido a Jesús, Vid Verdadera?
Qué necesito hacer para que la vida de Jesús se desarrolle en mí verdaderamente?
8°. COMPARTIR: Comparto la Palabra.
9°. DELIBERACIÓN: Tomo una decisión concreta iluminado por la Palabra.
10. ACCIÓN CONCRETA: Propósito del día.
Que todas mis palabras y obras expresen hoy un único deseo: "Quiero permanecer en Ti, Señor, verdadera Vid…y dar muchos frutos…"

SANTOS DE HOY - PIDAMOS LA INTERCESIÓN DE TODOS ELLOS
-Santos Alejandro papa, Evencio y Teódulo, mártires, Roma, 117.
-San Juvenal, obispo de Narni (Italia), 376.
-Santos Alejandro y Antonina, Constanti- nopla, 313.
-Santos Timoteo y Maura, su esposa, mártires, Egipto, hacia 286.
-San Diodoro y Rodopiano, mártires, Afrodisia (Caria de Asia Menor), s. VI.
-Santos Sosteneo y Ugución, Montesenario (Italia), s. XIII.
-Santos Alejandro y Gala, Clermont (Francia), s. V.
-San Higinio y treinta soldados mártires, Lestoure de Gasconia (Francia), s. IV.
-Santos Eusebio y Avito, Auxerre (Francia).
-Beato Alejandro, lego del Cister, descendiente de los reyes de Escocia, s. XIII.
-Santa Severina, s. II.
-Santa Violeta o Viola, mártir, Verona (Italia), s. II.

-Santa Juana de la Cruz, Hazaña (Toledo), virgen, 1534.