(RV).- (se actualizó con audio) Con la imagen de Jesús el Buen Pastor, el cura es hombre de misericordia y de compasión y servidor de todos, reiteró el Papa Francisco a los párrocos de la Diócesis de Roma, en el tradicional encuentro de comienzos de Cuaresma.El Papa pidió oraciones por Don Luigi Retrosi, un párroco romano fallecido ayer. Alentando a seguir a Jesús, que parecía una persona sin techo, pues se le podía encontrar siempre recorriendo todas las ciudades y los pueblos, enseñando, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Y cómo al ver a la multitud, el Señor tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Situación que viven tantas personas, no sólo en Roma, en Italia, sino también en todo el mundo, destacó el Papa Bergoglio refiriéndose al sufrimiento de tantos pueblos que están sufriendo grandes dificultades:
«Entonces comprendemos que no estamos aquí para hacer un buen ejercicio espiritual al comienzo de la Cuaresma, sino para escuchar la voz del Espíritu que habla a toda la Iglesia en este tiempo nuestro que es precisamente el tiempo de la misericordia».En toda la Iglesia es el tiempo de la misericordia... ¿Qué significa misericordia para los curas? Misericordia: ni manga larga ni rigidez. Fueron los tres puntos que desarrolló el Papa, recordando en el primero que el tiempo de la misericordia fue una intuición del beato Juan Pablo II, que beatificó y canonizó a Sor Faustina Kowalska e introdujo la fiesta de la Divina Misericordia. Ante las experiencias dolorosas que no faltarán, aun al lado de nuevos progresos, «la luz de la Divina Misericordia, que el Señor ha querido casi volver a entregar al mundo a través del carisma de Sor Faustina, iluminará el camino de los hombres del tercer milenio», no lo olvidemos, alentó el Papa Francisco:
«Hoy olvidamos todo con demasiada prisa, ¡incluso el Magisterio de la Iglesia! En parte es inevitable, pero no podemos olvidar los grandes contenidos, intuiciones y consignas dejadas al Pueblo de Dios. Y la de la Divina Misericordia es una de ellas. Es una consigna que Él nos dio, que viene desde lo alto. Nos corresponde a nosotros, como ministros de la Iglesia, mantener vivo este mensaje, sobre todo en la predicación y en los gestos, en los signos, en las opciones pastorales. Por ejemplo, la opción de volver a dar prioridad al Sacramento de la Reconciliación, y al mismo tiempo, a las obras de misericordia. Reconciliar, hacer paz mediante el Sacramento y también con las palabras y las obras de misericordia».
Jesús tiene las «entrañas de Dios». Está lleno de ternura hacia la gente, en especial hacia los excluidos, los pecadores, los enfermos de los que nadie cuida, recordó también el Obispo de Roma a sus presbíteros, señalando que los curas «asépticos» y de «laboratorio» no ayudan a la Iglesia. Iglesia – volvió a recordar - que es como un «hospital de campaña», que debe curar las heridas. «Hay tanta gente herida, por problemas materiales, por escándalos, también en la Iglesia... Gente herida por ilusiones del mundo. Volviendo al tema del sacramento de la Reconciliación, el Papa puso de relieve que ni el laxismo ni el rigorismo hacen crecer la santidad. Mientras que la misericordia acompaña el camino de la santidad y lo hace a través del sufrimiento pastoral, que es una forma de misericordia. Quiere decir – explicó Francisco- sufrir por y con las personas, como un padre y una madre sufren por sus hijos.
(CdM – RV)