El papa Francisco recetó para todos los Cristianos una "medicina espiritual", llamada "Misericordin". En el prospecto se indica que este remedio "aporta misericordia al alma, con una amplia tranquilidad del corazón. Su eficacia está garantizada por las palabras de Jesús". Sobre su uso, precisa que puede aplicarse "cuando se desea la conversión de los pecadores, se siente necesidad de ayuda, falta la fuerza para combatir las tentaciones, no se consigue perdonar a alguien, se desea la misericordia para un moribundo y se quiere adorar a Dios por todos los dones recibidos".
"Puede usarse tanto en niños como en adultos, todas las veces que sea necesario", rezan las instrucciones, que recalcan que su suministro prevé "el rezo de la Coronilla de la Divina Misericordia, promovida por Santa Faustina Kowalska", una religiosa de la que Juan Pablo II se consideraba discípulo, conocida como la santa Teresa de Jesús polaca, que introdujo esta devoción.
Además, según el prospecto, "no tiene efectos secundarios ni contraindicaciones". "Antes de utilizar el fármaco -agrega- se aconseja acudir a un sacerdote para ulteriores informaciones y conservar las instrucciones para caso de nuevo uso".