lunes, 9 de agosto de 2010

Lectio Divina : Martes 10 de Agosto : Evangelio según San Juan 12, 24-26 : ( 19ª Semana del Tiempo Ordinario-Ciclo C)

 
Lectio Divina : 
Martes, 10 Agosto, 2010
Evangelio según San Juan 12, 24-26
Tiempo Ordinario
 
1) Oración inicial
Dios todopoderoso y eterno, a quien podemos llamar Padre; aumenta en nuestros corazones el espíritu filial, para que merezcamos alcanzar la herencia prometida. Por nuestro Señor.
 
2) Lectura del Evangelio
Evangelio según San Juan 12,24-26.
Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.
El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna.
El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre. 
Palabra del Señor
Sigue........................... 
3) Reflexión
 
Ayer celebramos la memoria de la mártir Edith Stein o Teresa Benedicta de la Cruz, filósofa y luego monja carmelita de origen hebreo que dio su vida en los horrores de Auschwitz, en la segunda guerra mundial, y quien decía: “Con la fuerza de la Cruz, puedes estar en todos los lugares de aflicción”.

Hoy celebramos otro mártir, éste proveniente de los primordios de la Iglesia. En Lorenzo, diácono martirizado en Roma en el año 258 dC, asado en una parrilla –según una piadosa leyenda- en tiempos del emperador Valeriano, encontramos un ejemplo concreto de la vivencia del evangelio en el día de ayer: un hombre libre frente a su sociedad. 

Por cierto, los testigos de su persecución cuentan que cuando las autoridades imperiales lo presionaron para que entregara los supuestos tesoros de la Iglesia que estarían bajo su responsabilidad, san Lorenzo extendió la mano hacia un grupo de pobres y mendigos que estaban cerca y dijo: “He aquí los tesoros de la Iglesia”.

El testimonio de Lorenzo nos motiva y la Palabra de Dios, hoy en el evangelio de Juan, nos ofrece razones para que demos el paso valiente de Jesús al tomar la cruz, esto es, de dar la vida con generosidad y amor.

Las palabras de Jesús nos dan la clave interpretativa del misterio de la pasión en tres frases contundentes. Comienza con una comparación, de allí se extrae la aplicación para la vida y finalmente se indica que todo ello se vive junto con Jesús.

1. Plantar el grano de trigo (Juan 12,24)

Si nosotros somos de los que pensamos que es absurdo perder algo en la vida, nos viene bien la comparación del grano de trigo: “si muere da mucho fruto”. Según esta lógica para ganar hay que perder.

Por cierto, nadie dice que la muerte de la semilla, al plantarla en lo frío y oscuro de la tierra, para que luego brote el árbol, sea un absurdo.

Jesús enseña que la muerte es un paso “necesario” y que de ninguna manera es un absurdo si la miramos no desde el ángulo de la pérdida sino de la ganancia.  Lo que hay que mirar es la vida que brota y que se hace visible en su máximo esplendor.

2. Dar la vida para ganar la vida (12,25)

La paradoja del grano de trigo que para dar vida en el árbol muere a sí misma en cuanto semilla, se constata en la vida de un discípulo de Jesús.

El seguimiento de Jesús exige renuncias para optar por el camino de la vida. Esto se comprende mejor dentro del horizonte indiscutible de todo el evangelio que es la Cruz. El reconocimiento, el aplauso del mundo, las imágenes de felicidad de las que nos antojan los medios de comunicación y las canciones de moda, tienen su gratificación, “sus ganancias”, pero en realidad dan en nada porque no dan la vida en plenitud. La verdadera realización está en el salir de sí mismo (como el grano de trigo cuando revienta dentro de la tierra). No es viviendo para sí mismo que alcanza la vida sino siguiendo el camino de servicio de Jesús.

3. Estar con Jesús dónde él está por mí (12,26)

Todo lo anterior se hace posible en el marco de una relación profunda con Jesús y una relación de “servicio” a él en los hermanos.

Como dice Jesús, esta relación tiene un presupuesto, el “seguimiento”, y tiene una consecuencia, “el Padre lo honrará”, es decir, lo reconocerá como su hijo en la gloria. 

En el centro de este versículo aparece la idea central de toda esta experiencia de Jesús: estoy llamado a estar con Jesús allí donde él está por mí, o sea, en la cruz, envueltos en esa única vivencia de amor en la entrega a lo demás para que todos tengan vida. Ahí está el sentido, el valor y la verdadera realización de nuestra vida.

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
1. ¿Qué grano de trigo temo arriesgar? ¿Qué pasos importantes en la vida –que suponen renuncias importantes- tengo que dar?
2. ¿Qué dicen las canciones de moda y la iconografía de los medio de comunicación sobre el dónde está la realización de la persona? ¿Dónde está la verdadera realización de una persona según Jesús?
3. ¿Cuál es el “lugar” espiritual y social donde yo quiero estar sirviendo a Jesús? 

Le decía Edith Stein a otra hermana: “Mira hacia el Crucificado. Si estás unida a él, como una novia en el fiel cumplimiento de tus santos votos, es tu sangre y Su sangre preciosa las que se derraman. Unida a él, eres como el omnipresente. Con la fuerza de la Cruz, puedes estar en todos los lugares de aflicción”.
(Edith Stein)
 
4) Oración final
Señor, tus dictámenes son mi herencia perpetua,
ellos son la alegría de mi corazón.
Inclino mi corazón a cumplir tus preceptos,
que son recompensa para siempre. (Sal 119,111-112)